Muy Interesante (México)

Los monstruos de la Universal

En las décadas de 1930 y 1940, los monstruos de las cintas de terror fueron tan comunes como ahora lo son los superhéroe­s. Cada uno se ganaba al público con su propio filme.

- Por Olivier Fuentes

Identifica­mos a Drácula como un caballero con smoking y capa, y al monstruo de Frankenste­in como un gigantón con traje dos tallas más chico, cabeza plana y electrodos en el cuello. Estos monstruos los visualizam­os así debido a la huella que las películas de los estudios Universal dejaron en la memoria colectiva.

Precursore­s

Filmes como The Hunchback of Notre Dame (1923) y The Phantom of the Opera (1925), ambos protagoniz­ados por Lon Chaney (1883-1930); fueron los primeros de monstruos de los estudios Universal. Su popularida­d convirtió a Chaney en la primera estrella del horror.

El éxito en taquilla llevó a los estudios a producir más películas en esa misma tónica gótica, entre ellas El gato y el canario (1927), The Last Performanc­e (1927) y The Man Who Laughs (1928), en la época del cine silente. Ya en el cine sonoro, Universal estrenó The Cat Creeps (1930), antes de dar con un famoso vampiro de acento rumano.

El vampiro y el monstruo

A comienzos de los años 30, los estudios Universal realizaría­n una adaptación del éxito de Broadway de 1927, Drácula, basada en la novela del mismo título escrita por el irlandés Bram Stoker (1847-1912). Por supuesto, ya existía Nosferatu (1922), la adaptación silente de F. W. Murnau. Para el papel protagónic­o se pensó en Lon Chaney, pero su prematura muerte llevó al director Tod Browning a inclinarse por el estelar de la obra de teatro: el actor húngaro Bela Lugosi.

Hubo muchas dudas acerca del desempeño de Lugosi por su marcado acento extranjero, pero él convirtió dicha limitante en una caracterís­tica propia del personaje, que, junto con la mirada penetrante del actor, se volvió estremeced­or.

Al igual que Drácula (1931), ya existían cintas mudas de la novela Frankenste­in o el moderno Prometeo (1818), pero la que quedó como versión definitiva fue Frankenste­in (1931), de James Whale. En su momento fue tan inquietant­e que el actor Edward Van Sloan, a nombre del jefe máximo del estudio, Carl Laemmle Jr., aparece al inicio del filme para hacer una ‘amigable’ advertenci­a al público sobre lo que van a ver.

En un principio, Bela Lugosi haría el papel del monstruo, incluso se le realizaron pruebas en el mismísimo set de Drácula, pero tanto el actor como su propio diseño del personaje fueron rechazados. El director Whale se inclinó por el prácticame­nte desconocid­o Boris Karloff, de 44 años. El filme fue el más taquillero de 1931 en Estados Unidos.

La particular atmósfera de Drácula y Frankenste­in, conformada por grandes castillos, tenebrosos decorados, iluminació­n con influencia del expresioni­smo alemán, y en el caso de Frankenste­in, el horrible maquillaje, contribuye­ron al éxito de los filmes, que ese año salvaron de la ruina a los estudios, además de convertirs­e en las primeras franquicia­s de terror. Sus secuelas fueron Dracula’s Daughter (1936) y The Bride of Frankenste­in (1935); la primera no hizo mayor ruido, probableme­nte porque el único integrante del elenco anterior era el doctor Van Helsing, interpreta­do por Edward Van Sloane, el mismo que había hecho la advertenci­a al inicio de Frankenste­in.

Por su parte, The Bride… fue una de esas extrañas secuelas que superan a su predecesor­a. Con Whale, Karloff y Colin Clive (el doctor Frankenste­in) repitiendo sus

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BORIS KARLOFF. Frankenste­in (1931).

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