En nuestras narices *** 2 Timos 2***
Muy ilustrativa la nota de El País sobre el depósito de 1.2 millones de dólares que le hicieron en pago al embajador de México en Uruguay, Francisco Arroyo Vieyra. Nos enseña cómo reciben moches nuestros políticos, nos muestra cómo evaden impuestos sin el menor rubor y finalmente cómo rompen la ley en la impunidad.
¿Por qué le habría de pagar su cliente 1.2 millones de dólares en Andorra, un paraíso fiscal que recién reventó el gobierno Español? Ese pago no es deducible.
Arroyo Vieyra recibió ese millón 200 mil dólares como dinero negro y al no declarar su origen, es muy probable que provenga del acostumbrado tráfico de influencias.
Si en realidad pagó sus impuestos después de tres años, fue porque la Banca Privada de Andorra quedó expuesta a sus prácticas de lavado de dinero en Europa y Latinoamérica. La trama de corrupción en España fue descubierta por la misma razón: políticos y empresarios blanqueaban sus moches y transas ahí.
Según las leyes mexicanas, tener dinero fuera del país no es delito, tampoco si se tiene en paraísos fiscales si es declarado y se pagan impuestos sobre ganancias. Tener dinero en paraísos fiscales y no declarar su ingreso o sus ganancias es delito penal. Punto.
Arroyo debió pagar su 35 por ciento de impuestos a Hacienda y un 2 por ciento a Finanzas de Guanajuato. Debió cobrar el IVA y trasladarlo en su declaración. El personaje creyó que su dinero negro estaba a buen resguardo y bien oculto porque tenía fuero. Así están miles y miles de millones de dólares de políticos corruptos. Nunca contó con la astucia de El País.
Con un fiscal independiente, el embajador estaría de regreso de inmedia-
to para entregar cuentas. No es posible que un señor con tal desprestigio nos represente en la hermana República del Uruguay.
El segundo timo es el de la secretaria de la Transparencia y Rendición de Cuentas del Gobierno del Estado, Isabel Tinoco Torres. Después de años de una sesuda investigación, logró determinar que el secretario de Turismo del Estado, Fernando Olivera, merecía un descanso después del puente (perdón, castigo) de tres días, luego de gastar decenas de millones en contratos sin concurso. Se gastaron miles de horas hombre durante años para castigar con 24 horas laborables a un funcionario. Una vacilada.
El truco verdadero se llama Fundemin, una fundación que sólo funciona como receptora de dinero de la Federación y del Estado para apoyar a “pueblos mineros”. Su estructura es inexistente, sus miembros no saben que lo son o que operan la presunta institución. Los recursos se usaron a discreción para construir lo que les vino en gana a los precios que mejor les pareció, cuando la ley establece que toda contratación de obra con fondos públicos tiene que licitarse. La Sra. Tinoco piensa que somos tarados, que nos pueden timar con la ridícula sanción. El Fundemin es una pantalla, una fórmula barata para disponer de dinero en favor de particulares.
Son dos partidos y las mismas prácticas. Arroyo siempre se columpió de un puesto a otro ofreciendo favores y cobrándolos muy caro. Sus “honorarios” eran tan espantosamente caros que muchos se asustaban cuando ponía el precio. El PAN nunca cambió nada. Desde Fox no sabemos que hayan procesado a “Peces Gordos” como se prometió en la alternancia. Los del PAN se convirtieron en peces gordos intocables. Igualito que el PRI.