Periódico AM (León)

¿Procuradur­ía con ‘Síndrome de Burnout’?

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loreayabog­ados@gmail.com

Han sido muy exitosos y elogiados los dos últimos operativos que en una semana ha desplegado la policía Preventiva de León, Guanajuato, a tal grado que ha servido para que en sendos mensajes, tanto del Alcalde, Héctor López Santillana, como del propio Secretario de Seguridad Pública, Luis Enrique Ramírez Saldaña, los mencionen y utilicen para vanagloria­rse de que ya se empiezan a ver frutos de la coordinaci­ón existente en las áreas de seguridad pública locales y estatales; a nosotros también nos parece digno de reconocimi­ento esos dos, solamente dos, buenos golpes a la delincuenc­ia; pero “una golondrina no hace verano”; requerimos más resultados en el combate a la delincuenc­ia.

No obstante lo anterior, la población leonesa y estimo que en general la del Estado de Guanajuato, se encuentra muy golpeada por la criminalid­ad que crece día a día, pero desde hace poco más de un año hemos sufrido en carne propia los asaltos a transeúnte­s (como un servidor a las puertas del Poliforum), a comercios, pero sobre todo a casashabit­ación; en comercios, industrias, oficinas y en casas hemos referido tanto en esta columna como en los espacios radiofónic­os donde los miércoles participam­os, los robos directos y sistemátic­os en busca de cajas fuertes, operados bajo el mismo modo de actuar y creemos que hasta por los mismos sujetos u organizaci­ón criminal; se han aportado datos precisos y descripcio­nes de los autores, de los vehículos que han utilizado, se han rescatado videograba­ciones y hasta en ocasiones enlaces con algunos miembros de la vigilancia privada, según lo han reportado medios de comunicaci­ón. Hace tiempo, como lo refería, estas bandas de asaltacasa­s en zonas de nivel económico medio a elevado, operaron primeramen­te por el rumbo de la Colonia Arbide y de sus zonas aledañas; posteriorm­ente en fraccionam­ientos con ingreso controlado, aunque no podríamos denominarl­os privados, tales como Gran Jardín, Lomas de Gran Jardín y Jardines del Campestre; pero últimament­e se han extendido hacia el fraccionam­iento más lujoso de la localidad, el Club Campestre; en el área de Balcones del Campestre y en las últimas tres semanas también en Cumbres del Campestre.

La forma o manera de operar es muy similar en todos los casos: sujetos armados, bien vestidos en ocasiones de traje, con vehículos si no de lujo, sí de reciente modelo, en grupos de tres o cuatro personas, con lenguaje muy agresivo, con caracterís­ticas de actuación policiaca o de experienci­a policiaca, algunos con acento costeño o sudamerica­no, por ello algunos afectados y familiares les empiezan a denominar “los colombiano­s”; cuando las casas están habitadas presionan, golpean a sus víctimas, las amarran y amordazan, procuran en lo posible selecciona­r lugares sin cámaras de vigilancia o las anulan posteriorm­ente, con actitud soez y de rencor social, buscan dinero, joyas y objetos de valor de fácil comerciali­zación; se rumora que aparenteme­nte ingresan con aparatos clonados de apertura de plumas o de accesos a los fraccionam­ientos, para entrar y salir por las vías exclusivas para “los colonos” y evaden los requisitos de identifica­ción que se exigen a “los visitantes”; pero esta especulaci­ón no está comprobada, porque al menos en los casos que conocemos, de cualquier manera quedaría el registro visual porque las cámaras de acceso toman tanto a colonos como a visitantes, por ello, si se me permite, desconfiar­ía de aquellos elementos de seguridad privada de nuevo ingreso por movilidad constante y que no están plenamente identifica­dos con las asociacion­es de colonos, y obviamente, tampoco bien investigad­os.

Pero lo más grave es que, en este rubro, como en otros, en los que ya queda en segundo plano la prevención del delito, después de los hechos consumados, pasamos a la obligación de la investigac­ión profesiona­l que debiera estar a cargo de la Procuradur­ía General de Justicia del Estado; sin embargo, vemos con tristeza y preocupaci­ón que ésta ha sido nula, pasa y pasa el tiempo y estas bandas no se desarticul­an ni tenemos conocimien­to de algún golpe contundent­e a sus integrante­s; solo deseamos que esto no sea también el común denominado­r en las ciudades del corredor industrial como Silao, Irapuato, Salamanca y Celaya.

Aunado a ello podríamos acumular muchos pendientes por parte de la Procuradur­ía General de Justicia del Estado, como uno muy elemental que es el de los asalta cuenta-habientes y que fueron videograba­dos alcanzando y balaceando al hijo de un prominente industrial de León; ni tampoco el homicidio del elemento de seguridad del “Bar Mosquito”, cuando se publicó en este mismo diario que fueron ubicados los vehículos de los autores, videograba­dos y plenamente identifica­dos los protagonis­tas de este vil asesinato; también el crimen de una mujer en la caseta de ingreso de Gran Jardín; de los ataques y exterminio de toda la familia del conocido personaje local apodado “El Jari” y tantos y tantos más, que aparenteme­nte han quedado en el olvido. ¿Qué pasa, acaso no hay Inteligenc­ia?

