BALKRISHNA DOSHI
A sus 90 años, Balkrishna Doshi (Pune, India, 1927) afirma haberse encontrado a sí mismo, gracias a su profesión. El arquitecto indio, premio Pritzker 2018, es conocido por la visión humanista de su obra, que evita las florituras y tiene como objetivo último mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Sus construcciones reflejan su profunda conexión con la cultura y la historia india, además de su preocupación por adaptar los edificios al contexto al que pertenecen.
Pese a que ha participado en la creación de todo tipo de edificaciones, quizá sus obras más celebradas son sus viviendas públicas en humildes barriadas indias (Indore o Ahmedabad). Más allá de dar cobijo a sus habitantes, éstas buscan ser espacios que la comunidad pueda disfrutar y modificar a su gusto.
Formado en Londres y en París, antes de fundar su estudio en India en los años 50, Doshi trabajó junto a Le Corbusier y Louis Kahn.
Por teléfono, desde Ahmedabad, India, Doshi recuerda con cariño su experiencia
como aprendiz bajo las órdenes de Le Corbusier y admite que sigue contando con una fotografía del arquitecto en su oficina. “Me mira como un guerrero, vestido de safari, listo para adentrarse en el desierto africano y luchar contra lo desconocido”, explica riendo.
Obras: ¿Cómo se siente después de merecer el Pritzker? Balkrishna Doshi: Fue una gran sorpresa, me siento satisfecho y muy agradecido.
O: ¿Se trata de un premio especial, al haber sido usted miembro del jurado entre 2005 y 2007? BD: Nunca lo esperas, especialmente a medida que te haces mayor. Cuando lo recibes, es como tocar las estrellas. [Ríe]
O: Usted creció en una familia de carpinteros, viendo tallar muebles, ¿influyó en su elección profesional? BD: Tuve suerte de crecer en un taller de carpintería viendo cómo la madera era cortada y trabajada para crear mesas, sillas, camas... Aprendí cómo unir distintas partes, cómo dividir elementos, cómo medir dimensiones... Durante el proceso, entiendes que hay maneras de enmendar aquello que es incorrecto.
Por otra parte, vivía con mi abuelo y vi cómo, a medida que la familia crecía, él mejoraba nuestro hogar. Una vez me convertí en arquitecto, y me pre- gunté cómo se consigue diseñar espacios capaces de crecer, para conseguir que sean sostenibles a largo plazo.
O: Esta característica se ha convertido en un elemento clave de sus construcciones. BD: El cambio, el crecimiento y la adición forman parte de mi percepción. Cualquier creación será orgánica, estará viva, y si está viva, crecerá y cambiará.
Las casas no son compartimentos estandarizados, aunque las entendamos de este modo. Cuando diseñas una casa, sabes que va a cambiar, a la vez que las familias que viven en ella cambien.
O: ¿Hogares para adaptarse al paso del tiempo? BD: Una casa es un hogar, no se trata sólo de un sitio que da cobijo, es un reflejo del ‘yo interior’ de sus habitantes.
O: ¿Otros arquitectos comparten esta visión? BD: No, en la profesión no se nos forma de ese modo. Nunca reflexionamos en profundidad acerca de los espacios que diseñamos. Si quieres que una persona permanezca en un sitio, debes permitir que ese espacio esté vivo.
O: ¿Cómo influyó esta filosofía en sus proyectos sociales? BD: Los habitantes de estos lugares son immigrantes, provienen de pequeñas ciudades y a menudo no disponen de nada. Pero si les ofreces un hogar que pueda ser modificado, les estás dando la oportunidad de quedarse donde están cuando formen una familia.
Actualmente, en India, en lugares como Mumbai, muchas personas son consideradas población fluctuante. Viven en un sitio pensando que se mudarán, pero a la vez empiezan a añadir todo tipo de elementos a los lugares donde viven.
O: ¿Cómo se planea, desde el diseño arquitectónico, para estos cambios? BD: Si estudias esos edificios, verás que son modificados a lo largo de los años. Se añaden habitaciones, terrazas, cambios en la planta baja. Viendo eso, pensé: ‘¿Por qué no considerar estas adiciones como algo natural?’
La arquitectura no es algo finito, es infinita y está viva. Estos cambios sirven para entender la historia entre el residente y el espacio que habita. O: ¿Ofreciendo esta posibilidad de modificar determinados espacios, empodera a sus habitantes? BD: No se trata de poder, sino de coexistencia. Ellos deben tener la posibilidad de proyectar en espacios vacíos, que puedan resultar útiles.
En India, no somos una sociedad tan móvil como en otros países, buscamos transformar un espacio temporal en uno permanente. Así es como funciona la emigración. En algunos de mis proyectos, aunque cuenten con habitaciones pequeñas, los habitantes consideran a los vecinos y a sus amigos como iguales, y acaban no queriéndose marchar.
O: Se crean comunidades más unidas. BD: Sí, brindándoles oportunidades para favorecer el cambio [en sus hogares].
O: En algunas de sus clases, llevaba a sus estudiantes a visitar barrios pobres. ¿Cuál era su objetivo? BD: Quería que vieran cómo viven las personas que no tienen nada con qué vivir, cómo crean con sus manos todo aquello que no pueden permitirse. La mayoría de estudiantes proviene de la clase media-alta. Cuando visitan esas barriadas, empiezan a hacerse preguntas sobre la manera de vivir de estas personas, la frugalidad.