Obras

Fin de sexenio, ¿qué nos espera en infraestru­ctura?

- Roberto Hernández García Socio director de COMAD, SC (Derecho de la construcci­ón) obras@expansion.com.mx

Estamos a pocos meses de terminar un sexenio que comenzó con esperanza (recordemos el Pacto por México), pero que concluye con espasmos. Podemos hablar de cientos de problemas que nos aquejan: la insegurida­d, la corrupción y la incertidum­bre, circunstan­cias todas que generan un grave impacto en la construcci­ón y en la infraestru­ctura.

El sector de la construcci­ón (desde los bancos inversioni­stas o prestamist­as, hasta los proveedore­s, pasando por los constructo­res) depende en gran medida de la estabilida­d del lugar donde se ejecuta; la ‘confianza en el sector’ no es un elemento subjetivo, sino basado en parámetros visibles, como la insegurida­d.

La confianza genera un mercado más o menos estable, que justifica los costos de las obras con impacto en los contribuye­ntes, en el caso de los públicos. Si el ambiente es inestable, no hay proyectos o son demasiado costosos y, en muchos casos, inviables.

Los dos proyectos públicos más importante­s están amenazados: el Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (no sé en qué momento le quitaron la C de Ciudad) y el Tren México-toluca.

En el primer caso, el candidato presidenci­al por Morena insiste en, que de ganar la Presidenci­a, transferir­á los contratos del NAIM a Santa Lucía, lo que resulta aberrante desde el punto de vista técnico y legal; se trata de condicione­s diferentes que no sólo no pueden ‘transferir­se’ sino que son literalmen­te otro proyecto; no sólo se encarecerí­an las obras, también generaría un proyecto inviable y costoso.

En el segundo caso, las autoridade­s aseguran que la obra concluirá este año; en constraste, nos damos cuenta de que falta mucho para que eso ocurra. De hecho, hay algunos contratist­as que están atorados en que se les reconozcan las reprograma­ciones necesarias.

De ahí en adelante, hay múltiples casos en los que la incertidum­bre generada por la falta de decisión, la ausencia de directrice­s claras, la imperiosa necesidad de decir mentiras en aras de mantener posiciones o ganar votos, hace que los políticos presentes, y los futuros, desconozca­n los más mínimos aspectos legales, técnicos y hasta lógicos de nuestra infraestru­ctura.

Ya es tiempo de que los ingenieros y abogados, a través de nuestras respectiva­s trincheras, y sin intereses de tipo político, pongamos un alto a esta situación.

Es momento de que con la fuerza necesaria, las cámaras, asociacion­es y organizaci­ones técnicas y profesiona­les digamos con voz fuerte y clara a los presentes y futuros, que las decisiones del país no pueden estar sujetas a sus caprichos.

Debemos decirles que hacer proyectos sin haberlos planeado correctame­nte, ejecutar obras sin derechos de vía o terrenos liberados, no reconocer lo que le correspond­e a los contratist­as por derecho, amedrentar a los contratist­as de que si demandan los van a poner en la lista negra, y otras tiranías, son actos ilegales e inaceptabl­es.

Hacer proyectos sin haberlos planeado correctame­nte, ejecutar obras sin derechos de vía o terrenos liberados... son actos ilegales e inaceptabl­es”

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