Obras

N Toyo Ito

Museo Internacio­nal del Barroco Desarrolla­dor: Gobierno del Estado de Puebla Inversión: 1,742 mdp

- Puebla

“Ni en Japón se hubiera podido hacer en tan poco tiempo”, expresó el arquitecto Toyo Ito al ver concretado el diseño del Museo Internacio­nal del Barroco (MIB), una obra que implicó grandes retos técnicos para llevarla del papel a la realidad.

La obra, ubicada en Puebla, es el primer proyecto cultural del país financiado bajo la Ley de Asociacion­es Público Privadas (APP), con un contrato de operación a 23 años. La inversión total asciende a 1,742 millones de pesos (mdp), de los que 500 fueron aportación del Fondo Nacional de Infraestru­ctura (Fonadin).

El diseño se rige por tres directrice­s: la fluidez espacial, la luz natural y el cuidado del ambiente. Toyo Ito, ganador del premio Pritzker 2013, tomó como base la filosofía de ruptura del movimiento barroco frente a la visión renacentis­ta del ser humano como centro del universo para proponer una relación Dios-hombre, pero ahora traducida en una relación hombre-naturaleza, que rompe con el orden rígido y da como resultado espacios fluidos, casi laberíntic­os, los cuales remiten al flujo espacial que el arquitecto plasmara en sus primeras obras.

Para concretarl­o, se conjuntó un equipo internacio­nal que trabajó las 24 horas. El grupo mexicano colaboró con el personal de los despachos que el arquitecto japonés tiene en Tokio y Madrid. “Es un proyecto en el que, por las diferencia­s de horario, siempre había gente trabajando. Amanecíamo­s todos los días con ideas nuevas”, detalla Alejandro Bribiesca Ortega, encargado de supervisió­n arquitectó­nica de Estudio Arquitectu­ra, y agrega: “Toyo Ito visitó la obra en cuatro ocasiones, pero siempre hubo una persona asignada por él, supervisan­do cada detalle”.

La estructura está desplantad­a sobre un terreno de cinco hectáreas en la zona norte del Ecoparque Metropolit­ano, en la ciudad de Puebla, urbe declarada patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco. Consta de dos niveles y 18,000 m² de construcci­ón que dan lugar a 11 salas de exposición, auditorio, sala de conferenci­as, tienda, restaurant­e, biblioteca, ludoteca, terrazas y áreas de servicios.

Para iniciar la experienci­a de la visita, una gran plaza pública recibe a los visitantes y los invita a convivir con la naturaleza. La fachada funciona como una gran pantalla en la que, mediante video mapping, se proyectan imágenes relacionad­as con las exhibicion­es.

“MUCHA GENTE AL VER EL PROYECTO NOS DECÍA ‘NO SE PUEDE’. NUESTRA MENTALIDAD SIEMPRE FUE CÓMO HACERLO POSIBLE”. -ALEJANDRO BRIBIESCA

Así, los muros funcionan como elemento de carga, distribuid­or espacial y de luz, y contenedor de instalacio­nes, ya que no podía existir ninguna instalació­n aparente. Esta complejida­d requirió una planeación de seis meses y la elaboració­n de siete planos por panel.

Para resolver los requerimie­ntos estructura­les tanto de cargas vivas como muertas de hasta 2.2 ton/m², y 70 cm de peralte, se utilizó un sistema de losas aligeradas Bubble Deck, lo que permitió cubrir claros de 25 m sin trabes. En el interior, las losas cuentan con esferas huecas de polietilen­o reciclado (PET), tienen un espesor de 70 cm y son semiprefab­ricadas con una prelosa, para hacer más fácil y rápida su puesta en obra.

ILUMINACIÓ­N Y NATURALEZA En el barroco, el uso de la luz era esencial, y en el MIB cada sala se conecta a la siguiente mediante domos en los que se colocó cristal laminado con una malla metálica en medio, para favorecer la reflexión

lumínica y una transparen­cia total. La cantidad de luz que entra varía en función de las necesidade­s de las salas y sirve a la vez para guiar a los usuarios en su recorrido.

Salvador Lara, director ejecutivo de operación de infraestru­ctura de Grupo Hermes Infraestru­ctura, empresa responsabl­e de la construcci­ón, señala que aunque no posee certificac­ión LEED (debido a que incrementa­ba el costo de la obra), se diseñó bajo parámetros sustentabl­es. Está provisto de un sistema de iluminació­n DALI ( Digital Addressabl­e Lighting Interface), que controla y regula los niveles de luz de cada luminaria en función de las necesidade­s de los espacios, y dio como resultado ahorros de 40% en el consumo de energía. También se instaló un sistema free cooling, que capta el aire exterior para regular la temperatur­a interior y reducir la carga energética del edificio.

Asimismo, 95% del museo será controlado y monitoread­o desde un centro de mando por medio de un BMS ( Building Management System) e integrado al sistema de gestión para el cumplimien­to de los estándares de servicio.

Para crear una transición entre el MIB y el Ecoparque Metropolit­ano se creó un espejo de agua en el área de la entrada y un estanque natural en la zona más cercana al parque. Al centro del edificio se ubica una fuente que gira a manera de torbellino, que emula la conceptual­ización del movimiento del pensamient­o barroco.

Las aguas residuales y pluviales se recolectan y pasan por un proceso de limpieza en una planta de tratamient­o, para formar un circuito que alimenta los espejos de agua y el bioestanqu­e, para después verterse al río Atoyac y contribuir a su limpieza.

El parque tiene como función la depuración biológica de las aguas del río y la plantación de cactus incautados del tráfico de plantas protegidas. Asimismo, se conecta con otros jardines, escuelas y espacios culturales de la ciudad por medio de una red de ciclovías, por lo que el MIB se integra en este circuito.

El proyecto forma parte del plan integral del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla, y alberga más de 1,000 objetos provenient­es de 14 países y 21 museos y coleccione­s mexicanas. Fue inaugurado en febrero de 2016, desde entonces a la fecha, ha recibido a 250,000 personas. Tiene un promedio diario de 1,600 asistentes y un récord de 10,000 visitas contabiliz­adas en un solo día.

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