HORIZONTE VERTICAL
El rascacielos ya es referente de entrada al centro de la Ciudad de México, y un icono en la nueva imagen de la avenida Reforma.
Los secretos de la Torre Bancomer y los protagonistas que cambiaron el paradigma de los rascacielos en México.
Tal como Maximiliano y Carlota lo hicieron hace 150 años desde el Castillo de Chapultepec, los trabajadores que ocupen la Torre Ejecutiva BBVA Bancomer podrán mirar desde sus oficinas las más de 500 hectáreas del bosque. Esa vista privilegiada es la del rascacielos más alto en el Distrito Federal, al menos por unos días, con 234.85 m, y ahora ‘puerta’ de entrada a la avenida Reforma que el propio emperador mandara trazar.
El rascacielos, propiedad de Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) Bancomer, fusión hispano-mexicana que ocurrió hace 15 años, tiempo en el que la institución financiera se ha colocado como la número uno en ingresos en México y la que aporta a su casa matriz 45% de sus ganancias en el mundo, al menos así fue en 2014, de acuerdo con Vicente Romero, su director general.
La institución bancaria da empleo a 9,000 mexicanos, a quienes ahora busca instruir en una nueva era laboral. “Vamos a cambiar toda la forma de relacionarnos con nuestros clientes, y los edificios son una palanca para la transformación”, explica Luis Ignacio Gutiérrez de Cabiedes, director de Compras, Inmuebles y Servicios de BBVA Bancomer.
La inversión anunciada para esa transformación es de 3,500 millones de dólares (mdd) tan sólo en México. Su distribución fue contemplada en cuatro años (2014-2018). De ese monto, 625 mdd fueron invertidos en la torre y el Centro de Procesamiento de Datos, según lo dicho en diferentes foros por Luis Robles Miaja, presidente del Consejo de Administración del banco.
El arte de la ubicación
Tomó más de un año hallar el solar que hoy ocupa la torre. El banco inició la búsqueda en 2008. Contrató a Jones Lang Lasalle (JLL), el bróker que encontró y gestionó los terrenos. Antes de decidir, los ejecutivos del banco pensaron en Santa Fe y en algunos predios sobre Reforma, pero más al centro de la ciudad.
Al final optaron por la esquina de Reforma y Lieja, frente a la Torre Mayor. ¿La razón? “Es estratégico, muy visible, bien conectado por transporte público y de fácil acceso en auto particular”, dice a Obras Luis Ignacio Gutiérrez Cabiedes.
La labor de JLL fue pausada, quirúrgica y sigilosa; debía guardar la mayor discreción por petición
Simbolo Urbano
de su cliente. Después de un año de rastreo, vino la negociación para la adquisición de terrenos, que se prolongó por seis meses. La confidencialidad durante la compra se mantuvo. Cuando se concretó, los participantes firmaron un convenio de no difusión. “Fueron menos de 10 personas las involucradas”, relata Arturo Bañuelos, gerente de Proyectos de Jones Lang Lasalle (JLL).
Recuerda que en ese lugar se erigían los edificios Reforma 506 (105 m de altura), Reforma 508 (49 m) y el Edificio Jena (67 m). Todos fueron demolidos. Más adelante, durante la fase del concurso para el diseño arquitectónico, JLL consiguió un terreno adyacente: el estacionamiento del célebre Sanborn’s de Reforma y Lieja. Ese predio fue adquirido en enero de 2009 para ampliar la superficie de construcción y cumplir con 2,700 cajones de estacionamiento que exige el reglamento de construcción.
Con la definición del terreno a intervenir y la clara idea de un edificio icónico con características de sustentabilidad avanzadas y espacios abiertos, aptos para la colaboración de empleados, además del techo presupuestal y los tiempos establecidos, la mesa estaba puesta para el diseño arquitectónico.
“Para elegir a los arquitectos buscamos a los mejores despachos con experiencia internacional y obras relevantes”, cuenta Enrique Valles, director de Proyecto de BBVA. Fueron invitados siete arquitectos, tres locales: Ricardo Legorreta, Javier Sordo Madaleno y Enrique Norten, y cuatro extranjeros: SOM, César Pelli, Richard Rogers y Norman Foster.
Nace Legorogers
El británico Richard Rogers, quien dudaba en participar porque no le gustan los concursos, se animó cuando Ricardo Legorreta, con quien tenía una estrecha y añeja amistad, le sugirió que trabajaran juntos. Ambos se lo propusieron al banco y la idea fue aceptada.
Así, el despacho británico Rogers, Stirk Harbour + Partners (RSHP) y el mexicano Legorreta + Legorreta crearon la firma Legorogers. La colaboración entre las dos oficinas, cada una con su propio estilo, generó un nuevo lenguaje para el proyecto. “La idea de trabajar juntos era ver qué pasa si los dos estilos se mezclan”, cuenta Víctor Legorreta, al frente de la oficina mexicana, tras la muerte de su padre, en diciembre de 2011.
