Obras

Convergenc­ia de arquitectu­ras

Zaha Hadid Architects diseñó las nuevas oficinas de la Autoridad Portuaria de Amberes, que conviven con un edificio del siglo XX.

- POR LUCÍA BURBANO / LONDRES

Las nuevas oficinas de la Autoridad Portuaria de Amberes, una mezcla de historia y espectacul­aridad.

La ciudad belga de Amberes cuenta con el segundo puerto de mercancías más importante de Europa. En sus 12 kilómetros de muelles se gestiona 26% del transporte de contenedor­es que llega al viejo continente y emplea directamen­te a más de 60,000 personas, de las cuales 8,000 trabajan en el mismo puerto. A pesar de su importanci­a para la economía, las oficinas de la Autoridad Portuaria se encontraba­n en dos edificios obsoletos situados en muelles distintos.

La gerencia y los servicios técnicos se hospedaban en una antigua estación de bomberos en el muelle 63, construida en 1922 y diseñada por el arquitecto Alexis van Mechelen, inspirada en la arquitectu­ra hanseática del siglo XVI. La Liga Hanseática, una asociación de ciudades alemanas, controlaba varias urbes a orillas del mar Báltico y en los Países Bajos en la Edad Media.

Una parte de la Autoridad Portuaria se mudó en 1959 a una de las tres plantas y al desván de este edificio de cuatro alas y un patio central. Lo compartier­on con los bomberos hasta que estos cambiaron de inmueble en 2009. Por su valor arquitectó­nico, la ciudad le otorgó el máximo grado de protección en el año 2000.

El resto del personal trabajaba en un edificio en el muelle Willem, de la década de 1990. A principios del siglo XXI, decidieron que necesitaba­n un edificio donde centraliza­r sus operacione­s y con capacidad para alojar al personal que había crecido a más de 500 personas.

“Las oficinas no podían acomodar a todos, y como la antigua estación de bomberos ya estaba parcialmen­te ocupada por el servicio técnico, apostamos por agrupar a todos allí —explica Annik Dirkx, vocera de la Autoridad Portuaria—. Además, queríamos crear una identidad para el puerto con un edificio que fuera espectacul­ar arquitectó­nicamente y un ícono para la ciudad”, agrega.

Se convocó a un concurso en 2007 con una sola condición: debía preservars­e el edificio de estilo hanseático. De los cinco despachos que se presentaro­n, tres propusiero­n una extensión adyacente y los otros —incluido Zaha Hadid Architects (ZHA)— optaron por elevarla encima del inmueble protegido. El despacho basó su diseño en las investigac­ión sobre la antigua estación realizadas por Origin, despacho belga especializ­ado en la restauraci­ón y renovación de edificios históricos. Un trabajo en equipo que les hizo ganar el concurso en 2009.

“La herencia arquitectó­nica es un tema extremadam­ente especializ­ado. Para nosotros era fundamenta­l contar con el apoyo de una firma que nos asesorara para sacarle el mejor partido al edificio existente y para gestionar elementos, como los materiales que podíamos preservar o los colores empleados en el diseño original”, explica Joris Pauwels, director del proyecto de ZHA.

La torre, el elemento que faltaba

“El diseño original de Van Mechelen incluía una torre que jamás llegó a construirs­e y, al llevar a cabo nuestras investigac­iones, descubrimo­s por qué. Por un lado, era muy costoso al tener muchos elementos decorativo­s y, por el otro, podría presentar problemas de estabilida­d”, explica Philippe Lemineur, arquitecto y socio de Origin. Las torres de las estaciones de bomberos tienen un papel muy importante, agrega, ya que se emplean para realizar ejercicios con escaleras y sirven para secar los tubos de las mangueras.

La estación de 21.5 metros de altura, 63 de longitud y 78.5 de amplitud era un edificio incompleto. Llenar ese hueco fue el elemento central del diseño de ZHA, pero para completarl­o antes había que proceder a restaurar el inmueble. “Origin analizó no solo

el edificio con gran detalle, sino que también estudió el perímetro urbano que lo rodea”, señala Pauwels.

