DISEÑAR EN TIEMPOS DE LA WEB
Los profesionales optan por la sencillez, la limpieza y la incorporación de la naturaleza en espacios para niños, a fin de contrarrestar el sobreestímulo de Internet.
Los pasatiempo de los niños cambiaron. Las horas de paseo en bicicletas se redujeron o reemplazaron por videojuegos o internet. Así, las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) poblaron su mundo.
El Inegi reporta un uso frecuente de internet en más de la mitad de la población de 6 a 11 años, que va en ascenso en jóvenes de 12 a 17 años y de 18 a 24 años, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH).
En su sección de Inteligencia Aplicada en línea, la consultora de mercados TNS calcula que el consumo infantil representa 29% de la población en México, es decir, 32.5 millones de entre 0 y 12 años.
La firma destaca: “los niños representan ya una tercera parte de todos los consumidores. Además, los padres confiesan que 60% de menores de 13 años usan redes sociales. En tanto, 5.6 millones de usuarios de Facebook en el mundo son niños.
Todos esos datos son indicadores de relevancia al momento de diseñar espacios destinados a niños, por la cantidad de sobreestímulos a los que a diario están expuestos vía internet. Y dado que los infantes son vistos como el futuro del consumo.
La respuesta de arquitectos y diseñadores a la sobrecarga de información, datos e imágenes, ha sido en muchos casos un contrapeso. Se ha optado por la sencillez y adopción de tendencias como lo sustentable, lo urbano y los colores monocromáticos con colores brillantes, pero solo como acento.
Adiós a la saturación
En nuestro país, el antecedente más notorio del empeño de diseño para infantes es el Papalote Museo del Niño, proyectado hace 20 años por los arquitectos Ricardo y Víctor Legorreta, y que emula el popular juego de bloques para niños, pero que hoy bien podría evocar los pixeles de una imagen digital.
La necesidad y el potencial que hoy tiene el mercado infantil orilló a su renovación con una inversión de 659 millones de pesos. Se realizaron numerosos cambios al interior, además de la parte arquitectónica a cargo nuevamente de Legorreta + Legorreta, enfocada en ampliar y resideñar parte de la infraestructura en coordinación con el arquitecto Mario Schjetnan, quien es responsable del rescate y equipamiento de la segunda sección del bosque.
Los espacios interiores del Papalote se ‘limparon’, pues entre el contenido de las exhibiciones y los colores intensos,
“Rompimos la barrera entre interior y exterior; ampliamos la experiencia del museo al espacio abierto”.
intención de recuperar la memoria de la zona lacustre y de las chinampas”. También “la intención de trabajar la experiencia visual; el tema de materiales, texturas, colores y ambientes”, agrega.
La libertad, un buen estímulo
En el caso de Business Kids, espacio donde a los niños se les enseña a emprender negocios, la guía es hacer sentir al niño en libertad , “que es un buen estímulo” para el aprendizaje y la convivencia, comenta la arquitecta Azul Hicks, responsable de los interiores de este espacio.
Sin embargo, lo más importante “es la seguridad de los niños”, de ahí la elección de materiales ‘amables’, como tela o madera, y piso de goma que se complementa con una paleta de colores primarios. Los espacios abiertos son un distintivo del lugar, pues “ahí, todo se aprende a través del juego”, comenta Azul.
Para la arquitecta, en un mundo donde la tecnología domina cada espacio de nuestra vida cotidiana, y donde los niños son expertos en manejar casi cualquier dispositivo, es importante regresar al conocimiento del otro, al diálogo, por lo que fomentan ese tipo de dinámicas.
“Volver a pintar en las paredes, sin el límite de una hoja o correr sobre un tablero en el que ellos son las fichas es más atractivo que una pantalla”. Pero reconoce que hay habilidades del presente que los infantes sí deben manejar, por ello también los invitan a crear su propia página web.
Evocar la naturaleza
Cuando el grupo creativo en el que participa Ana Lucía Aguilar, experta en educación en museos y arte, ideó una biblioteca en el Parque Fundidora, se alejó del viejo paradigma de pensarla como un lugar solemne; querían un espacio con movimiento.