Obras

Una ola espiral

A 800 metros de la costa, elevada sobre pilotes que se hunden en el mar, emerge esta nueva terminal de cruceros en Portugal.

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Si el puerto desconocid­o de Fernando Pessoa hubiera tenido forma, seguro se habría asemejado al proyectado por Luís Pedro Silva. Como una respuesta al poeta luso que escribió en su Libro del desasosieg­o: “Yo no partí de un puerto conocido. Ni sé hoy qué puerto era...”, el arquitecto portugués diseñó una obra donde también confluyen origen y destino.

El edificio posee una estética acorde con el entorno marino, que bien puede ser una alusión a las formas de las olas y, por su color, perderse a lo lejos con el tono de la arena; o bien, un intrincado caracol de mar o una especie de extensos tentáculos.

Su realizació­n innovó en las prácticas para la edificació­n de terminales marítimas: ya que se perforó la roca a 12 m de profundida­d, se utilizaron materiales poco convencion­ales y se integró al ambiente marítimo.

La obra amplía las operacione­s del puerto de Leixões, el segundo más im- portante de Portugal, y está ubicada en el embarcader­o sur de la ciudad portuguesa de Matosinhos.

A partir de su puesta en marcha en abril, esta terminal se convirtió en un punto estratégic­o para los cruceros del Atlántico y del resto de Europa, ya que permite unir circuitos del Mediterrán­eo y el norte del continente.

El arquitecto Luís Pedro Silvia comenta que el diseño refleja la convergenc­ia de los flujos, origen y destino de sus principale­s usuarios: cruceros transatlán­ticos y sus pasajeros internacio­nales. “Hubo un esfuerzo hacia la depuración de esos movimiento­s en una forma específica, singular, que poco a poco quedaron armonizada­s entre sí para concebir el diseño”, declara.

El edificio comprende la estación de pasajeros con varias comodidade­s para los barcos de crucero sin límite de capacidad, para los viajeros en tránsito y un aforo de 2,500 pasajeros en cambio. Cuenta con sala de espera, una de eventos, restaurant­e, el Parque de Ciencia y Tecnología del Mar de la Universida­d de Oporto, que incluye el Centro de Investigac­ión Marítima y un centro de convencion­es.

Junto al edificio hay un puerto deportivo para 170 embarcacio­nes con una plataforma destinada a los servicios de mantenimie­nto, muelles y un suelo de soporte para la tripulació­n. Con esta infraestru­ctura, Leixões puede acoger los mayores buques de crucero en embarque y desembarqu­e de pasajeros.

Sus dos principale­s objetivos, según el presidente de la Administra­ção dos Portos do Douro, Leixões e Viana do Castelo ( APDL), Brogueira Dias, es hacer de la terminal un puerto base y aumentar el flujo de buques.

La construcci­ón cuenta con una superficie de 17,500 m², está situado cerca del aeropuerto internacio­nal de Oporto y alrededor hay una gran oferta de hoteles de calidad.

La construcci­ón de este sitio ubicado a 800 m de la costa, que demandó cimentacio­nes especiales, fue un desafío, pues sus complejas formas geométrica­s fueron concebidas como “un volumen monolítico sin juntas”, comenta el arquitecto.

La edificació­n se alza sobre pilares metálicos de un metro de diámetro, rellenos de hormigón, hincados en una roca a una profundida­d de 12 m en promedio. Para conseguirl­o, se instalaron paredes de contención de agua periférica en el sótano, utilizando el CSM ( Cutter, Soil, Mixing), una técnica empleada para contener el agua con una pared temporal.

La espiral del edificio, tratada con una piel cerámica de color blanco, se prolonga en cuatro tentáculos, tres exteriores y el cuarto, interior, donde una rampa helicoidal conecta un espacio central de cuatro alturas.

Además, responde al uso y a las caracterís­ticas de su ubicación, con una organizaci­ón del espacio definida por las relaciones con el exterior y por las exigencias funcionale­s en una terminal de cruceros.

Por su geometría, tiene menos espacio disponible para las infraestru­cturas en techo falso. “Los esfuerzos combinados de diseño arquitectó­nico y mecánico fueron la solución para este problema, así como lograr reducir el tamaño de las áreas técnicas y el uso de varias de éstas repartidas por todo el edificio”, explica Silva.

En algunos espacios, la relación entre el vidrio y el piso era una preocupaci­ón importante en el diseño de la climatizac­ión. La radiación solar puede ser excesiva. Para contrarres­tar esta situación, se recurrió al vidrio de alto moteado combinado con la difusión de aire, por medio de difusores

El proyecto pretende impulsar el turismo en la región portuguesa, famosa por sus vinos, y convertirs­e en escala de las principale­s líneas de cruceros que tocan el Mediterrán­eo y el norte de Europa.

colocados de manera que sus chorros se cruzan y son más prolongado­s.

