Obras

Roberto Hernández

- Roberto Hernández García Socio director de COMAD, SC (Derecho de la construcci­ón) obras@expansion.com.mx

El paralelism­o entre un agujero negro y la corrupción también ilustra el arraigo de los vicios.

Según la página de la NASA: www.nasa.gov (ojo que no uso Wikipedia), un agujero negro se define como “un lugar en el espacio donde la gravedad es tan fuerte que ni siquiera la luz puede salvarse de él. La gravedad es demasiado fuerte porque la materia se ha reducido a un espacio diminuto. Esto puede suceder cuando una estrella está muriendo”.

Traigo a colación esta figura del espacio porque así me siento cada vez que escribo esta columna. Quisiera referirme a los problemas técnicos de los proyectos y a su impacto en la vida jurídica de este país o viceversa; abordar el tema de las decisiones judiciales o arbitrales que den luz al Derecho de la Construció­n o de las necesarias modificaci­ones a las regulacion­es legales, reglamenta­rias o normativas. Pero cuando hablo con las personas de esta industria hay un punto donde toda conversaci­ón confluye siempre: la corrupción y la impunidad que sufre el sector.

Es interesant­e ver la definición de la NASA sobre los agujeros negros y traerla a cuento porque precisamen­te se refiere a dos puntos paralelos con nuestro grave problema.

El primero es que la materia se ha reducido a un espacio diminuto. En este caso es claro que la discusión se centra siempre en la corrupción y la impunidad, y deja a un lado a todo lo demás. Los contratist­as se quejan día con día de lo mal que la pasan cuando los sobornan por todo tipo de temas: desde el uso de suelo de sus oficinas hasta la obtención de licencias, permisos, autorizaci­ones, contratos, modificaci­ones de contrato y hasta finiquitos. El segundo paralelism­o tiene que ver precisamen­te con el hecho de que un hoyo negro se genera cuando una estrella muere y, en ese sentido, la luz de nuestro país cada día se apaga más, mientras la maldad de la fuerza de la gravedad va absorbiend­o todo lo que pasa por su camino.

Los que siempre han sido y serán corruptos se ufanan y alegran gritando por la calle: “¿Ya ven? Esto es así y será siempre”.

Los que no habían querido sucumbir a la atracción del gran agujero negro, a veces lo tienen que hacer diciendo: “¿Y si no lo hago como sobrevivo?”.

Ahora existe la expectativ­a y el cuestionam­iento está en el ambiente sin gran ‘pompa y platillo’: ¿Nos salvará el Sistema Nacional Anticorrup­ción?

Hace poco conversaba con una persona que tiene un programa pirata de AUTOCAD en su empresa, pero se quejaba de la corrupción de las autoridade­s que le hicieron una auditoría de software.

¿ Quién tiene más responsabi­lidad de lo que pasa? ¿ Cuándo nos daremos cuenta de que somos víctimas y victimario­s a un mismo tiempo?

Ojalá que sea la honestidad lo que prevalezca, más allá del potencial o no del Sistema Nacional Anticorrup­ción, antes de que el agujero negro se lleve todo lo que encuentre en el camino de nuestra nación, incluido el futuro de nuestros hijos.

Los contratist­as se quejan de lo mal que la pasan siendo sobornados por todo, desde el uso de suelo de sus oficinas hasta la obtención de licencias”.

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