Laboratorio de Arte Variedades Ave Fénix tapatío
Enclavado en la zona centro de Guadalajara, Jalisco, y de estilo art decó, el Laboratorio de Arte Variedades (Larva) es quizá uno de los pocos testigos de la fastuosidad con que se desarrolló la industria fílmica del país a mediados del siglo XX.
El inmueble, que hasta 1996 albergó al Cine Variedades, guarda en sus cimientos el paso de la educación jesuita en la época colonial, el boom cinematográfico de los años treinta y el pulso de una comunidad artística en construcción.
Alrededor de 1688, la estructura albergaba el Colegio de San Juan Bautista, pero tras la expulsión de los jesuitas que lo habitaban en 1767, quedó abandonado.
En 1803, el gobierno estatal lo rehabilitó como Teatro de la Ciudad, pero su destino estaba marcado. El Congreso local decretó su demolición en 1826.
Tras un siglo en el olvido, la estructura se levantó de los escombros para ser inaugurado como el Cine Variedades el 4 de junio de 1940.
Tenía una capacidad para albergar a casi 3,300 personas distribuidas en tres grandes niveles. Los expertos de la época alababan sus lozas y cimientos de concreto armado así como sus muros entramados. En este tiempo, el séptimo arte mexicano tuvo su Época de Oro.
La última pieza cinematográfica se proyectó en 1996 con una cinta protagonizada por Marlene Dietrich.
Después de eso hubo varios intentos fallidos del gobierno municipal para convertirlo nuevamente en el Teatro de la Ciudad, pero el inmueble no lograba despuntar.
Finalmente, el nuevo milenio le dio pie a su nuevo rescate y remodelación.
En 2006 reabrió sus puertas bajo el nombre de Laboratorio de Arte Variedades (Larva) y fue sede el festival MUTEK, de música electrónica y artes digitales, con lo que demostró la capacidad camaleónica de sus altas paredes grises y su escenario. Tres años más tarde retomaría formalmente el camino de las artes.
En 2009 nació dentro de su gran estructura una de las bibliotecas que hoy se considera de las más emblemáticas de la ciudad y un rincón dedicado a la literatura. Hoy, además de ser un punto de referencia obligado en la perla tapatía, es teatro, galería y aula de enseñanzas artísticas que convergen gracias a su amable arquitectura.
Conocido como la Larva, este recinto busca fabricar propuestas artísticas, crear nuevos talentos y sobre todo potencializar la cultura en esta zona del país.