Identidad mexicana
Los despachos asociados decidieron que el edificio no se pareciera a alguna de sus creaciones previas, pero sí pensaron en darle una personalidad mexicana.
El resultado fue tan bueno que cuentan que cuando la esposa de Rogers vio la maqueta dijo: “Se ve bien Legorreta el edificio”, pero un pariente de Legorreta que no escuchó ese comentario, dijo luego de ver los renders: “Se ve bien Rogers”.
Legorogers definió que no utilizarían aplanado, ni tampoco vidrio, y consideró que revestir los 50 pisos de cristal no correspondía a la cultura ni al clima de México, entonces optaron por la doble piel. “Estudiamos la doble fachada con diagonales y mallas para ponerlas más abiertas o más cerradas, según la orientación, lo que nos recordó la greca prehispánica y el papel picado tan mexicano”, describe Víctor Legorreta.
“La ubicación es estratégica,
muy visible, bien conectada y de fácil acceso
en auto particular” - Luis Ignacio Gutiérrez,
director de Compras, Inmuebles y Servicios de
. BBVA Bacomer
Así, el tramado del exterior dota al edificio de una textura que evoca las pantallas de las celosías tradicionales, sean moriscas o grecas prehispánicas. Y La segunda fachada atrapa la insolación y la minimiza.
El arquitecto Miguel Almazán, de Legorogers, precisa que el tejido (o papel picado), que es la piel de afuera, no tiene ningún efecto estructural, en cambio la fachada interior sí.
La definición de la parte técnica fue estudiada con Arup para establecer el modelo energético y medir el número de perforaciones en cada lámina exterior. La firma tomó el mismo entramado, pero consideró que el relleno fuera cambiante, dependiendo de la orientación. Así, en la fachada sur es más cerrado y en la norte es más abierto. Este recurso se combinó con el paso de gato, estructura que además de dar sombra, permite dar mantenimiento a los cristales.
Los arquitectos calculan que durante ocho meses al año no requerirán de aire acondicionado, pues la celosía filtra la luz solar, el paso de gato da sombra y el viento circula para refrescar.
Color Legorreta
El color de la celosía fue un detalle muy cuidado. Se realizaron pruebas en gris (acero inoxidable), blanco, azul y morado. Los arquitectos en México averiguarían después que el ojo detecta más fácilmente los colores claros, así que eligieron el morado. Mandaron los renders a Londres, en ese tono y en gris. Rogers los vio y dijo: – ¿Qué color quieren? – Morado —respondieron en México. – Será morado. No imagino en ningún otro lugar del mundo un edificio de 50 pisos en ese tono. México es color, tienen un país alegre y con la luz será una maravilla —dijo Rogers.
En cuanto al diseño, para la Torre BBVA Bancomer se pensó en dos triángulos con el núcleo girado,
BOOM
INMOBILIARIO
9,000 dólares valía el m2 antes de la
Torre BBVA
25,000 dólares alcanza hoy el m2 en
esa zona
a fin de ‘llevar el Bosque de Chapultepec a las oficinas’, por eso se incorporaron cinco jardines-terrazas con triple altura en medio de la torre: dos orientados al sur, uno al poniente y dos al norte.
La vista es espectacular al Alcázar de Chapultepec. “Mucha de la vida de México es en el exterior, en patios y terrazas, y queríamos incorporar esos espacios”, explica Legorreta. “Para ello usamos plantas de las diferentes zonas del Valle de México; hay diferente tipo de vegetación según la orientación y la altura”.
En pos de una plaza pública
Víctor Legorreta comenta: “El reto es devolver no sólo un edificio de oficina eficiente, sino algo que aporte a la ciudad un icono”. Explica que el edificio responde a la geometría de Reforma. Se construyó en la esquina con pan coupé (esquina mocha), para que con la forma que tiene su vecina, la sede de la Secretaría de Salud, forme una plaza.
Además, en la planta baja la entrada a triple altura sobre la esquina de Paseo de la Reforma vinculará las operaciones cotidianas de la sucursal bancaria con los negocios comerciales en los niveles superiores.
Al interior, los ascensores de cristal, orientados hacia el Bosque de Chapultepec, llevarán a usuarios, tanto visitantes como empleados, hasta el skylobby, que es “una ventana a la ciudad”. Además, exposiciones y eventos públicos podrán ser realizados en el vestíbulo, el auditorio y la cafetería. A la zona de cafetería, en la terraza sobre el estacionamiento, se accederá desde el lobby.
