Muy Interesante (México)

Del dicho al lecho

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“A buen sueño no hay mala cama”: literalmen­te significa que para el descanso no importan las caracterís­ticas de la cama, sino el cansancio y, por lo tanto, la calidad de sueño que se tenga.

“La honra y el provecho no duermen en el mismo lecho”: afirma que no es posible combinar la honra junto con la acción de sacar provecho de alguna situación.

siguen usándose incluso en la actualidad. Éstas se acomodan directamen­te sobre el piso, cubierto de tatami; de día se doblan y guardan en un armario para poder usar la misma habitación con propósitos sociales.

¿Mueble de intimidad?

Si bien es cierto que hoy en día la cama y la habitación propia son sinónimos de intimidad, en las civilizaci­ones antiguas, antes de la Edad Media, este tipo de mueble no se usaba exclusivam­ente para dormir, sino también para alojar a dos o tres comensales al momento de ingerir los alimentos.

Entre griegos y romanos existía una habitación, llamada triclinio, acondicion­ada con una serie de lechos o divanes que se conocen con este mismo nombre; estas ‘camas’ eran, por lo tanto, muebles que se compartían en sociedad.

Colchón

¿Qué sería de la cama sin un buen colchón? Este elemento sin el cual es actualment­e inconcebib­le el concepto de cama, ha tenido una larga historia de cambio y evolución. Los muelles o resortes se introdujer­on en esta pieza fundamenta­l a inicios del siglo XIX, alrededor del año 1820, como producto de la Revolución Industrial. Este sistema, que se sigue utilizando, desplazó el uso de los colchones rellenos de lana, que a pesar de ser cómodos y calientes, tenían una escasa durabilida­d. El colchón con muelleo dejó en desuso, también, la práctica de apilar delgadas colchoneta­s, cuya suma no siempre aportaba la morbidez deseada.

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