VIGILANTE CAPITALINO
Como si fuera una gran “cuchara invisible” o la corriente de un río, el aire de la Ciudad de México desplaza por toda la metrópoli las partículas nocivas que vuelan dentro de ella.
A lo largo del día los contaminantes que se generan en el norte viajan hacia el sur siguiendo la dirección en la que corre el viento en la zona metropolitana. Durante las mañanas la velocidad suele ser baja, pero aumenta entre las 17:00 y 19:00 horas. Este movimiento hace que las partículas se esparzan por toda la ciudad. Sin embargo, en ocasiones los edificios muy altos hacen que la velocidad del viento disminuya debido a la fricción, y con ello que las partículas se ‘atoren’ en el camino.
El encargado de medir qué niveles y qué tipos de contaminantes predominan en cada zona es el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México (SIMAT), el cual tiene 45 estaciones distribuidas en toda la zona metropolitana.
Los ‘ingredientes’ del aire que este sistema vigila son los considerados contaminantes ‘criterio’: dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, ozono, partículas suspendidas PM10 y PM2.5. Sus “ojos” están puestos en zonas como Ajusco, Coyoacán, Cerro del Tepeyac y Santa Fe, en la Ciudad de México, y otros más en algunas partes del Estado de México como Acolman, Tlalnepantla y Xalostoc. Cuando se hace la medición de los contaminantes (con técnicas como fotometría en el caso del ozono, o de quimioluminiscencia para el dióxido de nitrógeno) ésta se clasifica en categorías que van desde “buena” hasta “extremadamente mala”, y su niveles varían desde los 0 hasta por encima de los 200 puntos Imeca (Índice Metropolitano de la Calidad del Aire). Entre más alto sea el puntaje, mayores son la contaminación y el riesgo para la salud. Este indicador se da a conocer por el SIMAT cada hora los 365 días del año.