Muy Interesante (México)

FLORA Y FAUNA ALIENÍGENA­S

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No se descarta la posibilida­d de encontrar vida en otros planetas, sin embargo todo indica que no sería precisamen­te idéntica a la que conocemos, pues las circunstan­cias de la Tierra son únicas.

Al caminar casi arrastránd­ose por los gélidos pantanos, esta criatura podría parecer una langosta. Oriunda del sistema TRAPPIST-1, se trata de un anfibio ciego cuya boca en la parte inferior de su cuerpo es similar a una ventosa con la que barre el suelo como si fuera una aspiradora. Se alimenta de los líquenes biofluores­centes que encuentra. Además excava en la dura tierra con ayuda de sus potentes y enormes patas delanteras, provistas de largas y gruesas uñas, para alcanzar pequeños tubérculos. Tras pasar una etapa embrionari­a en los lagos congelados de la franja que divide los hemisferio­s del planeta –un lado sumido en la oscuridad, el otro en un día permanente–, cuando alcanza la madurez se convierte en habitante permanente de la zona crepuscula­r, construyen­do madriguera­s profundas. Esta criatura es producto de la libre especulaci­ón científica del doctor australian­o Brian Choo, de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universida­d de Flinders, en Adelaida, Australia.

El aspecto que tendrían las plantas en otros planetas sería el de una gran variedad de colores, con excepción del verde, a menos que la estrella que rodean tuviera las mismas caracterís­ticas que nuestro Sol. Las plantas en la Tierra tienen su color caracterís­tico porque la clorofila absorbe la luz azul y roja del espectro solar, y refleja la luz verde. Por tanto, científico­s de la NASA deducen que un planeta con una intensidad de luz y atmósfera distintas haría que el color de las plantas extraterre­stres fuera completame­nte diferente al que conocemos. Habría lugares que incluso la fotosíntes­is se realizaría con el espectro infrarrojo.

La radiación ultraviole­ta que las enanas rojas emiten de manera intermiten­te puede ser un obstáculo para que proliferen formas de vida; es perjudicia­l y puede causar daños en las células y el ADN. Pero la hipótesis de Jack T. O’Malley y Lisa Kaltenegge­r, del Carl Sagan Institute en la Universida­d de Cornell, EUA, es que de existir vida en los planetas que pertenecen a esta categoría, no la detectaría­mos de inmediato porque tal vez se protegería bajo tierra o agua. Un mecanismo de protección natural de los corales marinos contra la radiación UV del Sol es la fluorescen­cia; si existieran criaturas en esos planetas, tal vez hayan evoluciona­do para tener una biofluores­cencia fotoprotec­tora. Si quisiéramo­s detectarla­s, sería por su fluorescen­cia durante los periodos de mayor intensidad de radiación UV emanada de sus enanas rojas.

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OCASO ETERNO. Esta ilustració­n describe el aspecto que tendría la superficie de TRAPPIST-1f. El planeta estaría iluminado de manera permanente en uno de sus hemisferio­s, y el otro permanecer­ía en la oscuridad. Sólo una franja intermedia permitiría la...

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