Sala de exposición
Composición 8 (1923) Wassily Kandinsky (1866-1944)
Composición 8 (1923), de Wassily Kandinsky.
Óleo sobre tela (140 x 201 cm) Museo Guggenheim, Nueva York
En la primavera de 1929 el magnate estadounidense Solomon R. Guggenheim visitó en Dessau, Alemania, el estudio del pintor de origen ruso Wassily Kandinsky. Le impresionaron tanto sus cuadros, que compró el primero de 150 que adquiriría de este autor para su colección. El óleo se titula Composición 8, y fue considerado por el propio artista como su “punto más alto” y por los críticos como la síntesis de su obra e influencias. Para empezar, el nombre revela la afición de Kandinsky por la música (sabía tocar el piano y el violonchelo) y los paralelismos que establecía entre ésta y la pintura. Además muestra su fascinación por los vivos colores del arte popular y la libertad cromática del fauvismo (movimiento pictórico francés, 1904-1908), lo cual plasmaría desde sus primeros trabajos –de carácter figurativo–, principalmente paisajes.
En Composición 8 se observa también el influjo de movimientos estéticos rusos, como el suprematismo y el constructivismo, enfocados en las formas geométricas ya no sólo como recurso para la conformación de la obra sino como elementos protagónicos de la misma. Así, sobre un tenue fondo casi plano –que se percibe como un espacio profundo e incluso infinito– conviven armónicamente y plenos de color círculos, semicírculos, triángulos, cuadriláteros y líneas rectas y curvas, entre otras figuras de la geometría.
Se aprecia por otra parte la influencia del expresionismo. Según esta corriente vanguardista surgida a comienzos del siglo XX en oposición al impresionismo, debía prevalecer en la creación del artista la ‘expresión subjetiva’ sobre la ‘impresión objetiva’ de la realidad. Kandinsky lo adoptó, lo adaptó y lo enfrentó a la pintura figurativa, que él mismo anteriormente había cultivado. Fue así como se erigió en el precursor del ‘expresionismo abstracto’, que alude en su libro De lo espiritual en el arte (1912) cuando plantea que el propósito del creador “no es la imitación de la naturaleza, aunque sea artística, sino que pretende expresar su mundo interior”.