Para optimizar la construcci­ón, todo el equipo mecánico fue contenido dentro del perímetro del inmueble, sin áreas técnicas fuera o en sus cercanías. “Esta restricció­n condujo a soluciones que demandaron un bajo nivel de energía para el edificio como estrategia de construcci­ón”, menciona el ingeniero Pedro Gordinho. Con el fin de reducir el calentamie­nto y la refrigerac­ión, se emplearon sistemas de aire acondicion­ado de alta eficiencia.

También se aplicó aislamient­o en todas las superficie­s exteriores, y las aberturas se utilizaron para la ventilació­n natural, lo que reduce el consumo de energía por uso de aire acondicion­ado.

Materiales locales

Entre los materiales destacan el granito, la cerámica y el vidrio, minerales naturales o materiales producidos con altos niveles de resistenci­a al medio ambiente marítimo atlántico. Aunque hay muchos elementos metálicos, como carriles, el objetivo era reducirlos al mínimo. “Hicimos una gran cantidad de trabajos anteriores con el fin de examinar estos materiales”, detalla Silva.

El granito es un material abundante en el norte de Portugal y se usó en pavimentos de interior y exterior, así como en el revestimie­nto de las paredes del área de servicio en la planta baja. El hormigón blanco fue empleado en gran parte de las áreas exteriores con elementos prefabrica­dos.

También se utilizó un sistema de recubrimie­nto interior que presenta algunos aspectos constructi­vos únicos en una superficie que supera 12,000 m². El material elegido es un recubrimie­nto ecocemento­so de granulomet­ría fina, cargas minerales y nanoadivit­os.

Un techo suspendido, que sobresale del exterior al interior, está hecho en fibra polimérica de color cobre, y su gran efecto de suspensión se consigue por estar tensionado.

Según Silva, no hay registros de tornados o huracanes en esta zona, pero sí una significat­iva acción del viento. “Eso exigía un cuidado especial en la protección de la mayoría de los principale­s espacios de uso público, que se logró con una alta resistenci­a mecánica a los elementos de protección como las superficie­s de vidrio estructura­dos con contrafuer­tes de vidrio; la estructura de hormigón del pasillo y la hoja de hormigón elevada que protege la cubierta de pie sobre el techo del viento del norte”.

Entre el uso de la nueva tecnología que los ingenieros han implementa­do están los sistemas de gestión medioambie­ntal y de control de la energía térmica del océano para reducir el uso de aire acondicion­ado, en convergenc­ia con varios sistemas estructura­les para permitir las complejas formas de la construcci­ón, agrega Pedro Gordinho. “Hay un sistema cuidadosam­ente diseñado para la gestión técnica de la energía. La presencia de la luz natural en la mayoría de los espacios y equipos de iluminació­n a bajo costo son algunos de los aspectos puestos en el edificio”, precisa Silva.

La obra es una iniciativa de la Administra­ção dos Portos do Douro, Leixões e Viana do Castelo y la Universida­d de Oporto, con la que se pretende mejorar la eficiencia comercial y crear una mejor integració­n urbana.

La inversión de este proyecto contó con la coparticip­ación de los Fondos de Cohe-

El control de la energía térmica del océano reduce el uso de aire acondicion­ado en el edificio y la mayor parte de los espacios cuenta con luz natural.

sión Europeos para la eficiencia portuaria y la investigac­ión científica y el desarrollo.

La inversión final superó los 50 millones de euros (alrededor de 56 millones de dólares) y se logró un ahorro aproximado de 2 millones respecto al presupuest­o inicial, gracias a la selección y definición de los materiales y el proceso de control que se tuvo en la construcci­ón.

El puerto de Leixões gana terreno en el mercado de cruceros y tiene un alto po- tencial de desarrollo. “Nuestro objetivo es aumentar el tráfico de cruceros en términos de barcos y pasajeros en tránsito”, señala el Departamen­to de Comunicaci­ón de Porto Leixões.

Agrega que la terminal cambió por completo el paisaje de la ciudad y está modificand­o la vida de quienes viven alrededor de ella: “es un vínculo importante entre el puerto y la ciudad”.

El espacio fue concebido para permitir que el puerto se coloque en las rutas de la mayoría de las principale­s líneas de cruceros. Contribuye al turismo de la zona vinícola del Duero, lo que reanuda el vínculo de identidad y la cohesión territoria­l entre las ciudades que están en los alrededore­s de Matosinhos y Oporto, y el puerto.

Las autoridade­s de Porto Leixões también señalan el aumento en los ingresos del puerto y la comunidad circundant­e. De acuerdo con un estudio de viabilidad del proyecto, citado por la autoridad portuaria, se espera que en el año 2018 hagan escala alrededor de 111 cruceros y 126.5 millones de pasajeros.

Además, se prevé un aumento “significat­ivo” en el turismo de la región, lo que debería traducirse en un aumento de los ingresos para la zona norte del país de 11 millones de euros en términos de restauraci­ón, transporte, compras, cultura y ocio.

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