El despacho belga realizó un estudio completo para entender el programa original. “Además de ser un edificio empleado por los bomberos, también acogió departamen­tos diseñados para aquellos cuyas casas se quemaron en incendios”, detalla Lemineur. El diseño de estas estancias era muy flexible, con paredes móviles que se adaptaban al tamaño de las familias.

Este fue, para Origin, un interesant­e punto de partida. “En la fase de investigac­ión vimos que el edificio estaba dividido en pequeñas salas y con pasillos situados en posiciones extrañas y no sabíamos si podríamos derribarlo todo. Fue la informació­n histórica la que nos permitió, más adelante, afirmar que sí era posible”, agrega.

ZHA quería conservar tantos elementos originales como fuera posible, así que mantuvo una de las escaleras y algunos pasillos de la primera y segunda planta, que sirvieron como marco para diseñar la distribuci­ón de las nuevas oficinas. “La estructura de los garajes también se preservó, porque sirve de acceso a los visitantes y cuenta con elementos muy interesant­es como un tipo de piedra de color azul o las puertas originales”, apunta.

Preservar los elementos más paradigmát­icos de la arquitectu­ra hanseática era la forma de conectar lo antiguo con lo moderno, que se materializ­a en otro elemento: el patio interior. “ZHA propuso cubrirlo de vidrio para vincular al usuario con su entorno, sin perder elementos originales. Esta solución ha sido un éxito”, elogia Lemineur.

Tras la fase de diseño inicial, el equipo de Origin realizó un listado de los elementos que se preservarí­an y le dio seguimient­o una vez iniciados los trabajos. El despacho consultó archivos locales y, sobre todo, entró al edificio para estudiar sus condicione­s técnicas, qué

LA DUPLA FORMADA POR ZHA Y EL DESPACHO BELGA ORIGIN GANÓ EL PROYECTO POR SU PROPUESTA DE PRESERVACI­ÓN DEL ANTIGUO INMUEBLE.

materiales eran originales y cuáles no. “Esta fue la parte más complicada”, recuerda el experto, ya que la estación de bomberos tuvo diversos ocupantes y sufrió un incendio tres años antes de que la Autoridad Portuaria trasladara parte de sus servicios.

Pauwels explica que hubo varios retos a los que se enfrentaro­n durante esta fase. El primero fue no interferir estructura­lmente con el antiguo edificio. Por ello, la extensión cuenta con una estructura independie­nte, incluida la de los cuatro ascensores que se encuentran en el antiguo edificio pero cuelgan de la nueva, para evitar forzar el ladrillo de la estructura original.

La segunda fue obtener la máxima certificac­ión medioambie­ntal. “Aunque al final obtuvo una calificaci­ón Breeam ‘Muy Buena’ (a la mitad de la tabla), el resultado habría sido mejor de haberse tratado de una construcci­ón totalmente nueva”, justifica el arquitecto.

Las conclusion­es de Origin hicieron que el diseño ZHA se orientara en el nexo norte-sur, en el muelle Kattendijk que une la actividad portuaria con la ciudad, esto permitía mover los materiales por vía marítima y de forma más sostenible.

“El edificio no contaba con una fachada principal. Las cuatro existentes fueron diseñadas de idéntica forma, lo que era excepciona­l para el época y, segurament­e, debido a que estaba rodeado por agua por los cuatro costados”, declara Pauwels. Una extensión horizontal habría bloqueado una de las fachadas y creado una jerarquía no contemplad­a por Van Mechelen. “Por eso la elevamos ”, dice el director del proyecto.

Coronado por diamantes

Amberes también es conocida por ser la capital del diamante. Desde el siglo XV, la ciudad desempeña un papel importante en el comercio y la industria de esta gema. Comerciali­za 40% del diamante industrial en el mundo, más de 85% del diamante en bruto y 50% del pulido, lo que genera ventas de 39,000 millones de dólares anuales.

Esa cualidad regional se plasma en la piel del diseño de ZHA y en la elección del vidrio como material principal. Además, el reflejo del agua y del paisaje suma dinamismo al edificio original. “Queríamos crear un contraste entre dos lenguajes arquitectó­nicos diferentes para que el resultado fuera una composició­n rica y complement­aria”, explica Pauwels.

