Roberto Hernández
Los candidatos no se atreven a hacer planteamientos holísticos y transformadores de la infraestructura en el país.
Estamos festejando 45 años de esta revista que considero la más importante para quienes nos dedicamos en México a la construcción y edificación, desde los profesionistas hasta los diferentes proveedores de bienes y servicios, sin olvidar que también es referencia obligada para consumidores y directivos de organizaciones públicas y privadas.
En los últimos años hemos visto en su publicidad, por ejemplo, que ya se hace referencia a evidencias de cumplimiento normativo, aunque todavía en forma incipiente porque aún son pocos los que se deciden a certificar sus productos con organismos de tercera parte. Desafortunadamente, la mayoría de los más de 100 reglamentos locales en materia de construcción presenta obsolescencia, puesto que tienen más de 20 años y todavía no enfatizan la responsabilidad de los proyectistas, constructores y de los peritos o directores responsables de obra en lo que a seguridad y operación de los edificios se refiere.
En la gran mayoría de esos reglamentos, pese a la insistencia en este foro y de los colegios, no se hace referencia a normas de calidad de los insumos de construcción. Por cierto, en la Ciudad de México desde 2004 sí se enfatiza esta obligación en el propio Reglamento y en varias de sus Normas Técnicas Complementarias, lo que fue posible por la labor y compromiso de quienes formamos parte de los grupos redactores de esas regulaciones (en 1999 y 2000) y de quienes impulsan la actualización de Normas Mexicanas desde mediados de los años 90, además de la insistencia de Obras desde 2002.
Precisamente en ese año fui invitado para escribir esta columna, la primera del último tercio de vida de esta revista, para tocar aspectos que incidan en la calidad objetiva de edificaciones y diversas infraestructuras, por lo que agradezco a Obras por esta oportunidad de aportar mi pequeño grano de arena para estos propósitos.
Juntos hemos tocado las diversas aristas que intervienen para que nuestras construcciones sean más seguras y longevas: desde los aspectos legales, pasando por la mejora, ensaye y selección de los elementos y componentes de construcción, hasta las responsabilidades de los diferentes actores, como los constructores, los diseñadores, los supervisores y residentes, los laboratorios de pruebas, los proveedores de insumos, los funcionarios involucrados en obras públicas, las autoridades y los propios peritos, directores y corresponsables de obra.
Sin olvidar recomendaciones dirigidas a los actores principales: los consumidores, quienes con sus elecciones y vivencias orientan a nuestra industria; como ejemplo de lo señalado están las recientes aportaciones relacionadas con las oportunidades que los sismos nos han dejado para empoderar a los interesados en comprar o rentar vivienda. Temas que seguiremos abordando.
Desde aquí un gran reconocimiento al equipo de Obras por su compromiso que nos pone al día en temas inherentes a la arquitectura, la ingeniería y la proveeduría.
Los sismos nos han dejado la oportunidad para empoderar a los interesados en comprar o rentar vivienda (con sus elecciones orientan a la industria)”