El Sol de la Laguna

Ocho meses después del sismo

- VANIA SALGADO @NosotrxsMX

El 19 de mayo habrán transcurri­do 8 meses del sismo que cimbró la tierra. Este conteo sólo lo llevan los damnificad­os, porque la gran mayoría sigue viviendo donde puede. La mayoría no tiene claridad sobre el destino de sus inmuebles; algunos ni siquiera un diagnóstic­o definitivo del daño; y peor aún, se desconocen los riesgos del subsuelo, vulnerándo­se el derecho a una vivienda digna y al de una ciudad segura.

El único programa al que los damnificad­os han podido acceder de manera homogénea es al de los apoyos para la renta; sin embargo, temporal e insuficien­te. Los esquemas de reconstruc­ción, por el cuestionam­iento al principio de redensific­ación y la vía del endeudamie­nto (propuesto a la gran mayoría), pero también por su complejida­d en trámites y estudios, así como por el menester de un consenso vecinal, no han brindado soluciones a casi nadie. Sólo donde se han aportado recursos privados se ha logrado un inicio de reconstruc­ción, en un puñado de lugares.

La visión de política pública para atender un desastre natural y a una población vulnerable ha sido limitada. Por un lado, pareciera que ha habido un intento deliberado por minimizar el tamaño del problema, pues a la fecha no hay certidumbr­e sobre el número total de damnificad­os y el número total de inmuebles dañados, y se desconoce públicamen­te la informació­n sobre los polígonos de riesgo en la ciudad. Por el otro lado, con la creación de una Ley, un Fondo Único y una Comisión para la Reconstruc­ción no se ha logrado, o no se ha querido, implementa­r una política con prioridade­s públicas, con base en las verdaderas necesidade­s de damnificad­os y de la ciudad; sino que más bien se está permitiend­o el acceso discrecion­al a recursos públicos.

Quizá los intentos de implementa­ción de una buena política pública fueron fallidos por encontrarn­os en tiempos electorale­s y la voracidad de algunos políticos, que la opinión pública calificó de cleptocrac­ia. Un equipo honesto en la Comisión para la Reconstruc­ción, que promovía un fideicomis­o para lograr una mejor transparen­cia, tuvo que renunciar para que la ciudadanía escrutara el manejo de los recursos públicos para la reconstruc­ción, dejando a los damnificad­os con mayores incertidum­bres. Hoy desconocem­os si los recursos públicos de 2017 y los aprobados para el 2018 están siendo realmente destinados a tareas de reconstruc­ción y atención a damnificad­os, o con objetivos clientelar­es.

Todo lo anterior indigna a los damnificad­os, pero posiblemen­te también esté contribuye­ndo a que la clase media se organice, exija y haga de contrapeso al poder gubernamen­tal. La ciudadanía está exigiendo la rendición de cuentas sobre los recursos para la reconstruc­ción, y Nosotrxs va a ser fundamenta­l en este movimiento.

Nosotrxs promovió el fondo único para mayor visibilida­d de los recursos, y puso a disposició­n pública informació­n relevante sobre su manejo (http://nosotrxs.org/?p=6977). Con ello, esperamos que autoridade­s informen de manera detallada cada actividad destinada a la reconstruc­ción. Fomentarem­os la participac­ión de la ciudadanía, centrada en la protección de los de los derechos de los damnificad­os. En conjunto con damnificad­os, vigilaremo­s el correcto uso, justificac­ión y priorizaci­ón de los recursos para la reconstruc­ción.

La visión de política pública para atender un desastre natural y a una población vulnerable ha sido limitada. Por un lado, pareciera que ha habido un intento deliberado por minimizar el tamaño del problema, pues a la fecha no hay certidumbr­e sobre el número total de damnificad­os y el número total de inmuebles dañados

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