EL TERRENO
Guadalupe Adame mira el terreno frente a su vivienda, y no termina de imaginar la refinería donde antes había selva y palmeras. Según Ramsés Pech, analista del sector energético, hay que rellenar siete metros de arena y piedra para equilibrar el terreno, casi la misma altura que tiene la casa de Adame.
En un análisis realizado hace una década por el Instituto Mexicano del Petróleo sobre siete posibles lugares para ubicar una refinería, Paraíso resultó ser el menos recomendable. Una de las razones es “la falta de terrenos adecuados para la construcción, derivado de la propia naturaleza de la región, la cual consiste en una serie de lagunas y pantanos, con suelos arcillosos, que obligaría a realizar importantes obras para el acondicionamiento del terreno”.
López Mestre advierte: “No es un suelo propicio”, claro que “las obras de remediación son posibles, pero muy costosas”.
Mientras Guadalupe observa el fango, en el extremo oeste del puerto una grúa carga arena en un camión. “La remediación de suelos tiene que empezar ya. Hay que traer material de muchas partes, incluyendo el dragado de Dos Bocas”, dice Óscar Scolari, director de la firma Rengen Energy Solutions, que estima que las adecuaciones al suelo y a la infraestructura periférica añadirán costos de entre 1,000 y 2,000 mdd adicionales.