Cine-scopio
Fenómenos, heavymetaleros, ñoños, asaltantes, brujas y otros personajes retorcidos conforman la galería que desfila en las películas del director español Álex de la Iglesia, consagrado como director de culto indispensable.
El cine de Álex de la Iglesia.
Al final de la dictadura franquista, con la apertura en el cine español, varios directores, como Carlos Saura, José Luis Garci y Fernando Fernán Gómez, crearon filmes que hablaban sobre la verdadera España posguerra civil, y en general, sobre cómo la dictadura afectó al país. Inició entonces el posmodernismo español, o la famosa “movida madrileña”, cuyo exponente más reconocido en el cine fue el director Pedro Almodóvar. Con cintas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), Matador (1986) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) el director manchego creó un estilo desenfadado (y en sus filmes más recientes, más crudo) y consiguió el reconocimiento del público y la taquilla internacionales.
A mediados de los años 90, el cine español se encontraba atrapado en comedias locales más bien complacientes y mediocres. Quien vino a marcar la llegada de una nueva generación de cineastas y de un nuevo estilo de filmes fue precisamente el director originario de Bilbao, Álex de la Iglesia.
El ataque de Álex
Tras haber trabajado en la dirección de arte en algunos filmes, De la Iglesia realizó su primer cortometraje, Mirindas asesinas (1991), un delirio de 11 minutos en el que un hombrecillo asesina a sangre fría al cantinero por haberse atrevido a pedir el pago por el mencionado refresco. La puesta en escena, el sonido, la claustrofóbica fotografía y el guión (que incluye una diatriba de si los refrescos deben llevar hielo o no) lograron llamar la atención del ya consagrado Almodóvar, quien a través de su compañía El Deseo S.A. produjo la opera prima del director bilbaíno, Acción mutante (1993).
El filme resulta ser una mezcla de acciónterror-ciencia ficción y humor negro, con estética totalmente futurista y ciberpunk. En el año 2012 una banda de terroristas quiere hacer un llamado en contra de la gente bonita de la alta sociedad y para ello secuestra a la hija de un rico industrial el día de su boda. El rescate deberá cobrarse en el planeta minero Axturiax, pero el líder traiciona y mata a su banda para quedarse con el dinero. Sin embargo, un sobreviviente intentará vengarse y ganar el amor de la rehén. Acción mutante llama la atención por la fuerza de su estética y consiguió tres de los seis premios Goya a los que había sido nominada, y por supuesto, puso los reflectores en el trabajo del director.
Si bien Acción mutante irrumpió en el público español, la consagración de De la Iglesia llegó con El día de la bestia (1995). En él, un padre vasco está convencido de que el libro del Apocalipsis señala, en mensajes codificados, que el Anticristo nacerá la Nochebuena en Madrid, así que está decidido, a costa de su alma, a matar a la criatura. A su cruzada para invocar al demonio se unirán un fanático de la música heavy metal y un fraudulento “investigador de lo oculto” de la televisión.
El día de la bestia se hizo acreedor a seis premios Goya, entre ellos Mejor Director y Mejor Actor Revelación, y estableció el estilo del director, quien era capaz de mezclar el urbanismo madrileño con elementos de horror, en este caso satánico, combinándolo a la vez con apuntes de crítica social y un refrescante humor negro y cáustico.
Los personajes del director
El director se ha distinguido por narrar sus filmes en un ritmo vertiginoso, en los que las problemáticas de los personajes se van
desarrollando hasta llegar a un gran clímax, con un giro inesperado. En sus guiones (realizados en su mayoría en conjunto con Jorge Guerricaechevarría) suele aparecer un personaje experto en algún tema de la cultura pop, cuyo conocimiento suele rayar en la obsesión. Así, tenemos a José María, el heavymetalero de El día de la bestia; a Charly, el obseso de Star Wars de La comunidad (2000), y a Julián, el exdoble de acción que añora los spaguetti-western y que de hecho es el protagonista de 800 balas (2002). En cada cinta el personaje nerd suele elevarse moralmente del resto, por lo menos de los que representan la hipocresía de una sociedad cerrada que aún lleva a cuestas la moralidad franquista.
Los personajes de De la Iglesia se desenvuelven entre géneros como el horror, western, noir y misterio, entre muchos otros, con diálogos ágiles, mordaces y repletos de humor negro. En algunas películas, como La comunidad y Mi gran noche (2015), el director establece un ambiente claustrofóbico en el que están prisioneros distintos arquetipos de la sociedad española. En La comunidad, la sociedad está representada por los vecinos de un edificio que no permitirán que la agente de bienes raíces salga del lugar con la fortuna que estaba oculta en el departamento de un inquilino fallecido. En Mi gran noche, un estudio de televisión se encuentra cercado por extrabajadores que fueron despedidos masivamente. En el interior están artistas, el equipo técnico y docenas de extras atrapados. Dicho elemento buñueliano está también en el más reciente filme del director, El bar (2017), sin estrenarse comercialmente todavía: un grupo de clientes en un café se ven forzados a encerrarse al ocurrir algunos hechos misteriosos. Así, en la obra de De la Iglesia encontraremos una galería representativa de la sociedad española, pero que aplica a todos los países.