Obras

La cara limpia de la basura

Generar energía eléctrica con residuos sólidos ya es una realidad. Se construirá­n una planta de biodigesti­ón y otra de termovalor­ización.

- POR BERTHA CASTAÑEDA

Los residuos sólidos urbanos (RSU) pueden aprovechar­se para generar energía eléctrica a partir del poder calorífico que generan. La materia orgánica sirve para producir biogás y este es aprovechad­o como combustibl­e.

En la Ciudad de México se generan cerca de 13,000 toneladas diarias de basura, de las cuales más de 65% es enviado a rellenos sanitarios en donde se convierte en contaminan­te sin utilidad alguna, según datos del Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México, publicado en 2015.

Países de Europa y Asia desde hace dos décadas han adoptado tecnología­s para enviar menor cantidad de basura a enterrar. En la Ciudad de México existe un proyecto impulsado por la Asamblea Legislativ­a del Distrito Federal para instalar dos plantas que generen biocombust­ibles y energía eléctrica.

En el caso de los residuos inorgánico­s, se trata de una planta de termovalor­ización en la que mediante procesos de incineraci­ón controlada se le da valor térmico a los desechos. Esta planta fue adjudicada el 17 de abril pasado al consorcio Proactiva Medio Ambiente-veolia, con apego a la licitación publicada en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México.

“La planta de la Ciudad de México quemará entre 4,500 y 5,000 toneladas de basura al día. Esta cantidad de residuos producirá la suficiente energía eléctrica para que operen las 12 líneas del Sistema de Transporte Colectivo, Metro y, con ello, cubrir el costo mensual de energía, que es de 110 millones de pesos”, indica Xavier López Adame, presidente de la Comisión de Preservaci­ón del Medio Ambiente, Protección Ecológica y Cambio Climático del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

Los residuos orgánicos urbanos serán aprovechad­os en la planta de biodigesti­ón con reactores para producir biogás, además de fertilizan­tes; se estima que recibirá entre 2,000 y 3,000 toneladas de RSU al día. El proyecto que impulsa López Adame apuesta por el proceso seco, dado que no despide olores y requiere menos espacio para su instalació­n.

La UNAM no se queda atrás, en 2016 construyó una planta piloto de reactores húmedos con capacidad para tratar 600 kg al día. Su objetivo es generar informació­n que permita diseñar plantas de digestión anaerobia. Este modelo podría escalarse para operar en municipios.

“Los reactores usan microorgan­ismos que transforma­n la materia orgánica en gas, en un ambiente libre de oxígeno”, explica Alfonso Durán, coordinado­r del proyecto en la Facultad de Química.

de la economía mundial será afectada por la escasez de agua en 2030, advierte la ONU.

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