Del sueño a la realidad
Diseñado por el despacho Legorreta, el puente que une los aeropuertos de San Diego y Tijuana marca historia y, aún en la era Trump, da fe de una sólida relación binacional.
El Puente Otay une los aeropuertos de San Diego y Tijuana, y se convierte en icono de relación binacional.
Afinales de 2006, los habitantes y las autoridades de San Diego, California, tenían una acalorada discusión para decidir qué hacer con su viejo aeropuerto, el Lindbergh Field, que llegaría a la saturación entre 2015 y 2022. El problema era que su ubicación cercana al centro de la ciudad, cualidad que lo hacía tan cómodo para los viajeros, dificultaba construir más pistas para su expansión.
Un grupo de empresarios de México y Estados Unidos ideó una solución: aprovechar la infraestructura del aeropuerto de Tijuana, a unos metros de la frontera, para desahogar la saturación. Hoy el Cross Border Xpress (CBX) es una realidad: una terminal en el condado de Otay Mesa que se conecta con el aeropuerto de Tijuana por un puente con una garita internacional, y que permite que pasajeros del sur de California tomen vuelos a varias ciudades de México.
Inspirada en las alas de un avión de papel, vista desde la punta, esta terminal alberga todos los filtros necesarios para la entrada y salida de usuarios fronterizos y zonas comerciales, conectada por un puente de casi 2,000 m2, explica Carlos Vargas, socio y director de proyecto de la firma Legorreta, responsable de diseño de 8,082 metros cuadrados.
El corazón del proyecto es un espejo de agua que recibe al usuario en un patio central, que actúa como nodo articulador y que divide flujos y funciones. Vargas explica que sus volados horizontales, junto con su geometría, son un ‘umbral’ para enmarcar el punto de cruce entre las ‘dos Californias’.
El paso elevado del CBX es el primero que conecta un edificio en Estados Unidos directamente con una terminal aeroportuaria extranjera. “Realizar un proyecto de este tipo es una oportunidad única en el mundo”, señala el arquitecto.
Tras la inauguración, en 2016, comenzó a sentirse el acercamiento que la obra propició entre Tijuana y San Diego. Justo cuando algunos políticos estadounidenses pregonaban la necesidad de separar ambos lados de
la frontera. “Yo creo que en esta época política es importante y muy simbólico hacer un puente fronterizo contra la idea de hacer muros”, sostiene Vargas.
El origen del proyecto
La idea de conectar el aeropuerto de Tijuana con territorio estadounidense flotó en el aire desde finales de los ochenta, cuando el promotor inmobiliario Ralph Nieders contactó a políticos en ambos lados para convencerlos de la viabilidad del proyecto. Para 1998, la idea fue retomada por el South County Economic Development Council (SCEDC), una asociación sin fines de lucro integrada por empresarios y líderes comunitarios, que trabaja con el gobierno de San Diego.
Ese año, el SCEDC publicó un informe en el que determinó que aprovechar la infraestructura de Tijuana para desfogar el Lindbergh Field era viable. Su recomendación era esperar a que concluyera la privatización de los aeropuertos mexicanos.
Aunque el proyecto registró algunos avances durante esos años, fue en 2006 cuando el empresario de bienes raíces Sam Zell decidió hacerlo suyo. Pronto, el Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), operador del aeropuerto, se unió a la iniciativa, explica Luis Palacios, director de mercadotecnia del CBX. El proceso para obtener las autorizaciones gubernamentales comenzó en 2007 y fue largo y difícil. “Los permisos de construcción y ambientales de California tomaron bastante tiempo. Hubo un par de órdenes presidenciales que fueron firmadas tanto en México, por la administración del entonces presidente Felipe Calderón, como en Estados Unidos, bajo la administración de Barack Obama”, detalla. En 2013 la empresa desarrolladora formada para el proyecto, Tijuana Venture LLC, obtuvo luz verde.
Sin embargo, el reto apenas comenzaba. Vargas recuerda que lo primero que tuvieron que hacer fue
LA IDEA DE CONECTAR EL AEROPUERTO DE TIJUANA CON SAN DIEGO SURGIÓ EN LOS AÑOS OCHENTA, PERO FUE EN 2006 CUANDO EL PROYECTO TOMÓ VUELO.
escuchar las necesidades de Aduanas y de Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). El organismo requería instalar una gran cantidad de equipo y asegurarse de que las instalaciones cumplieran con las especificaciones de seguridad. Una buena parte de los 150 millones de dólares (mdd) de inversión del proyecto se explican por estos requerimientos.
