El incentivo adecuado
Cuando los economistas neoclásicos soñaron con un mercado perfecto, pensaron que debería ser de fácil acceso, con productos prácticamente homogéneos, total transparencia de los jugadores y con consumidores informados, de tal forma que ninguno de los actores pudiera coludirse o influir en el precio. Por desgracia, tal como lo descubrió la economista inglesa Joan Violet Robinson en los años 30, los mercados perfectos no existen, lo habitual es que haya “fallas de mercado” que provocan distorsiones e inequidades no sólo económicas, sino sociales, culturales y hasta políticas. Así, durante años, los gobiernos han intentado subsanar (regularmente sin éxito) las fallas mediante regulación, subsidios y otras estrategias.
Recientemente, el presidente Enrique Peña Nieto anunció un incentivo fiscal para que las desarrolladoras puedan descontar hasta 100% del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los servicios parciales de construcción de vivienda, con la finalidad de evitar en 2 o 3% el alza de precios y estimular una mayor actividad económica.
Tras el anuncio presidencial, los editores nos preguntamos si la disposición conseguirá el objetivo de facilitar el acceso a la vivienda o si, por el contrario, sólo servirá para incrementar las utilidades de los desarrolladores sin incidir realmente en los precios. A través de un análisis con especialistas jurídicos, fiscales y con las propias empresas del sector, Obras desentraña las implicaciones y el impacto real que este cambio podría tener.
No se trata de un asunto menor. La Carta Magna mexicana menciona el acceso a la vivienda como un derecho de sus ciudadanos y por tanto el Estado debe (o debería) pugnar por su cumplimiento. Para ello, las leyes, políticas, incentivos, subsidios y otras medidas normativas deben estar alineados con esta máxima constitucional.
Las implicaciones van más allá: abrir el acceso de los ciudadanos a la vivienda incide no sólo al cumplimiento de un derecho, sino que es estratégico para la formación de patrimonio, la generación de ahorro individual/familiar y en última instancia contribuye a la riqueza y estabilidad nacional.
Tal como lo menciona a Obras el arquitecto chileno Alejandro Aravena, “la vivienda social es una de las mayores transferencias de dinero que una familia recibe” y es por tanto la posibilidad real de salir de la pobreza o acceder a mejores niveles de vida.
Para el Estado mexicano (entendido en su amplio sentido: gobierno, población y territorio) es fundamental que las políticas y los incentivos sean los adecuados. Lo invitamos a conocer los pormenores en nuestro informe de vivienda, aunque la verdadera respuesta recae en que los diferentes actores se comprometan a hacer posible que los estímulos cumplan sus cometidos.