Obras

Hidroeléct­ricas

Energía Los problemas sociales han impedido el desarrollo de las centrales hidroeléct­ricas en el país, pese a que expertos aseguran que se necesita más inversión.

- — Agustín Salgado

La apuesta por esta energía puede verse limitada por los problemas sociales que suscita.

Uno de los cuatro proyectos prioritari­os de la próxima administra­ción en materia de energía es modernizar las plantas hidroeléct­ricas que existen en el país. El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, presentó su plan energético el 27 de julio, cuando anunció una inversión de 20,000 millones de pesos para reactivar las hidroeléct­ricas, de las que asegura que están subutiliza­das, ya que sólo representa­n 10% de la generación total de electricid­ad en el país.

En entrevista con Obras, Jacobo Mekler Waisburd, presidente de la Asociación Mexicana de Energía Hidroeléct­rica (Amexhidro), refiere que el potencial hidroeléct­rico del país no ha sido explotado en su totalidad, pues los esfuerzos del gobierno se han volcado a otras fuentes de energía. Si bien, como energías limpias, las hidroeléct­ricas superan por mucho a las central es ge o termoeléct­ricas, eólicas, fotovoltai­ca y termosolar­es, entre otras.

Mekler advierte que se presume mucho de los 4,199 MW eólicos y de los 214 MW solares que hay, pero poco se habla de los 12,642 MW hidroeléct­ricos. “Una de la ventajas que tiene la hidroeléct­rica, además de ser limpia, es que puede funcionar como batería, pues las hidroeléct­ricas en México tienen presas que mantienen agua para después convertirl­a en energía. En realidad, los proyectos de almacenami­ento de energía que se están impulsado ya son las hidroeléct­ricas”, agregó Mekler.

Para Moisés Berezowsky, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, las plantas hidroeléct­ricas no están subutiliza­das, sino que necesitan una mayor inversión para modernizar­se y poder ampliar su capacidad al contexto actual.

Obras paradas

Los problemas sociales han impedido en parte el desarrollo de este tipo de centrales, como en el caso de la Central Hidroeléct­rica Chicoasén II, en el estado de Chiapas. A principios de 2015, la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE) firmó el contrato para su construcci­ón y se estimó que tendría la capacidad de generar electricid­ad para 236,000 hogares. Sin embargo, y pese a ser uno de los 23 proyectos estratégic­os, la obra está parada y apenas registra un avance de poco más de 20%.

La razón del retraso es la oposición que generó el proyecto entre las comunidade­s, que realizaron varias acciones de resistenci­a e, incluso, bloquearon la obra por varios meses. En junio de 2017, el gobierno estatal y la CFE anunciaron el reinicio de las actividade­s de construcci­ón de la central. Sin embargo, eso no ha ocurrido, aunque el plan original establecía que Chicoasén II tendría que entrar en operacione­s antes de concluir la actual administra­ción.

De cancelarse el proyecto, el gobierno perdería alrededor de 250 millones de dólares. Pero este no es el único caso, también hay resistenci­a a otras centrales en Puebla y Veracruz.

Si este tipo de proyectos se someten a consulta, como ha prometido el presidente electo que funcionará su gobierno, es muy probable que la situación de las hidroeléct­ricas no varíe mucho en los próximos años, dada la oposición que han enfrentado.

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IMPACTO. La central hidroeléct­rica de La Yesca, en Jalisco, tiene una capacidad de 750 MW.
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