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CONCHAS NORMALES, POR FAVOR

- MARGOT CASTAÑEDA @marchcasta­neda EDITORA DE GUÍA CHILANGO

Tan bonita que es la concha así solita. Suave como una almohada, acolchada, cubierta con esa pasta mantequill­osa de azúcar y cacao que se deshace al morderla. Dulce, siempre dulce. La concha inspira poesía, así solita, como Dios la trajo al mundo. Por eso no comprendo el afán de convertirl­a en algo más si, así como es, es perfecta.

Esta semana internet enloqueció con las “manteconch­as”, una fusión de mantecada y concha que inventó un panadero queretano porque por qué no.

Jesús y Leticia atienden la panadería El Manantial. Un día, cuentan, se aburrieron del trabajo repetitivo de todos los días y hornearon 23 mantecadas con conchas encima. Muy bonitas en sus capacillos rojos, gustaron a todos. Uno de los clientes las probó, les tomó foto, las subió a internet y horas después Jesús y Leticia estaban hasta la concha de pedidos. De 23 a más de 1,000 al día. Así es la viralidad.

Al día siguiente, Enrique, un panadero en Teotihuacá­n, sacó la “doncha” (dona + concha). Su invento no fue taaan exitoso, pero igual provocó RTs, Favs, Likes y varios emoji de desaprobac­ión por igual.

No entiendo ninguno de estos nuevos panes, pero entiendo que como panadero —o cocinero— es fácil aburrirse de hacer siempre lo mismo y querer un poco de emoción. Seguro que así es como han nacido panes que ahora consideram­os típicos —la tradición nació de alguna innovación—.

Pero como soy una purista del pan, prefiero ir a Costra (Av. Universida­d 371, Col. Narvarte Poniente) o al Cardenal del Centro (Palma 23) a comerme una deliciosa y normalita concha de chocolate. Aquí, la costra de mantequill­a, azúcar y cacao es una capa gruesa que cubre todo el esponjoso panecito, no una embarrada medio quebrada. Cuesta $25, pero comer pan dulce es un lujo para un adulto que quiere ser sano, así que nunca escatimo en estos menesteres.

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