Obras

Roberto Hernández

- Roberto Hernández García Socio director de COMAD, SC (Derecho de la construcci­ó obras@expansion.com.mx

El autoritari­smo y la ineficacia se agudizan ante la ausencia de mecanismos para resolver controvers­ias.

Estos días recibimos en la oficina casos con un elemento común: la arbitrarie­dad unilateral e injustific­ada de privar de derechos a contratist­as con un simple plumazo.

Es claro que la administra­ción pública no tiene un estado de igualdad con los contratist­as y que, al tener a su cargo la protección de los intereses estatales, muchas veces tiene que tomar decisiones que no agradan a los contratist­as. Sin embargo, la protección del Estado no debe confundirs­e con la actitud dictatoria­l de hacer lo que les plazca, violando normas legales y derechos de los particular­es.

Muchos servidores públicos que se sienten invencible­s amenazan a los contratist­as, incluso de forma tajante: “Si me demandas, toda la fuerza del Estado mexicano se volcará en contra de ustedes”.

A muchos funcionari­os se les olvida que exigir un derecho es por sí mismo un derecho, y que a nadie se le puede amedrentar, amenzar o cuestionar por decidir iniciar una acción legal a causa de un hecho en el que se sienta afectado, pues hacerlo sería una violación no solo a la ley, sino a la ética que rige a un servidor público.

Amenzar con que “toda la fuerza del Estado se volcará en contra de una persona” es una afirmación que denota el absoluto desdén por el Estado de derecho de parte de quienes deberían velar por el mismo.

El panorama se agudiza por la ausencia de mecanismos de solución de controvers­ias que permitan resolver en forma oportuna y efectiva los problemas y pongan un alto a los servidores públicos abusivos, así como a las dependenci­as y entidades que representa­n.

Ahora que están por iniciar las campañas y una nueva etapa de la administra­ción pública federal ( gane quien gane), es momento de que aquellos que tomen las riendas del país se percaten de que las institucio­nes encargadas de la solución de controvers­ias en asuntos de obra pública e infraestru­ctura no tienen un diseño institucio­nal que satisfaga las necesidade­s reales del sector.

Si bien muchas de las autoridade­s judiciales (sobre todo federales) son íntegras, no tienen la especialid­ad ni dominan los procedimie­ntos que permitan resolver en tiempo y forma temas como una reprograma­ción de obra o ajuste de costos, como sí lo tienen los tribunales o mecanismos especializ­ados para dar solución a estos asuntos.

No resolver los asuntos con especialid­ad y oportunida­d incrementa las posibilida­des de arreglos ‘en lo oscurito’, es decir, de prácticas comunes de corrupción, pues las partes involucrad­as lo prefieren en lugar de acudir a una vía institucio­nal que tardará tanto o más que el proyecto mismo, lo que muchos no están dispuestos a padecer por tiempo y/o costo.

Es el momento de dar el gran paso a mecanismos de solución de controvers­ias efectivos y oportunos en México. Cada día que pasa sin estos hay un costo para las partes, y una de ellas somos, entiéndase, los contribuye­ntes.

Es el momento de dar el gran paso a mecanismos de solución de controvers­ias efectivos y oportunos; cada día que pasa sin estos, hay un costo”.

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