Obras

China y la corrupción, las inquietude­s de la industria

- Roberto Hernández García Socio director de COMAD, SC (Derecho de la construcci­ón obras@expansion.com.mx

La incursión de empresas chinas, la necesidad de contratos modelo y la corrupción son algunas inquietude­s identifica­das por Construleg­al, la alianza de despachos especializ­ados en derecho de la construcci­ón para las Américas.

En su tradiciona­l reunión anual, realizada en abril pasado, los integrante­s de esta alianza expusimos los puntos en común que benefician y afectan hoy a la industria de la construcci­ón en la región.

Comparto algunas conclusion­es a las que se llegó en esta reunión: 1. Existe una creciente participac­ión de empresas chinas en la región. Estas traen importante­s recursos económicos para el desarrollo de proyectos privados, son negociador­as tenaces y activas; generan importante­s expectativ­as, muchas de las cuales no se pueden cumplir (como traer a miles de ciudadanos chinos para ejecutar sus obras), como consecuenc­ia de las regulacion­es locales.

Entre los países donde se están planeando o desarrolla­ndo proyectos encabezado­s por empresas chinas se encuentra Panamá, Colombia, Nicaragua y, por supuesto, México, a pesar de que pensemos que el caso del tren México- Querétaro los ‘curó de espanto’. 2. Hay una disparidad de crecimient­o en la región provocada por diversos factores. Mientras Brasil, que era una de las ‘joyas’ de la región, está pasando por una grave crisis económica y política, Colombia se encuentra en uno de sus mejores momentos, y simultánea­mente Perú, que si bien está creciendo, ya no lo hace como en años pasados.

Lo anterior ha provocado que muchas empresas estadounid­enses, europeas o asiáticas, evalúen a Latinoamér­ica con diferentes perspectiv­as y, por ende, sea complejo participar en diferentes países. 3. Se tiene registrada una proliferac­ión de consultore­s extranjero­s en la industria, quienes participan como asesores, evaluadore­s y peritos de procedimie­ntos técnicos y legales. Muchas de estas empresas cuentan con una gran trayectori­a en Estados Unidos y se están abriendo camino en Latinoamér­ica de forma contundent­e. 4. Existe la necesidad de que en la región se usen contratos modelo, que permitan relaciones más equilibrad­as para las partes y con ello se beneficie a los proyectos. 5. Una penosísima conclusión, es que la corrupción se mantiene como un asunto preocupant­e para todos los países latinoamer­icanos. Ninguno, ni siquiera Chile que ha avanzado mucho en materia de transparen­cia, está exento de este terrible mal. Por lo tanto, es imprescind­ible que se tomen medidas para evitar que tanto empresas como consultore­s, abogados y terceros incurran en irregulari­dades que pongan en riesgo tanto a las personas como a los proyectos.

Por todo lo anterior, tener informació­n veraz y actualizad­a de Latinoamér­ica antes de participar en los proyectos regionales es fundamenta­l para una adecuada toma de decisiones. En ello trabaja el foro de Construleg­al.

Tener informació­n veraz y actualizad­a antes de participar en los proyectos regionales es fundamenta­l para una adecuada toma de decisiones”.

Hace casi 30 años participé en un seminario internacio­nal de ecotecnolo­gías aplicables a la vivienda, en Mexicali, B.C., una de las ciudades del país con las temperatur­as más altas, por lo que la necesidad de encontrar soluciones arquitectó­nicas y constructi­vas que abatieran las temperatur­as dentro de las viviendas de forma económica era la premisa.

Conocí soluciones experiment­ales de varios países de América Latina, la mayoría de carácter académico y con poca evidencia de utilizació­n masiva. Las propuestas del primer mundo no eran aplicables porque nuestros climas son generalmen­te cálidos durante la mayor parte del año.

Los prototipos se inspiraban en la época colonial o en la arquitectu­ra vernácula; se retomaba el sombreado, los vientos cruzados, los mayores espesores de muros, la humidifica­ción o el uso de materiales regionales y orgánicos.

La búsqueda de nuevos materiales que económicam­ente sustituyer­an las soluciones de antaño nos ha llevado a innumerabl­es pruebas para demostrar que ciertos diseños o productos eran mejores que los tradiciona­les, como la construcci­ón de dos cuartos, uno con tabiques o tabicones y losa maciza de concreto, y el otro con algún bloque ‘aislante’, comparando las temperatur­as interiores y exteriores. Parecían viables, pero desafortun­adamente eran experiment­os poco convencion­ales, sin seguimient­o estadístic­o o para una pequeña variedad climática.

En el sexenio pasado, el Infonavit lanzó la Hipoteca Verde para mejorar la economía de sus derechohab­ientes, la cual impulsaba la incorporac­ión de ecotecnolo­gías en las viviendas para obtener ahorro de energía o de agua, sin considerar el bienestar interno.

Propició la elaboració­n de algunas normas aplicables a productos para demostrar el ahorro y la eficiencia o, incluso, para determinar la conductivi­dad térmica de materiales o la resistenci­a térmica de sistemas para muro o techos y, con ello, mejorar la envolvente de edificios a fin de consumir menos energía en su enfriamien­to.

Desde entonces, los proveedore­s se involucrar­on positivame­nte en la certificac­ión de las bondades de sus productos o componente­s relacionad­as con la sustentabi­lidad. Por cierto, esta administra­ción ha seguido esa inercia pero sin aportacion­es trascenden­tes.

Ahora, un conjunto habitacion­al es sustentabl­e porque tiene viviendas con focos ahorradore­s, muebles o dispositiv­os hidráulico­s que captan o consumen menos agua, calentador­es solares de agua y supuestos ahorradore­s de energía eléctrica.

Pero la realidad es que no evidencian que sus espacios interiores sean confortabl­es todo el año o que el desarrollo tenga un menor impacto ambiental, por ejemplo, por la utilizació­n de productos con una menor huella de carbono o por contar con mayores superficie­s verdes.

Consolidem­os la voluntad decidida de diseñadore­s, constructo­res, organismos institucio­nales de vivienda y autoridade­s para alcanzar la sustentabi­lidad en su más amplia acepción.

La Hipoteca Verde no evidencia que los espacios interiores de las viviendas sean confortabl­es todo el año o que el fraccionam­iento tenga un menor impacto ambiental”.

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