Escenas de la Historia
El proyecto MKULTRA
MKULTRA, el programa de control mental de la CIA.
El soldado Lloyd F. Gamble vio la oportunidad de obtener una mejor posición en la Fuerza Área de Estados Unidos cuando en 1957 se ofreció como voluntario para probar la nueva ropa de protección militar. A cambio le habían prometido ascenderlo a oficial, además de varios incentivos como permisos especiales y visitas familiares. Ilusionado, Lloyd se sometió durante tres semanas a distintas pruebas con los nuevos uniformes. En ese lapso le dieron a beber agua que contenía ácido lisérgico (LSD), y tras ello empezó a tener alucinaciones e intentó suicidarse. Nunca se enteró de que había sido drogado, hasta que en 1975 el Congreso sacó a la luz pública los oscuros experimentos de control mental que la CIA llevó a cabo durante 20 años bajo un proyecto de nombre misterioso: MKUltra. Durante la guerra de Corea (1950-1953) corría el rumor de que los prisioneros estadounidenses eran sometidos a técnicas de lavado de cerebro con el uso de distintos tipos de drogas. Después de ese conflicto armado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) creyó confirmar aquel rumor cuando varios exprisioneros, al ser interrogados, extrañamente declaraban en contra de su propio país.
Eran los primeros años de la Guerra Fría. Se sospechaba que la Unión Soviética y China estaban desarrollando métodos de control mental con propósitos militares, políticos y de espionaje. A fin de contrarrestar esa supuesta ventaja del enemigo, la CIA decidió poner en marcha el MKUltra, un programa secreto de investigación cuyo objetivo principal sería desarrollar técnicas de manipulación mental avanzadas para inducir a los detenidos a confesar la verdad durante los interrogatorios.
El proyecto fue puesto en marcha en 1953 por el entonces director de la agencia de inteligencia, Allen Dulles. Sidney Gottlieb, un reconocido bioquímico y psiquiatra que trabajaba para el ejército estadounidense, quedó a cargo del programa.
Víctimas de la CIA
La CIA llevó a cabo más de 140 subproyectos en los que se experimentó con drogas psicodélicas (principalmente LSD), hipnosis y electrochoques en decenas de estadounidenses y extranjeros de todos los estratos sociales, a quienes en la mayoría de los casos no se les pidió su consentimiento. En este programa de investigación secreto trabajaron 86 instituciones, como universidades, cárceles, hospitales y el ejército.
Uno de los casos más sonados, después de que se hicieran públicas las actividades del MKUltra, fueron los experimentos que realizó el doctor Donald Cameron en el
hospital de la Universidad McGill (en Quebec, Canadá) bajo el auspicio de la CIA. En pacientes con problemas psiquiátricos como la depresión y la ansiedad se les administraba LSD, otras sustancias químicas ilegales o se les aplicaba terapia de electrochoque. Según los informes, estos ‘ tratamientos’ dejaron secuelas de por vida en algunas personas.
Otro caso muy sonado fue el de un centro de adicciones de la ciudad de Lexington (Kentucky, Estados Unidos), donde el doctor Harris Isbell les dio a varios pacientes dosis altas de LSD, heroína, metanfetaminas y hongos alucinógenos durante 77 días seguidos como parte del ‘tratamiento’ para superar la adicción a las drogas.
La verdad al descubierto
Durante dos décadas la CIA financió este tipo de experimentos hasta que en 1973 decidió cancelar el programa, sin imaginar que poco tiempo después sería descubierto. En 1974 The New York Times publicó un artículo sobre las actividades encubiertas del MKUltra. Tal fue el impacto que provocó entre la ciudadanía y las filas del gobierno, que el Congreso de Estados Unidos decidió investigar el proyecto e incluso realizó una audiencia con un comité de la CIA.
A pesar del esfuerzo en las investigaciones, no se pudo conocer con detalle en qué consistían cada uno de los subproyectos que formaron parte del programa de control mental, pues cuando éste fue cancelado el entonces director de la CIA, Richard Helms, ordenó que se destruyeran todos
los archivos. Afortunadamente en 1977 fueron descubiertos 20,000 documentos que habían sido guardados en un edificio donde se archivaban documentos financieros. Gracias a esto salieron a la luz algunos de los experimentos ilegales practicados en ciudadanos estadounidenses y canadienses, como los que se mencionan en los párrafos anteriores.
La historia de Frank Olson
Aquel año el Senado y la Comisión Rockefeller publicaron los resultados de la investigación, los cuales revelaron que los experimentos llegaron a causar la muerte de algunos ‘conejillos de indias’, entre ellos el científico Frank Olson, un investigador del Ejército de Estados Unidos que trabajaba en el desarrollo de técnicas para el uso de armas biológicas.
Según los informes, Olson asistió a una reunión en Deep Creek Lake, Maryland, donde a él y otros investigadores les dieron bebidas que contenían LSD. Cuando se terminaron la bebida, agentes de la CIA les informaron que habían sido drogados como parte de un experimento.
A los pocos días, el científico empezó a tener síntomas de esquizofrenia y tuvo que
abandonar su trabajo. Un oficial de la CIA viajó con él a Nueva York para que recibiera tratamiento. En la madrugada, mientras el agente dormía, Olson se suicidó arrojándose por la ventana. La agencia de inteligencia negó que el suicidio haya sido causado por el experimento con LSD.
¿Acciones justificadas?
Las audiencias con la CIA y las investigaciones del Congreso confirmaron también la participación de instituciones gubernamentales y no gubernamentales en los experimentos ilegales. De acuerdo con el senador Edward ‘Ted’ Kennedy, el entonces director adjunto de la CIA reveló que diversas universidades e instituciones estuvieron involucradas en “extensas pruebas y experimentación con drogas suministradas a ciudadanos de todos los niveles sociales, altos y bajos”.
Por su parte, Sidney Gottlieb, quien dirigió el programa, explicó que ante las sospechas de que la Unión Soviética y China estuvieran desarrollando técnicas de control del comportamiento humano, la CIA pensó que era obligatorio y de máxima urgencia mejorar el aparato de inteligencia ya que estaba en juego la seguridad nacional, y una forma de hacerlo fue poniendo en marcha el MKUltra.
Según la información disponible, no hubo detenidos por su participación en los experimentos. Sólo se sabe que varios casos fueron llevados a juicio y que en algunos la CIA acordó, fuera de la corte, indemnizar a las víctimas.