Mi Puebla
Queridos lectores víctimas de estas letras: recuerdo que nací en Puebla y aunque igual que el 45% de los leoneses, no nací en el Bajío, pero seguro igual que muchos, lo amo. Como muchos nacidos en Puebla viajé este fin de semana a encontrarme con mis padres y a constatar los daños que los sismos han provocado en esta hermosa tierra y a participar como se pueda en las redes de ayuda.
Aquí se viven días de emergencia, pues, aunque los medios de comunicación se centraron en la capital del país, poco se informó de las zonas mayormente afectadas en Puebla y Morelos, como Atlixco, como Izúcar, como Jojutla.
Puebla está llena de volcanes. La región está rodeada de la Sierra Madre Oriental, del Eje Neo Volcánico y de la Sierra Madre Occidental; de este espacio que te hace mirar al oriente al Pico de Orizaba, al Norte a la Malinche y al Oeste a mirar al Popocatépetl y al Iztaccíhuatl.
Igual que México, Puebla es una “Tierra de Volcanes”, como el ameno historiador Schlarman definía en sus libros a la historia de nuestro País. Con héroes y villanos, buenos y malos, la historia de México, decía el Obispo, nuestra travesía, ha sido explosiva, volcánica, como nuestra misma geografía.
A León nos unen vínculos con Puebla: fueron los poblanos quienes transfirieron los inicios de la industria del calzado y fueron los leoneses quienes enseñaron el arte del rebozo a los poblanos. Los lazos también son comerciales y familiares, como la historia de Yermo y Parres.
El Arco Norte y el Libramiento de Querétaro permiten ahora en cinco horas llegar a Puebla y conocer las ciclovías aéreas o su teleférico o las remodelaciones de sus avenidas y el Centro Histórico.
Además de su industria automotriz es el turismo el motor económico de esta capital habituada a recibir a visitantes para conocer su arquitectura, su gastronomía y su historia y a pasear por su Centro evaluado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Pero vivir en Puebla o en Oaxaca te acostumbra a sentir los temblores y a saber que son periódicos; te enseña desde pequeño a vivir con ellos; aprendes aquí a que se deben construir bien las casas y que debes estar preparado para las contingencias.
Por eso, te familiarizas tanto con los sismos, que recuerdas que, en el pasado, se perdieron vidas, edificaciones y que es cuestión de tiempo que se vuelvan a presentar.
Pero aún preparados, no se puede hacer nada frente a la fuerza de la naturaleza. Aquí en la capital, la Angelópolis, parte de su patrimonio histórico se ha perdido; templos y edificios centenarios con fallas estructurales que posiblemente les haga inhabitables.
Lo mismo las torres de San Francisco que el templo de la Compañía de Jesús, que el templo de Cholula. Escuelas, oficinas del gobierno, construcciones privadas, muchas con fallas estructurales mayores y menores. El hermoso edificio Carolino,- el colegio de los jesuitas del siglo XVII, hoy la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-, todo afectado por el sismo.
Hace mucho que el epicentro no estaba tan cerca. Las precauciones por la posible furia de “Don Goyo, las fumarolas del Popocatépetl, siempre han estado presentes, pero nunca para pensar en temblores catastróficos.
Hasta ahora que se dio la posibilidad: el sismo que destruye y que recuerda nuestras fragilidades y que nos vuelve a la realidad cuando termina el temblor, pues la reconstrucción es la vuelta a lo concreto.
Todo, porque al igual que en las catástrofes nacionales, son los pobres quienes más sufren. Aquí en Puebla, la zona sur, La Mixteca tiene al igual que la Sierra Norte, mayorías indígenas que poco o nada tienen. Aquí es donde se requieren ahora materiales de construcción ya pasada la emergencia.
Aquí es donde empresas y gobierno y la sociedad solidaria, sale a las calles para ayudar. Aquí, llega ayuda de todos lados; se multiplican los centros de acopio. Las carreteras hacia el sur se saturan de paisanos que llevan en sus camionetas ayuda para ellos. Aquí puedes ver camiones de Castores y coches con placas de Guanajuato.
Es cierto que las transferencias de los estados del norte de la República son mayores cada vez hacia el sur. Que el norte es más generador de riqueza. Pero el sur tiene el acervo cultural y ancestral de México.
Aquí en Puebla está el ingreso a ese México profundo. Puebla, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, son estados que están en el sur y que sufrieron el sismo y deberán volver a levantarse.
Será la reconstrucción la que active la economía. Serán las inversiones externas y la creatividad de su gente la que les hará levantarse de la tragedia.
No fueron muchos los muertos, pero me duele ver que la destrucción del patrimonio material y el histórico han sido enormes.
Lo que es fácil de percibir es que la sociedad creó redes de solidaridad y que el temblor en esta parte del País hizo que las clases medias de todo México recordaran que el México real, el México de las mayorías, requiere de nuestra ayuda hoy para que se levante.