Celina Yamashiro
La falta de planeación urbana provoca que la inversión en comunicaciones y transportes aumente la marginación.
La falta de planeación urbana por parte de los tres niveles de gobierno es uno de los factores que provocan que la inversión en infraestructura del sector comunicaciones y transportes sea insuficiente, pues lejos de generar mayor competitividad, bienestar social y un desarrollo económico sostenible, acentúa el desequilibrio en la distribución de la riqueza y eleva el índice de marginación de los mexicanos.
El país invirtió en promedio 1.1% del PIB nacional anual en comunicaciones y transportes entre 1992 y 2011. En los últimos cinco años redujo esta inversión a 1.07% del PIB nacional anual, al sumar 731,000 millones de pesos (mdp), por debajo de la media de Estados Unidos (1.52% del PIB) y China (5.02% del PIB), cita el Programa Nacional de Infraestructura (PNI) 2014-2018.
El gobierno federal reconoce en el PNI que no se ha logrado detonar sustancialmente el sector, ante la ausencia de una estrategia integral de desarrollo que involucre aspectos ambientales, sociales, económicos y políticos, para ampliar la conectividad entre los diferentes medios de transporte y porque desde hace décadas falta planificación urbana.
Por ejemplo, la actual dispersión y fragmentación del espacio urbano, donde habita 77% de la población y se genera 86.5% del PIB nacional, impide crear sistemas de transporte urbano sustentables e integrados a desarrollos habitacionales compactos, como sucede en París, Seúl, Singapur o Bogotá. Esto, debido al incremento de la población y a las distancias y los tiempos de traslado que implican el uso de más autos, tráfico vial y contaminación.
A pesar de que el artículo 115 de la Constitución otorga amplias atribuciones a los municipios respecto a la planeación urbana y de que la mayoría de las ciudades estratégicas del país tienen leyes, planes y programas vigentes en la materia, los gobiernos deciden invertir miles de millones de pesos de nuestros impuestos en infraestructura que no refleja ni atiende las necesidades reales de los ciudadanos, quienes no exigen a los funcionarios cumplir con los compromisos que asumieron para llegar al poder.
La urbanización acelerada y la falta de un desarrollo regional equilibrado, principalmente en el sureste, generan desigualdades, rezagos, falta de empleo y la necesidad de más infraestructura relacionada con salud, educación, vivienda, agua, drenaje, alumbrado, etcétera, cuya demanda es mayor a la capacidad del gobierno para construirla.
Tan es así que, entre los años 2010 y 2012, el número de mexicanos que vive en situación de pobreza subió de 52.8 a 53.3 millones, como indican las últimas cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
¡Urge actuar en consecuencia! México no puede seguir atrapado en un contexto de vulnerabilidad donde impere el hacinamiento, la pobreza, la degradación ambiental, el déficit habitacional y otras insuficiencias en la infraestructura, máxime cuando se estima que el país reducirá las inversiones el próximo año, tras la caída de los ingresos petroleros.
México no puede seguir atrapado en un contexto de vulnerabilidad donde impere el hacinamiento, la pobreza, la degradación ambiental”