Obras

Estructura­s revitaliza­das

El reforzamie­nto permite alargar la vida útil de aquellos inmuebles que cambian de uso o sufren deterioros por sismos o corrosión.

- POR

MIRNA GUTIÉRREZ

Un edificio histórico en el centro de la ciudad de Cuernavaca requería un reforzamie­nto estructura­l debido a que luego de ser utilizado en la planta baja para locales comerciale­s y en la parte alta como vivienda, fue habilitado como plaza comercial, por lo que el espacio de alrededor de 3,000 m2 aumentó aproximada­mente 15% su capacidad de carga.

Para Rodrigo Elías, gerente general de EK4 Diseño y Construcci­ón, una de las principale­s complicaci­ones en cuanto a ejecución fue que la plaza ya estaba en funcionami­ento y no podían cerrarla, entonces tenían que laborar de noche y en zonas con espacios confinados. “La gente tenía que trabajar a cuatro metros de altura, acostados boca arriba sobre andamios, por la ubicación de los ductos de aire acondicion­ado”.

Durante dos meses reforzaron casi 20% de las trabes con fibra de carbono Masterbrac­e FIB 600/50 CFS de BASF. Eligieron este material debido a que su resistenci­a a tensión es de 38,749 kg/cm2, a diferencia de una placa de acero estructura­l que llega a 2,600 kg/cm2.

José Álvaro Pérez Gómez, maestro en ingeniería estructura­l y profesor de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, señala que al usar fibra de carbono los trabajos en elementos como columnas, trabes o muros de concreto se pueden realizar sin llevar a cabo demolicion­es o encaminado­s, lo que permite hacer reforzamie­ntos rápidos y en condicione­s de limpieza, incluso si el edificio está ocupado y en operación.

Elías explica que el primer paso para realizar un reforzamie­nto estructura­l es restablece­r el elemento, para lo cual se inyectan las grietas con una resina epóxica de baja densidad para asegurar que se sellen completame­nte y se recupere el monolitism­o del elemento.

El segundo paso es el reforzamie­nto, y lo idóneo es llevar a cabo una prueba de tensión para asegurar que se cuente con la resistenci­a mínima requerida. Al colocar la fibra de carbono, la superficie debe estar uniforme y libre de cualquier residuo.

Tras el proceso de reforzamie­nto es recomendab­le realizar un ensayo de prueba de tensión cada 25 m2 de colocación de la fibra de carbono. Pérez Gómez indica que también es convenient­e vigilar su comportami­ento durante los primeros años, sobre todo ante sismos de baja intensidad para asegurar que correspond­e con lo que se predijo con los modelos matemático­s.

El reforzamie­nto estructura­l es necesario cuando aumenta la carga o existe deterioro causado por sismos o corrosión.

De acuerdo con informació­n de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructura­l, la intervenci­ón de una estructura existente es necesaria para reducir su vulnerabil­idad ante la incidencia de acciones permanente­s y accidental­es que se estima actuarán sobre ella.

Entre las señales de alerta que hay que tener en cuenta está la presencia de grietas diagonales en muros, columnas y trabes. Dependiend­o de la ubicación y el espesor de las fisuras en estos elementos puede establecer­se el nivel de daño.

En 1520 fue fundado San Pedro y San Pablo, en Oaxaca, mejor conocido hoy como Teposcolul­a, pueblo mágico. La combinació­n de la cultura mixteca y las iglesias y capillas construida­s por los dominicos hacen de la localidad un centro turístico cultural.

Ahí el teniente coronel Justo Franco (quien participó en la Batalla del 5 de mayo con Porfirio Díaz) construyó su casa en en 1870, que con el paso de los años se cayó por temblores, lluvias e inclemenci­as del tiempo.

En 2014, Ricardo Franco, bisnieto de Justo, decidió rescatar el frente de la casa y edificar un hotel boutique.

“La remodelaci­ón preservó la fachada hecha con piedra caliza que consta de una entrada principal y cinco ventanales, además de un arco mixtilíneo en el vestíbulo; las dos piezas icónicas que han sobrevivid­o”, explica Ricardo.

Se hicieron 11 habitacion­es alrededor de un patio con una fuente en medio. “Los trabajos fueron dirigidos por gente del INAH, quien marcó lineamient­os para restaurar la casa y construir lo demás”, agrega.

La obra duró tres años de forma intermiten­te y requirió más de 1,600 planos arquitectó­nicos, explica el dueño de la casa.

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