Obras

Incendios que arrebatan vidas

- Franco Bucio Mújica Arquitecto, perito, DRO, consultor en normas, regulacion­es y capacitaci­ón para la construcci­ón. Director de CORPICO. obras@expansion.com.mx

En junio nos enteramos de un incendio en la Torre Grenfell de Londres, un edificio habitacion­al de 24 niveles con estructura de concreto reforzado que fue consumido y dejó 79 víctimas, algunos muertos y otros desapareci­dos.

Según las investigac­iones preliminar­es, el fuego comenzó en una nevera defectuosa en el cuarto nivel y se propagó con rapidez, quizá porque los revestimie­ntos exteriores para el aislamient­o térmico del edificio no eran ignífugos. Según las autoridade­s londinense­s otros 600 edificios se encuentran en situación semejante, por lo que el riesgo de incendio es latente.

Pese a estas tragedias que se presentan en países avanzados, en México aún no estamos consciente­s del riesgo que los incendios pueden ocasionar a los edificios, todavía creemos que el fuego con resultados destructiv­os o fatales es improbable. Esta percepción también la tienen quienes diseñan, construyen, encargan o licitan la construcci­ón de edificios públicos o privados.

En las escuelas de ingeniería y de arquitectu­ra ni siquiera se ofrecen conocimien­tos básicos para la prevención, combate o confinació­n de incendios; mucho menos proporcion­an educación sobre las técnicas y productos para que los edificios resistan el fuego.

En la mayor parte del país no existe la preocupaci­ón por los incendios. Basta revisar los reglamento­s de construcci­ón; la mayoría si acaso establece que las oficinas locales de los bomberos otorguen una aprobación, comúnmente relacionad­a con tener extintores, detectores de humo y cisternas.

Quizá la Norma técnica complement­aria para el proyecto arquitectó­nico de la ciudad de México es la única que incorpora requisitos para prevenir incendios e incrementa­r la seguridad de los usuarios y la estabilida­d estructura­l de las edificacio­nes, y las clasifica en función del grado de riesgo al que puedan estar sujetas según sus dimensione­s, uso y ocupación. También exige que los elementos y componente­s constructi­vos resistan al fuego directo, sin llegar al colapso y sin producir flama, humos o gases tóxicos o explosivos por un determinad­o periodo.

Para ello demanda el cumplimien­to de la norma mexicana NMX-C-307/1- ONNCCE, a fin de calificar la resistenci­a al fuego de elementos y componente­s estructura­les; la que establece requisitos aplicables a muros, columnas, entrepisos, cubiertas, techos, vigas, trabes y arcos, ya sea por sí mismos mediante recubrimie­ntos, resistenci­a que comúnmente no se cumple. Por cierto, los recubrimie­ntos que incrementa­n la resistenci­a térmica o el aislamient­o acústico también deben demostrar su auto ex tinguibi lid ad.

La ignorancia o la negligenci­a en estas materias comúnmente están asociadas a los homicidios imprudenci­ales y a la corrupción, por ello es imposterga­ble que académicos, diseñadore­s, constructo­res y responsabl­es de obra actualicen sus conocimien­tos y los proveedore­s de la construcci­ón garanticen que sus productos son autoexting­uibles o ignífugos, a fin de contar con edificios “a prueba de fuego”, con lo que evitaremos tragedias como la sucedida en Londres.

En la mayor parte del país no existe la preocupaci­ón por los incendios. Basta revisar los reglamento­s de construcci­ón”.

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