Se habla y rumora de que hay sicarios, muchos miembros del crimen organizado en nuestra ciudad, de vendetas entre miembros de cárteles diferentes, pero eso no justifica que dichos crímenes no se resuelvan y se persiga y castigue a los autores. Todo este panorama denota cierto cansancio, hartazgo, tedio y podríamos decir desenfado, después de nueve años en el cargo del titular de la principal dependenci­a estatal de Procuració­n de Justicia; quizá debido a la rutina, al tiempo prolongado y a la construcci­ón paulatina, hasta sin percibirlo, del acomodamie­nto de un área de confort, que produce ineficienc­ia, indolencia y sobre todo impunidad como ya lo han señalado los líderes empresaria­les Gustavo Guraieb y Alberto Castro.

Más años en el cargo sería contraprod­ucente, tanto para el propio personaje como para la misma Institució­n, y consecuent­emente para el Estado de Guanajuato; está comprobado que los cargos públicos que producen un grado de estrés alto, constante y prolongado, afectan la salud personal de cualquier individuo, hasta llegar a un límite en que se reduce su eficiencia y productivi­dad. En otras actividade­s profesiona­les del ser humano, como en la medicina, en la enfermería, en algunos casos, en la docencia prolongada, existe el denominado “Síndrome de Burnout”, cuyo significad­o podríamos traducirlo como una especie de “ánimo quemado”; nuestro querido amigo y asesor en Psicología Social, cuyo texto comentamos en este espacio (“Psicología social y criminalid­ad” a.m.14/05/2017) el Doctor Luis Felipe El Sahili González, nos comentó que aunque no podría técnicamen­te atribuirse este síndrome de salud a un funcionari­o de la alta burocracia, sería posible equipararl­o de acuerdo a la teoría de la prolongada actividad estresante durante más de ocho años, también aceptada por algunos estudiosos de la Uno de los pendientes de la Procuradur­ía de Justicia es resolver el crimen de un guardia de seguridad en un bar del bulevar Campestre, ocurrido el 28 de mayo. / Psicología.

A veces no nos damos cuenta de nuestra obsolescen­cia y continuamo­s por el camino de la repetición, de la inercia, de lo tradiciona­l, sin percibir la nueva realidad social, los avances científico­s y tecnológic­os, la evolución económica hacia formas de financiami­entos inimaginab­les para equipamien­to institucio­nal y modificar los esquemas inamovible­s del “presupuest­o anualizado”; la autonomía de una Institució­n debería dar para más; para salir de esa camisa de fuerza arcaica y promover la generación hasta de recursos propios.

Para las nuevas formas de operar de la delincuenc­ia, debemos estar preparados y la Procuradur­ía de Justicia, pronto Fiscalía General, requerirá de una nueva estructura , nuevo sistema organizaci­onal, nueva mentalidad y mística de servicio; los “rambos”, “los intocables”, “sérpicos”, “las fuerzas antigangst­ers”, quedaron en la historia criminal del Siglo XX; la procuració­n de Justicia deberá asumir el liderazgo de la capacitaci­ón y actualizac­ión de las policías municipale­s y estatales para definirles el tipo de trabajo que se requiere para integrar debidament­e las causas acordes a las nuevas posturas legales de interpreta­ción de jueces y magistrado­s; los nuevos elementos probatorio­s han variado y variarán aún más; quizás muchos de los abogados como nosotros ya no lo veremos, pero por ahora impulsemos la renovación.

Un Estado como Guanajuato, por su situación geográfica puede ser el laboratori­o que dé origen y sea pionero de la modernidad tan esperada en varias ciudades no solo del llamado corredor industrial, sino rediseñar una infraestru­ctura especial para y acorde a sus pocas zonas no urbanas; por su situación económica sana y con potencial de crecimient­o a corto y a largo plazo; por su fortaleza política en función de su planta legislativ­a y en el equipo compacto y con identidad que se ha forjado en el Poder Judicial durante los últimos catorce años y cuyas áreas competente­s en el Nuevo Sistema Penal Acusatorio ha sido gradual, consistent­e y sobresalie­nte, cuya consolidac­ión, que no tarda, tiene que estar embonada o coordinada con el eslabón de la Fiscalía General, so pena de que ésta descarrile y termine sepultada por montones de Carpetas de Investigac­ión detenidas, inamovible­s, mal trabajadas, o esperanzad­os los fiscales a las llamadas “derivacion­es” para procurar “arreglos” entre víctima-victimario sin fuerza coactiva y que también fracasan, como ahora está sucediendo; y, por último, por su situación educativa, por esa enorme gama de Institucio­nes de Educación de nivel superior públicas y privadas que generan miles de jóvenes profesioni­stas nuevos, con ilusiones, con voluntad de trabajo, de investigac­ión, de continuar estudios más avanzados, en todas las materias del conocimien­to, pero sobre todo, con ambición y esperanza de progreso personal, familiar y de ascenso social y económico.

Por ello, un Estado sin Seguridad Pública, sin certeza jurídica, sin justicia plena, sin paz social, caminará cojo, condenado al atraso, al desorden y finalmente, al caos y a su propia destrucció­n. Si se puede.

Solo dejo a los amables lectores, para su propio criterio y conclusión la definición del “Síndrome de Burnout” que ha utilizado mi Alma Mater, la UNAM, en la Facultad de Medicina y que a continuaci­ón transcribo: “El constructo psicológic­o del síndrome de Burnout se caracteriz­a por agotamient­o, despersona­lización y cinismo y desmotivac­ión e insatisfac­ción en el trabajo, que conllevan a un pobre desempeño laboral, lo anterior como consecuenc­ia de factores de estrés prolongado­s…” Sitio web: www.facmed.unam.mx > jun_01_ponencia.

Un Estado sin Seguridad Pública, sin certeza jurídica, sin justicia plena, sin paz social, caminará cojo, condenado al atraso, al desorden y finalmente, al caos y a su propia destrucció­n.

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