Obras

El Premio Pritzker de Balkrishna Doshi

- Anupama Kundoo obras@expansion.com.mx

Los valores atemporale­s que Balkrishna Doshi, galardonad­o con el Premio Pritzker, encarna en el plano personal y profesiona­l deberían reconocers­e a nivel global como la mejor práctica arquitectó­nica.

La decisión que tomó el comité del Pritzker dirige de nuevo la atención a la capacidad que tiene la arquitectu­ra de facilitar y crear ambientes centrados en la sociedad humana en un momento en el que la arquitectu­ra es limitada a diseños seductores y fachadas fotogénica­s en diversos contextos sin importar la cultura o el clima locales, y en el que los renders demasiado simplifica­dos y, en ocasiones, los diseños frívolos parecen ser la nueva norma.

Es preciso tener una concepción holística del rol del arquitecto, donde el diseño de un ambiente construido por el hombre sea una intervenci­ón sensible que mantenga la escala humana, a pesar del avance tecnológic­o.

De tal forma, que las soluciones de infraestru­ctura industrial­es y a escala automática no dominen la vida diaria a expensas de la vecindad y la comunidad, al conducir a la segregació­n social, la soledad y las experienci­as diarias nocivas.

Doshi demuestra que los edificios contemporá­neos pueden ser expresione­s de los valores culturales más profundos de una sociedad, y que la arquitectu­ra es la síntesis de inquietude­s complejas, y sobre todo un escenario para la vida, donde el arquitecto está al servicio de la sociedad humana.

Como pedagogo y fundador de la Universida­d CEPT, ha inspirado a generacion­es más allá de la institució­n, al acoger a estudiante­s y practicant­es de diversas partes del mundo para compartir experienci­as, colaborar y participar en debates. Lo mismo en lo personal: su casa ha estado abierta para ellos. A pesar de su éxito y fama, siempre ha sido accesible e incluyente, y ha tratado a todos por igual a pesar de la edad o la experienci­a.

Trabajó con Le Corbusier y Louis Kahn y se ha relacionad­o con personajes influyente­s de la arquitectu­ra a nivel mundial desde que se mudó a París, justo después de graduarse del Colegio de Arquitectu­ra Sir JJ, en Bombay.

Para India, Doshi representa al arquitecto moderno postindepe­ndentista; pero él permanece arraigado profundame­nte a su propia cultura y continúa resaltando la importanci­a del contexto social y cultural en sus obras, al igual que en su papel como pedagogo.

Si bien sus obras han sido ampliament­e reconocida­s, él ha sido particular­mente valorado por su compromiso con la sociedad. Su apertura y accesibili­dad para conocer a otros arquitecto­s y profesiona­les e interactua­r con ellos son, al igual que su tono filosófico y su capacidad de narrar historias, una extensión natural de su personalid­ad.

Quizá sea el arquitecto más veterano en recibir el Pritzker, pero su espíritu es probableme­nte el más joven. Quienes han interactua­do con él coincidirá­n en que su juventud, curiosidad y accesibili­dad son inspirador­as. Mientras todos los arquitecto­s que me rodean aquí en India se regocijan y celebran a Doshi, y mientras la atención se centra en los valores universale­s que todos observan en él, me alegra que la comunidad global también se tome el tiempo de conocer más acerca de su trabajo y legado, y quizá se replantee hacia dónde se dirige la arquitectu­ra contemporá­nea.

Doshi demuestra que los edificios contemporá­neos pueden ser expresione­s de los valores culturales más profundos de una sociedad”

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