National Geographic Traveler (México)
En el mar, Sídney es más sabrosa
SEIS KILÓMETROS DE COSTA PARA CHICOS Y GRANDES.
UNO DE LOS ENCANTOS de la ciudad más grande de Australia es su cercanía con el mar. En Sídney, los rascacielos, museos de arte contemporáneo y centros comerciales dignos de una gran metrópoli, no están peleados con la playa y sus aires relajados. No importa en qué parte de la ciudad te encuentres, un viaje de cuando mucho media hora basta para cambiar el ruido del claxon por el del romper de las olas. Una de las franjas costeras más populares de Sídney es Bondi-Coogee, al este de la ciudad. Malecones para andar en bici, piscinas de olas naturales, escuelas de surf y canchas públicas de voleibol son algunos de los atractivos que acompañan a las cinco playas del corredor.
Coogee, al sur, es una de las favoritas para familias. Su oleaje es moderado, la costanera sirve como ciclopista y el barranco que custodia la bahía es un parque escultórico que grita picnic. La playa cuenta con piscinas naturales formadas por rocas y asadores que cualquiera puede usar. Además, como se puede llegar en transporte público, hay restaurantes y tiendas cerca y no hace falta caminar más de cinco minutos si deseas cambiar el pavimento por arena, Coogee es perfecta para familias con niños chicos. La siguiente playa en dirección al norte es Clovelly, una bahía tan estrecha que convierte al mar en una especie de laguna de agua salada. Aunque la playa tiene apenas 60 metros de longitud es ideal para practicar esnórquel, disfrutar de un mar poco temperamental y construir castillos de arena.
El trío de playas que falta es el paraíso de los surfers. Bronte Beach, además de olas retadoras, tiene un par de piscinas de agua salada, restaurantes y un parque con juegos infantiles. Tamarama es considerablemente más chica, pero también glamorosa. La playa no es tan concurrida como las otras y eso, para un surfer primerizo, es perfecto. El corredor termina en Bondi, la playa más famosa de Sídney. Esta bahía cuenta con dos clubes de surf, un kilómetro de playa, áreas verdes y un complejo de baños de agua salada que tiene piscina para niños. Además del centenar de cafecitos, heladerías y tiendas que tapizan la costanera Campbell Parade, los fines de semana se pone un mercado itinerante a dos cuadras de la playa. Con niños chiquitos lo ideal es elegir una playa fija para pasar el día sin ajetreos, mientras que con niños más grandes el encanto está en recorrer las pasarelas que llevan de una playa a otra. Quién sabe; en una de esas, el mar sorprende con delfines o ballenas a la vista.