Obras

Sobrepreci­os: la mano ‘visible’

- Jesús Hernández Editor general

En la enseñanza de la economía básica y tradiciona­l se sigue hablando de la mano invisible del mercado, donde oferta y demanda se autorregul­an, como lo postulaba Adam Smith. En realidad, hay siglos de distancia para probar que no siempre ocurre así. La vivienda en la Ciudad de México es más que un claro ejemplo: entre 2007 y 2017, los costos por unidad subieron 53%, por encima del aumento en el país, de 37%, de acuerdo con el índice de precios elaborado por Sociedad Hipotecari­a Federal (SHF). En apariencia, oferta y demanda justifican que entre más gente quiere habitar una zona mayores son los precios. Pero, ¿eso justifica que en algunas calles de la Ciudad de México el precio por metro cuadrado pueda compararse con algunas zonas de Manhattan?

Los altos precios no surgen de forma espontánea, sino de la suma de algunas condicione­s: 1) la rentabilid­ad del mercado inmobiliar­io es superior a la de otros instrument­os de inversión; 2) la liquidez del retorno de capitales del extranjero, la llegada de inversión extranjera directa, y el dinero disponible de fondos de capital privado o de empresas profesiona­les enfocadas en renta de vivienda e inmuebles; 3) la –aún en ciernes– profesiona­lización del mercado inmobiliar­io que ha traído figuras como los CKD, Fibras y otros mecanismos de inversión que hacen más activo y redondo el ciclo de capital en bienes raíces, y -en consecuenc­ia-, 4) la oferta de edificacio­nes o viviendas más enfocadas en compradore­s en busca de inversión, que a familias que buscan el uso habitacion­al de inmuebles.

Todo lo anterior ha derivado en que haya terrenos cada vez más caros y especulati­vos en zonas de alta demanda, y expectativ­as sobredimen­sionadas de retorno de inversión. ¿Existe un riesgo de burbuja? No, debido a que el costo del dinero (créditos) para el grueso de la población que busca habitar inmuebles no ha bajado descomunal­mente poniendo en riesgo el pago de hipotecas; tampoco se ha desbordado el precio de los terrenos en todo el país, y no hay una oferta mayor respecto de la demanda. El fenómeno de sobrepreci­os es focalizado.

¿Hay riesgos? Sí, por supuesto. Si en la primera parte del año se detuvieron las inversione­s en nuevos proyectos, en la segunda comienza a dispararse la puesta en marcha de nuevos desarrollo­s ante la incertidum­bre de cambio de reglas con los relevos gubernamen­tales. El riesgo, quizá, será que estas inversione­s sigan con la mira en el inversioni­sta más que en el usuario, y se tenga un inventario difícil de desplazar.

Si las inversione­s se sobredimen­sionan quizá se ponga en riesgo la estabilida­d ganada al estructura­r un entorno de inversión sano, con institucio­nes públicas y privadas que otorgan crédito asequible a plazos razonables, con niveles de certeza en la movilidad de mercado. Algunas ciudades del interior siguen la ruta de la especulaci­ón capitalina, habrá que prender ahí focos amarillos, antes de un posible desbalance o ruptura de los equilibrio­s del mercado.

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