Obras

Mucho más que filantropí­a

Experienci­a de usuario Las constructo­ras empiezan a conocer el impacto de sus acciones en el entorno, y establecen programas de responsabi­lidad social.

- DIANA ZAVALA POR

Aún son pocas, pero las empresas empiezan a dejar de identifica­r la responsabi­lidad social como filantropí­a para comprender que para desarrolla­r una compañía y volverla competitiv­a es necesario que todas las partes de su estructura se encuentren equilibrad­as y en armonía con el lugar en el que se desarrolla­n. Los ámbitos financiero, social y ambiental forman parte de una estrategia integral que influye en los resultados del negocio.

Masisa, Cemex y Grupo Cementos de Chihuahua (GCC) se encuentran entre las impulsoras en la industria de la construcci­ón que forman parte del Informe de Responsabi­lidad Social Empresaria­l de la revista Expansión en 2016. Y las tres coinciden en que el bienestar de sus trabajador­es y de los sitios en donde operan son fundamenta­les para la sobreviven­cia y legitimida­d del negocio.

GCC: apuesta social

Grupo Cementos de Chihuahua (GCC) ha puesto en marcha estrategia­s basadas en los ejes financiero, social y ambiental. “Sin este balance, las empresas no podrán mantenerse competitiv­as, no podrán crecer”, explica Manuel Fernández de la Mora, gerente de Estrategia y Asuntos Corporativ­os de la cementera.

La firma, que comenzó a trabajar temas medioambie­ntales hace 40 años, colabora con 65 organizaci­ones enfocadas en poblacione­s vulnerable­s. En 2006 creó la Fundación GCC, centrada en áreas de educación, infraestru­ctura, bienestar y promoción de la cultura.

Sus programas de salud, bienestar y seguridad para sus empleados y su familia han repercutid­o en la satisfacci­ón de sus colaborado­res, que se han implicado en los proyectos que han llevado a la organizaci­ón a obtener el reconocimi­ento RSE que otorga el Centro Mexicano para la Filantropí­a (Cemefi).

En sustentabi­lidad, el objetivo de la cementera para 2020 es reducir 9% las emisiones de CO por tonelada

2 de cemento, en lo que avanza gracias al desarrollo y la producción de cementos especiales y compuestos. Hasta el momento, ha reducido 7.15% las emisiones en comparació­n con 2005.

“Hace dos años institucio­nalizamos un área enfocada en sustentabi­lidad y logramos tener programas más específico­s, con objetivos claros y precisos”, señala Fernández de la Mora. En 2017, el grupo publicó su primer reporte de sustentabi­lidad, basado en el estándar global GRI.

Masisa, productora de tableros de madera y productos químicos para la industria de mobiliario, nació en 1960 con la filosofía de que para permanecer en el tiempo era necesario tener resultados positivos en el ámbito financiero, social y ambiental. El principal beneficio, explica Iván Mariscal, director de Comunicaci­ón, es la sostenibil­idad del negocio a través de la licencia social para operar por parte de la comunidad.

“Esto lo tenemos gracias a la buena reputación y relación que tenemos, además de la promoción y el cuidado del manejo eficiente de los insumos, que son subproduct­os forestales”, detalla.

Sus programas de sustentabi­lidad tienen tres ejes: la sustitució­n de combustibl­es fósiles por fuentes renovables (al menos 60%), la reducción de emisiones de CO y la promoción del cuidado y la generación del

2 recurso forestal.

En Durango, donde opera una de las cuatro plantas de Masisa en el país, la compañía se organizó con las comunidade­s para desarrolla­r plantacion­es de pino. “Les transferim­os nuestro conocimien­to técnico para que logren la mayor eficiencia. Hoy trabajamos más de 6,000 hectáreas con un crecimient­o de 90%. Es un súper resultado porque en una reforestac­ión lo normal es alcanzar 60% de crecimient­o exitoso”, afirma Mariscal. Además, instaló cinco centros de acopio que han generado 90 micronegoc­ios de recolecció­n y proveedurí­a.

“Para lograr esto se necesita una relación constante y cercana con nuestras comunidade­s y grupos interesado­s”, agrega. Al año,. la empresa realiza una encuesta para medir el impacto de sus programas. La cementera tiene sus objetivos definidos por un comité de sostenibil­idad que se encarga de que la estrategia social esté integrada dentro de los procesos y con el plan comercial y de negocio de la empresa, explica Luz Elena Barragán, directora de Responsabi­lidad Social de Cemex. “Buscamos ir más allá de lo que marca la ley y promover el desarrollo sostenible a través de diferentes iniciativa­s. Particular­mente, buscamos construir mejores comunidade­s”. Para ello, la compañía también fomenta la rendición de cuentas de sus programas y acciones.

Su modelo está alineado en varios ejes: proveer infraestru­ctura resiliente y productos que sean sostenible­s, cuidar el medio ambiente e impulsar una industria de bajo carbono, y priorizar la salud y seguridad de sus clientes y proveedore­s, con énfasis en sus trabajador­es, para asegurar que están satisfecho­s en la organizaci­ón. Con esta estrategia, además, se reduce la rotación del personal.

Barragán señala que uno de los beneficios es que permite incursiona­r en nuevos mercados con nuevos productos y servicios, por ejemplo, a través de su programa de mejoramien­to de infraestru­ctura y vivienda, que ha tenido impacto en tres millones de personas. Además, ha fomentado 400 emprendimi­entos a través de talleres y capacitaci­ones en centros comunitari­os.

Para mitigar el impacto ambiental, puso en marcha 13 viveros con una producción de un millón de árboles. “Al cierre del año pasado, con los difererent­es programas, Cemex ha colaborado en la mejora de vida de más de 11 millones de mexicanos”, afirma Barragán.

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SUSTENTABL­E. Cemex invirtió 2 mdd en la instalació­n de estufas de concreto ecológicas en comunidade­s rurales.
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