Una nueva era laboral
Además de crear un icono, la misión de los arquitectos fue propiciar las condiciones para que el edificio corporativo de BBVA Bancomer establezca una nueva cultura de trabajo. Por ello, las decisiones en la distribución de espacios buscan ofrecer una variedad de nuevos entornos. Legorreta habla de algunos detalles al respecto: no hay privados, todas las oficinas son abiertas y con luz, hay mucho color y jardines. Las plantas libres de columnas buscan promover un sentido de comunidad y un espacio más sano y eficiente.
Retos estructurales
El martes 20 de marzo de 2012, al mediodía, se registró un sismo de 7.8 grados. El 8 de noviembre de ese mismo año, alrededor de las 10:35 am, ocurrió otro que tuvo una magnitud de 7.4. La torre sigue en pie.
La fuerza de los sismos es absorbida por el perímetro de la fachada, con los contraventeos. Esto permite que la parte del centro sea muy flexible. “En lugar de hacer un core (centro) muy sólido, la solución estructural es muy tolerante”, explica Víctor Legorreta. Así el edificio fue diseñado para que mantenga la vertical en caso de perder alguna de las megacolumnas. Éstas son visibles desde la fachada, miden 1.60 x 1.60 m, y de la base hasta el piso 30 están rellenas de concreto armado, con espesor de 10 cm.
Para el ingeniero Óscar de Buen, de Grupo Colinas de Buen, quien participó en alianza con Arup Londres, uno de los puntos clave es el tramo de viga que queda entre las diagonales. Ahí se concentrarían las deformaciones en caso de ocurrir un temblor. Por esa razón, durante la construcción no se debía soldar nada en ese punto, para que no perdiera su capacidad de disipación de la energía. “El sistema para resistir sismos es eficiente y correcto”, expresa el ingeniero.
Aclara que en las zonas sísmicas no se diseña para que la estructura nunca sufra daño, se traza para que la posibilidad del daño sea pequeña. “La Torre BBVA
- Ing. Óscar
de Buen
“Se tuvo que ir a la segunda capa dura, a 50 m abajo. Ahí se colocaron los pilotes que resisten el peso de la estructura y de los sismos”
está diseñada para que con un temblor no deje de funcionar y los daños ocasionados sean muy locales”.
Para el ingeniero, el reto fue “construir un edificio de 50 pisos en una zona de alta sismicidad y en un terreno muy malo”. En edificios menos altos basta llegar a la primera capa con pilotes, es decir, 30 m. Para la Torre Ejecutiva BBVA Bancomer las cargas son muy pesadas. “Se tuvo que ir a la segunda capa dura, a 50 m más o menos abajo. Ahí se colocaron los pilotes, que resisten el peso de la estructura y las acciones de los temblores”, detalla De Buen.
Aquí también se mezcló la experiencia de Turner en grandes rascacielos en el mundo y el conocimiento de Marhnos en obras en México para crear una codirección de obra. La obra exigió siempre precisión técnica para evitar la agresión al medioambiente y demandó el sistema just in time, lo que forzó un aprendizaje acelerado de todos los contratistas.
“Las entregas de material se hacían durante el día. Se trabajó intensamente en horas hábiles y se dejaban las labores de limpieza y de poco ruido por la noche”, describe Marhnos vía correo electrónico.
Protagonistas
“El gran aliado siempre ha sido y será el obrero mexicano”, reconoce Marhnos. La empresa tuvo que convencer a cerca de 3,000 trabajadores de modificar o adecuar ciertos hábitos, lo que fue un enorme reto. La compañía insistió y mantuvo el mensaje de salva- guardar su vida (usar casco, guantes, botas, lentes y chaleco) y la de sus compañeros, e incluso le hizo ver al empleador que llevar tortillas calientes al piso 50 era más económico que hacer bajar y subir 1,400 escalones a la hora de la comida.
Los tres millares de empleados de la construcción rebasaron las 7.5 millones de horas-hombre.
Los protocolos de seguridad no sólo aplicaron a los trabajadores, los visitantes también debieron sujetarse a los mismos: uso de cascos, botas y chalecos, e incluso a la medición de presión arterial y la capacitación del uso adecuado de las líneas de vida.
Morada pero verde
La torre fue diseñada con sistemas inmóticos, para hacerla más eficiente. En términos de sustentabilidad, en su mayoría se emplearon materiales locales, lo que significó reducción en la huella de carbono por transporte de los mismos. También fueron usados reciclados, como el acero.
Fueron integrados “todos los servicios e ingenierías de automatización en un control central, para reportar el consumo de energía con la opción de calibrarlo”, explica Miguel Almaraz, socio director de proyectos de Legorogers.
La torre busca la certificación LEED Oro, por lo que cuenta con el Building Management System (BMS) que reportará, registrará y supervisará el estado de todos los sistemas electromecánicos.
- Arq. Víctor
Legorreta “El reto es devolver
no sólo un edificio de oficina eficiente, sino que aporte a la ciudad un
icono”