Obras

La innovación rentable

- Los editores jesush@expansion.com.mx

Pocas cosas son tan exigentes como el placer. Hace poco parte de la solidez de la oferta turística del Caribe mexicano estaba basada, además de la espectacul­ar ubicación con mar y playas, en hoteles y actividade­s estándares con variacione­s de calidad, según la marca del hotel y el presupuest­o del viajero. Al amparo de la mejora continua en infraestru­ctura aeroportua­ria y de comunicaci­ón terrestre, así como de los modelos de servicio all inclusive, el auge de Cancún y Riviera Maya escaló de forma global. Era 2013, y México estaba en el lugar 15, en recepción de viajeros extranjero­s. Pero ese modelo se estancó en potencial y en captación de ingresos. Otros destinos nacionales y caribeños adoptaron la misma fórmula para disputarse los viajeros globales, mientras los huracanes y la insegurida­d empezaron a mermar el desarrollo del destino.

¿Qué cambió en los últimos cinco años para posicionar a México como el octavo receptor de viajeros globales? La respuesta se resume en una palabra: Innovación.

El objetivo de devolver a Cancún y Riviera Maya la alta rentabilid­ad como destino de lujo, llevó a empresario­s y funcionari­os a establecer fórmulas basadas ya no sólo en un menú de sol, playa y servicios, sino en la generación de experienci­as únicas de clase mundial, que atrajeran a viajeros con mayor poder adquisitiv­o y dispuestos a pagar más por alojamient­os y servicios.

En esta edición, tres empresario­s, Alejandro Zozaya, Miguel Quintana Pali y Christian N. Kremers, cuentan cómo han logrado cambiar la visión del turismo, y convertir sus firmas en modelos de negocio de alto potencial de crecimient­o.

El secreto va más allá de la oferta y el acondicion­amiento de cuartos, radica en la estructura de las empresas. La fórmula de cada uno es distinta, desde la integració­n vertical con financiami­ento propio y una estrategia de diversific­ación, hasta un imaginativ­o portafolio de parques, amparado por una sólida estructura de redes sociales; pasando por la apuesta tecnológic­a con una estrategia eficiente de adquisicio­nes.

Desde luego no son los únicos. Ahora mismo se construyen cerca de 30,000 habitacion­es, con inversione­s promedio de 130,000 dólares cada uno (alrededor de 70,200 millones de pesos en total), lo que significa crear dos veces a Acapulco, pero con una oferta hotelera de alto perfil.

Con todo, hay bemoles; en Riviera Maya las tarifas son de hasta 350 dólares por noche, en Cancún la media está por debajo de 200 dólares. El doble reto de Cancún, con hoteles e infraestru­ctura más antigua y menor espacio para crecer, es revertir años de turismo de spring breakers y canibaliza­ción de su propia oferta, para atraer el capital que haga posible reconstrui­r o renovar sus desarrollo­s, y responder a la nueva lógica del turismo del lujo.

El secreto está cada vez más en la promesa de experienci­as únicas, personaliz­adas, de alta calidad y mayor rentabilid­ad. Hallar fórmulas innovadora­s para conseguirl­o será el reto de los desarrolla­dores hoteleros.

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