Entre los mayores desafíos, estuvo construir el puente de 180 metros de longitud que conecta a ambos países sin bloquear la vialidad que separa el aeropuerto de Tijuana de la frontera y sin entorpecer las labores de la patrulla fronteriza o reducir su visibilidad en el lado estadounidense, explica el arquitecto. Esto se solucionó con la instalación de solo dos puntos de apoyo.
Fiel a su estilo, la firma de arquitectura decidió dotar a esta obra de dos de sus elementos más distintivos: luz natural y materiales que combinaran con el entorno. Específicamente, escogió una cantera originaria de San Luis Potosí, que también destaca por ser una zona árida, similar a la del norte del país.
Construir una obra que conecta dos países no significó que los materiales pudieran fluir libremente en la zona de construcción, por lo que los correspondientes a cada lado tuvieron que llevarse por separado. “No podíamos pasar una sola piedra. Teníamos que meter los materiales por tráiler y llevarlos hasta la zona de obra en Estados Unidos”, recuerda Vargas.
Resultados positivos
El CBX cerrará 2017 con 1.9 millones de pasajeros, explica Palacios, una cifra que ha contribuido a que el tráfico del aeropuerto de Tijuana pasara de 4.9 millones de pasajeros en 2015 a una previsión de 7.2 millones. Los usuarios más intensivos son los migrantes mexicanos que desean viajar para ver a sus familiares y amigos. Estos pasajeros encuentran en Tijuana una conectividad mayor y muchas más frecuencias que en las zonas metropolitanas de San Diego e, incluso, Los Ángeles, además de ahorros de hasta 300 dólares por vuelo redondo, de acuerdo con GAP.
Palacios explica que muchos de los viajeros del sur de California ya viajaban a Tijuana para conectar con otras ciudades de México, pero implicaba dedicar entre dos y tres horas para cruzar la frontera en las garitas congestionadas y el mismo tiempo para regresar. Ahora
EL PROYECTO NO SOLO ES USADO POR LOS MIGRANTES MEXICANOS, HA CONTRIBUIDO A AUMENTAR EL TURISMO DE PLAYA EN MÉXICO Y EL DE COMPRAS EN SAN DIEGO.
solo necesitan un boleto de avión, 16 dólares para cruzar la garita y 15 minutos.
Ese grupo constituye entre 75 y 80% de los usuarios a los que se planeaba atender, pero otros dos grupos también aprovechan la obra. Uno es el de los viajeros mexicanos que están descubriendo San Diego como destino turístico o de compras, y representan aproximadamente 15% del total.
El otro grupo son los turistas estadounidenses que han encontrado una mayor oferta y mejores precios, explica Miguel Aguiñiga, director de Desarrollo de Mercado de Volaris, aerolínea que opera en el aeropuerto. La obra también ha generado un crecimiento en los destinos de playa. “Es donde más crecimiento hemos visto, aproximadamente de 26%”, agrega.
El CBX tiene capacidad para atender a 5 millones de pasajeros cada año; la cifra esperada para el cierre de 2017 está lejos de saturarlo. La administración espera que las tasas de crecimiento sean más moderadas en los próximos años. Sin embargo, ya solicitó autorización para construir 1,000 cajones de estacionamiento adicionales a los 1,000 actuales, debido a que el uso ha sido más intenso de lo que habían pensado.
A mediano plazo, el plan maestro contempla la construcción de otros giros comerciales alrededor del CBX, como hoteles, outlets y gasolineras.
GAP está en proceso de invertir entre 50 y 80 mdd como parte de su programa de ampliación del aeropuerto, impulsado en alguna medida por el CBX, al que atribuye una tercera parte de su crecimiento. Sumará 25,000 m2 al área terminal e incrementará 30% el comercial. Una de las intenciones es que la obra también atraiga vuelos provenientes de Japón, China, Corea del Sur y otros países asiáticos a Tijuana.