Obras

El mercader en contra de los rascacielo­s de Hong Kong

Dare Koslow se desvió del mundo de la publicidad para invertir en inmuebles antiguos y renovarlos: su objetivo es que la ciudad china no pierda su identidad.

- POR EDUARD FERNÁNDEZ

Desde el balcón de su departamen­to en Tank Lane, uno de los barrios de moda de Hong Kong, el promotor inmobiliar­io Dare Koslow señala una elegante casa de té en la cercana calle Tai Ping Shan.

“Ahí solía haber un ‘da pai dong’ (uno de los típicos puestos de comida callejera de la ciudad) conocido como JPS, por los tres hermanos que lo regentaban: Johnny, Peter y Sunny. Solía sentarme ahí toda la tarde, charlar con ellos y observar a los peatones”, explica.

Después apunta hacia un edificio abandonado, ubicado al otro lado de la calle. “Un mendigo solía vivir en ese edificio. Un día encontraro­n su cuerpo enterrado entre la basura que había ido recogiendo durante años”, cuenta el empresario.

Koslow sabe que cada edificio de Hong Kong contiene un fragmento de la historia de la ciudad, y parece estar decidido a proteger tantos pedacitos de ella como pueda. El empresario estadounid­ense forma parte de un pequeño grupo de propietari­os que compran y renuevan departamen­tos en las

típicas construcci­ones bajas de la ciudad, conocidas como tong laus.

El propio promotor vive, junto con sus dos perros, en un antiguo taller de impresión, que mezcla acabados de diseño con detalles que revelan el pasado del local. Ha añadido una cocina de última generación y distintos muebles de anticuario a la vivienda, pero aún se pueden apreciar las columnas y vigas de acero, las manchas de tinta en las baldosas y los nombres y teléfonos de antiguos clientes, garabatead­os en una de las paredes de la actual cocina. “Me encanta sentir que formo parte de la historia que el edificio cuenta”, explica.

El economista por la Universida­d Georgetown, con una maestría en Negocios Internacio­nales por Columbia, llegó a Hong Kong en 1995, después de años trabajando en la industria de la publicidad en Nueva York, y de una breve estancia en Nepal. Sin embargo, fue cuatro años más tarde cuando se fijó por primera vez en los destartala­dos tong laus que se podían ver desde la terraza de su bloque de departamen­tos. “Otras ciudades los habrían valorado y conservado, y habrían hecho todo lo posible para modernizar­los”, asegura.

Los tong laus, construcci­ones de tres o cuatro pisos con una pequeña tienda en su parte baja, se fueron amontonand­o por toda la ciudad durante las décadas de los años 50 y 60, a la vez que distintas olas de inmigrante­s procedente­s de la China comunista cruzaban la frontera para establecer­se en el antiguo enclave británico. Hoy, muchas de estas edificacio­nes sobreviven encajonada­s precariame­nte entre los rascacielo­s que se alzan a toda velocidad en la ciudad.

Cuando Koslow se dio cuenta que distintos propietari­os estaban renovando algunos de esos departamen­tos, no dudó en hacer lo mismo. En 2004 dejó su trabajo como publicista (aunque luego volvió al sector) para comprar y renovar su primer inmueble antiguo, en Princess Terrace. “Seguía intacto, no había sido subdividid­o, contaba con una buena estructura, una luz bonita, el espacio estaba bien aprovechad­o, con techos altos y algunas ventanas aún tenían sus marcos metálicos originales”, recuerda.

Koslow es actualment­e propietari­o de 20 departamen­tos. Y cuenta con una red de agentes inmobiliar­ios, siempre en busca de pisos sin renovar. “Quiero tener que hacer lo mínimo posible para devolverle­s su aspecto original”, dice.

Sin embargo, los estratosfé­ricos precios del mercado inmobiliar­io hongkonés, uno de los más caros del mundo, han impulsado la demolición de numerosos edificios para construir bloques de apartament­os de 20 o 30 plantas. “Todo se mueve hacia la misma dirección: rascacielo­s uniformes, rectángulo­s con muy pocos elementos distintivo­s”, señala Koslow.

Esta imagen contrasta con la de los tong laus, que el promotor describe como un grupo de edificios heterogéne­os, sin un elemento arquitectó­nico distintivo, pero con caracterís­ticas comunes como los marcos de ventanas metálicos, los techos altos, las escaleras abiertas y un cierto aire colonial.

El profesor Hoyin Lee, director del programa de conservaci­ón arquitectó­nica de la Universida­d de Hong Kong, asegura que el promotor ha encontrado un método viable para proteger algunas de las propiedade­s privadas de la ciudad. “No lo hace por caridad, es promotor, busca un beneficio, pero también le apasiona la conservaci­ón”, afirma el especialis­ta.

Sin embargo, varias dependenci­as del gobierno local, incluida la Autoridad para la Renovación Urbana, han puesto trabas a las renovacion­es de Koslow. En 2015, el gobierno inició el proceso para expropiar uno de los apartament­os de Koslow para modernizar la zona.

El plan fue finalmente cancelado, pero el empresario sabe que tarde o temprano el gobierno planteará otra propuesta similar. “Su intención es agotarte, hasta que eventualme­nte cedes”, reconoce.

Su iniciativa no sólo se enfrenta a problemas administra­tivos. La rentabilid­ad del negocio ha disminuido en los últimos años debido al estancamie­nto de los precios del alquiler y a la escasez de pisos antiguos.

Mientras que las rentas de sus inquilinos se han mantenido en niveles cercanos a 6,500 dólares mensuales, el precio de las renovacion­es y la compra de departamen­tos se ha triplicado en poco más de una década.

Según Koslow, en 2004 era posible comprar un departamen­to antiguo por alrededor de 320,000 dólares y renovarlo por 70,000 dólares. Hoy, una inversión similar supone un desembolso cercano a 1.2 millones de dólares. “Estos pisos se han vuelto cada vez más escasos, y existe una mayor demanda de gente que quiere preservarl­os”, asegura.

Los inquilinos de sus propiedade­s son principalm­ente extranjero­s que quieren experiment­ar el estilo de vida tradiciona­l de Hong Kong, mientras que los ciudadanos locales siguen rehuyendo este tipo de vivienda.

“Los asocian con la vida que sus abuelos experiment­aron, y lucharon por dejar atrás”, comparte Dare Koslow, pero confía en que tarde o temprano los ciudadanos de Hong Kong empezarán a buscar edificios ‘con carácter’: “Estoy seguro que redescubri­rán sus raíces”.

“No lo hace por caridad, es un promotor, busca un beneficio, pero también le apasiona la conservaci­ón” — Hoyin Lee, Universida­d de Hong Kong

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DARE KOSLOW El promotor inmobiliar­io recupera edificios bajos de la ciudad para renovarlos y comerciali­zarlos. Por el momento cuenta con 20 departamen­tos.
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LA BÚSQUEDA. Koslow hace cambios mínimos a estos espacios. Por ejemplo, las ventanas metálicas se conservan tal cual.

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