Obras

Hundimient­o controlado

Un sistema de drenes y sensores ayuda a que el asentamien­to de las tres pistas del NAICM sea homogéneo en un suelo lacustre.

- POR ÁNGEL MALAGÓN

Resultado de estudios de mecánica de suelos en el terrero del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NACM), en el antiguo lago de Texcoco, los expertos a cargo decidieron acelerar el hundimient­o para minimizar los asentamien­tos a valores aceptables para la infraestru­ctura.

Con este método de drenes y sensores “se espera que la pista se asiente entre 2 y 15 cm al año, como sucede en el aeropuerto actual, pero esta vez de forma pareja”, explica Juan Pablo Durán, asesor en transporte­s de Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México (GACM).

El agua del subsuelo llega a los drenes verticales, que con ayuda de los horizontal­es es conducida al drenaje provisiona­l, para luego dirigirse a los vasos reguladore­s Cola de Pato y Colorado, al suroeste del polígono aeroportua­rio.

En cada pista se colocaron alrededor de 200,000 drenes verticales, que equivalen a 62 millones de metros lineales, elaborados con un prefabrica­do geotextil de sección plana anclado a una placa que se introduce en el subsuelo ( casing).

Para aumentar la capacidad de carga de las pistas, las constructo­ras instalaron una geomalla triaxial rellena con tezontle de 2 a 3.6 pulgadas y una altura de 50 cm, nivel donde se llevó a cabo la colocación de los drenes y sensores.

Para mayor control sobre los asentamien­tos del suelo, en cada dren se colocaron sensores flexómetro­s, inclinómet­ros y piezómetro­s para medir las deformacio­nes del suelo que sufren las pistas.

El sistema está cubierto por una capa de tezontle de 1 m y otra del doble de piedras basálticas, cuyo propósito es hundir la pista los 2 m de altura que ocupa este método. Al final se colocará la base y la sub-base de losa que recibirá los 13 cm de carpeta asfáltica.

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