¿Por qué nos molestan ruidos como el chasquido de los dedos?
Comer palomitas. Mascar chicle. Sorber la sopa. Resoplar. O, simplemente, respirar.
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunos sonidos comunes te enloquecen? Se llama misofonía, y es una afección misteriosa en la que sonidos en apariencia inocuos desatan enojo, ansiedad e incluso ataques de pánico en algunas personas.
Si eres una de ellas, los neurocientíficos de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, dicen que quizá hayan encontrado una explicación.
En un informe del último estudio publicado en la revista Current Biology, los neurocientíficos mencionan que los escáneres cerebrales de los misófonos muestran que algunos sonidos en particular, como los de comer y beber, causan que la parte de su cerebro que procesa las emociones, la corteza insular anterior, se sobreexcite.
En los misófonos esa región también se conecta de manera distinta a la amígdala y el hipocampo, áreas involucradas en recordar experiencias pasadas, dijo el Dr. Sukhbinder Kumar, el investigador en jefe del Instituto de Neurociencia.
La investigación abre posibilidades para la terapia de quienes padecen misofonía, término acuñado por los científicos estadounidenses Paw y Margaret Jastreboff en 2001.
Una encuesta con cerca de 200 misófonos mostró que la edad promedio en la que se dieron cuenta por primera vez de su afección fue a los 12 años, dijo el Dr. Kumar.
“Cuando escuchan estos sonidos, es como si concentrara toda su atención, y no pueden hacer algo más”, explicó. “Los sonidos detonan recuerdos”.
En el estudio, el equipo utilizó resonancias magnéticas para medir la actividad cerebral de 42 personas con o sin misofonía mientras escuchaban una variedad de sonidos.
Fueron clasificados entre neutrales, como la lluvia; desagradables, como el llanto de un bebé; y detonadores, relacionados con comer, masticar, beber y respirar.
Cuando estuvieron expuestos a los sonidos, los misófonos mostraron una actividad cerebral diferente de la de aquellos sin misofonía.
“La reacción predominante es el enojo y la ansiedad, no el desagrado”, dijo el Dr. Kumar.
Sigue siendo un misterio por qué esos sonidos, y no otros, provocan aversión, aclaró. La cantidad exacta de misófonos en el mundo se desconoce, dijo, porque fue hasta hace poco que se diagnosticó como una enfermedad.
En un comunicado, el Dr. Kuman dijo: “Tengo la esperanza de identificar la marca cerebral de los sonidos disparadores; esas marcas pueden usarse para el tratamiento, como por ejemplo la neuro-retroalimentación, en la que la gente puede autorregular sus reacciones notando el tipo de actividad cerebral producida”.
Sin embargo, los hallazgos del estudio serán un alivio para los misófonos y además, reafirmará la validez de la enfermedad para aquellos que la cuestionan.