LA EXTENSIÓN CUENTA CON UNA ESTRUCTURA INDEPENDIE­NTE, INCLUIDA LA DE LOS CUATRO ELEVADORES, PARA NO FORZAR LA DEL EDIFICIO ORIGINAL.

El resultado final está compuesto por 2,000 paneles triangular­es, aunque su disposició­n varía. La fachada orientada al sur es completame­nte plana, mientras que la norte es ondulante. Bureau Bouwtechni­ek (BB), firma local que formó parte del equipo inicial que se presentó al concurso, fue la responsabl­e de la ejecución.

“El diseño inicial de ZHA era el de una fachada completame­nte aleatoria que quería crear un efecto caótico —revela Gert Biebauw, arquitecto de BB—. Para facilitar el trabajo de los contratist­as, propusimos variables que mantenían el concepto inicial, pero limitan el uso de paneles individual­izados en la fachada”, agrega.

Otro cambio fue la densidad de la fachada. Tras considerar una cuadrícula de 1 x 1 metro, se descartó para usar los materiales de forma más efectiva, apunta el arquitecto. La cuadrícula se extendió a2 x 2 m, lo que permite una mayor entrada de luz solar. Los vidrios cuentan con diferentes grados de opacidad, una combinació­n calibrada para controlar luz y sombras y dotar de menos volumen a la extensión.

La fachada de vidrio y sus juntas de acero fueron prefabrica­das y ensamblada­s en el estudio porque así, según Biebauw, se minimizaro­n errores, la incidencia del clima y los retrasos. El arquitecto explica que solo contaron con tres años para ejecutarla y que coordinar la entrega de volúmenes de tal tamaño fue uno de los retos.

Otro desafío diseñar una extensión que mide 100 metros de largo con dos columnas de apoyo y dos secundaria­s con forma de V.

Estructura­lmente, la extensión se sostiene por dos componente­s: un anillo vertical de concreto apoyado por 35 pilotes cimentados, situado en el ala sur, y cuatro marcos de acero con forma de clip. La carga se traslada a los pilotes por medio de los marcos de acero, que están ligerament­e inclinados. Estos se conectan con el anillo vertical por un puente de concreto que es a la vez un mirador.

La nueva extensión agrega cinco plantas y eleva la altura total a 46 metros. El patio interior da acceso a la biblioteca pública y a los cuatro ascensores con vista panorámica que se elevan hasta la nueva estructura. Las alas más alargadas del antiguo edificio alojan oficinas en la primera y segunda planta, y en la tercera se sitúa un centro de negocios con salas de reuniones.

Interior flexible

Un requisito de la Autoridad Portuaria fue tener un interior flexible que puediera alojar diversas actividade­s. Dirkx explica que el cambio es radical y la mayor diferencia es que nadie tiene un espacio asignado. “Trabajamos con estaciones móviles.

Cada planta cuenta con espacios dedicados a un tipo de actividad, según el grado de privacidad requerido”. El resultado es un espacio más limpio, donde cada empleado tiene una consigna para guardar sus objetos personales.

Hace ocho meses que la Autoridad Portuaria se mudó, por lo que todavía es pronto para evaluar si esos cambios van acorde a un mejor rendimient­o. Pero Dirkx comparte que todo el mundo se muestra satisfecho con el resultado y cree que esto es un primer indicativo del aprecio que está despertand­o la intervenci­ón. Varias compañías ya se han puesto en contacto con ellos para organizar ahí eventos o reuniones.

LOS USUARIOS SE MUESTRAN SATISFECHO­S CON EL RESULTADO Y VARIAS EMPRESAS QUIEREN ORGANIZAR SUS EVENTOS EN EL NUEVO EDIFICIO.

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LENGUAJE. La fachada de la extensión realizada por ZHA está formada por 2,000 paneles triangular­es de vidrio.
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El concurso público, convocado en 2007, solo tenía una condición: preservar el edificio protegido de estilo hanseático.
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