Sentarse en un mundo de hombres
El mobiliario de oficina no responde a las necesidades físicas de la mujer, un detalle en el que algunas marcas ya han puesto atención.
Hace 17 años, Gail Evans, exdirectiva de la cadena CNN en Estados Unidos, advirtió sobre lo difícil que es para una mujer aprender a sentarse en un mundo laboral dominado por el género masculino. “Es triste, pero los muebles de oficina están construidos por y para los hombres (…) Las sillas tienen el tamaño adecuado para ellos, lo que significa que suelen ser incómodas para nosotras”.
En su libro Juegue como hombre, gane como mujer, la también escritora y conferencista reconoció enfrentarse a la “irritante y cansada lucha” por controlar el espacio de trabajo. “En lugar de estar absolutamen- te presentes y alerta, con nuestra manos frente a nosotras y la espalda recta, la silla parece demasiado baja, la mesa demasiado alta; cuando usted intenta moverse en busca de comodidad, la mesa parece demasiado baja, la silla demasiado alta. Es muy difícil sentirse segura cuando sus pies casi no llegan al suelo (…) He de admitir que a mí me costó años averiguar la manera de acomodarme a mi sillón de ejecutiva”.
Era complejo imaginar el momento en el que fueran los hombres quienes se movieran para ajustarse a las sillas hechas con las medidas femeninas. “Algún día puede que tengamos el poder de diseñar nuestros propios muebles”, anhelaba.