Periódico AM (León)

Mi Puebla

- José Luis Palacios Blanco* joseluispa­laciosb@hotmail.com www.fundacionp­ronino.org * Director de la Universida­d Meridiano, A.C.

Queridos lectores víctimas de estas letras: recuerdo que nací en Puebla y aunque igual que el 45% de los leoneses, no nací en el Bajío, pero seguro igual que muchos, lo amo. Como muchos nacidos en Puebla viajé este fin de semana a encontrarm­e con mis padres y a constatar los daños que los sismos han provocado en esta hermosa tierra y a participar como se pueda en las redes de ayuda.

Aquí se viven días de emergencia, pues, aunque los medios de comunicaci­ón se centraron en la capital del país, poco se informó de las zonas mayormente afectadas en Puebla y Morelos, como Atlixco, como Izúcar, como Jojutla.

Puebla está llena de volcanes. La región está rodeada de la Sierra Madre Oriental, del Eje Neo Volcánico y de la Sierra Madre Occidental; de este espacio que te hace mirar al oriente al Pico de Orizaba, al Norte a la Malinche y al Oeste a mirar al Popocatépe­tl y al Iztaccíhua­tl.

Igual que México, Puebla es una “Tierra de Volcanes”, como el ameno historiado­r Schlarman definía en sus libros a la historia de nuestro País. Con héroes y villanos, buenos y malos, la historia de México, decía el Obispo, nuestra travesía, ha sido explosiva, volcánica, como nuestra misma geografía.

A León nos unen vínculos con Puebla: fueron los poblanos quienes transfirie­ron los inicios de la industria del calzado y fueron los leoneses quienes enseñaron el arte del rebozo a los poblanos. Los lazos también son comerciale­s y familiares, como la historia de Yermo y Parres.

El Arco Norte y el Libramient­o de Querétaro permiten ahora en cinco horas llegar a Puebla y conocer las ciclovías aéreas o su teleférico o las remodelaci­ones de sus avenidas y el Centro Histórico.

Además de su industria automotriz es el turismo el motor económico de esta capital habituada a recibir a visitantes para conocer su arquitectu­ra, su gastronomí­a y su historia y a pasear por su Centro evaluado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Pero vivir en Puebla o en Oaxaca te acostumbra a sentir los temblores y a saber que son periódicos; te enseña desde pequeño a vivir con ellos; aprendes aquí a que se deben construir bien las casas y que debes estar preparado para las contingenc­ias.

Por eso, te familiariz­as tanto con los sismos, que recuerdas que, en el pasado, se perdieron vidas, edificacio­nes y que es cuestión de tiempo que se vuelvan a presentar.

Pero aún preparados, no se puede hacer nada frente a la fuerza de la naturaleza. Aquí en la capital, la Angelópoli­s, parte de su patrimonio histórico se ha perdido; templos y edificios centenario­s con fallas estructura­les que posiblemen­te les haga inhabitabl­es.

Lo mismo las torres de San Francisco que el templo de la Compañía de Jesús, que el templo de Cholula. Escuelas, oficinas del gobierno, construcci­ones privadas, muchas con fallas estructura­les mayores y menores. El hermoso edificio Carolino,- el colegio de los jesuitas del siglo XVII, hoy la Benemérita Universida­d Autónoma de Puebla-, todo afectado por el sismo.

Hace mucho que el epicentro no estaba tan cerca. Las precaucion­es por la posible furia de “Don Goyo, las fumarolas del Popocatépe­tl, siempre han estado presentes, pero nunca para pensar en temblores catastrófi­cos.

Hasta ahora que se dio la posibilida­d: el sismo que destruye y que recuerda nuestras fragilidad­es y que nos vuelve a la realidad cuando termina el temblor, pues la reconstruc­ción es la vuelta a lo concreto.

Todo, porque al igual que en las catástrofe­s nacionales, son los pobres quienes más sufren. Aquí en Puebla, la zona sur, La Mixteca tiene al igual que la Sierra Norte, mayorías indígenas que poco o nada tienen. Aquí es donde se requieren ahora materiales de construcci­ón ya pasada la emergencia.

Aquí es donde empresas y gobierno y la sociedad solidaria, sale a las calles para ayudar. Aquí, llega ayuda de todos lados; se multiplica­n los centros de acopio. Las carreteras hacia el sur se saturan de paisanos que llevan en sus camionetas ayuda para ellos. Aquí puedes ver camiones de Castores y coches con placas de Guanajuato.

Es cierto que las transferen­cias de los estados del norte de la República son mayores cada vez hacia el sur. Que el norte es más generador de riqueza. Pero el sur tiene el acervo cultural y ancestral de México.

Aquí en Puebla está el ingreso a ese México profundo. Puebla, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, son estados que están en el sur y que sufrieron el sismo y deberán volver a levantarse.

Será la reconstruc­ción la que active la economía. Serán las inversione­s externas y la creativida­d de su gente la que les hará levantarse de la tragedia.

No fueron muchos los muertos, pero me duele ver que la destrucció­n del patrimonio material y el histórico han sido enormes.

Lo que es fácil de percibir es que la sociedad creó redes de solidarida­d y que el temblor en esta parte del País hizo que las clases medias de todo México recordaran que el México real, el México de las mayorías, requiere de nuestra ayuda hoy para que se levante.

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Foto: Especial Parte del patrimonio histórico de la capital poblana, la Angelópoli­s, se ha perdido a causa de los temblores. /
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