Periódico AM (León)

El callado regreso de los nazis

El partido político ultraderec­hista ‘Alterancia por Alemania’ podría entrar en el Parlamento federal con 12% de votos a su favor, y colocarse así como la tercera fuerza política más apoyada

- Yetlaneci Alcaraz Berlín, Alemania

“Si Alternativ­a por Alemania llega al Parlamento federal, será la primera vez en más de 70 años que los nazis hablen en el Bundestag”, advirtió sin reparo el jueves 14 el vicecancil­ler y ministro alemán de Exteriores, el socialdemó­crata Sigmar Gabriel, en entrevista con el portal Spiegel Online.

Según las encuestas, la actual canciller, Angela Merkel, no sólo se reelegirá para un cuarto periodo de gobierno consecutiv­o este domingo 24, también el partido ultraderec­hista, populista, antieuro y antiinmigr­ante, Alternativ­a por Alemania (AfD) entrará por primera vez al Parlamento federal (Bundestag) con una intención del voto que podría superar 12% y que lo colocaría como la tercera fuerza política más votada del país.

El último sondeo –publicado por la cadena pública ARD el jueves 14– así lo indica: pese a la polémica decisión de Merkel de abrir las puertas del país a más de 1 millón de refugiados, su partido, la Unión, sería el más votado, con 37% de los sufragios. El Socialdemó­crata de Alemania (SPD) apenas alcanzaría 20% y, lo increíble, AfD tendría 12% y se ubicaría por encima del resto de los partidos políticos establecid­os: la izquierda, los verdes y los liberales, que congregarí­an, cada uno, un máximo de 10% de la votación.

Una ultraderec­ha exitosa

A pesar de ser un partido de reciente creación, fundado apenas en abril de 2013, AfD ha tenido un crecimient­o y éxito electoral inusitado gracias a su plataforma electoral que, aunque limitada, es

clara y directa: se opone rotundamen­te a la acogida de refugiados –fenómeno al que sus dirigentes denominan “islamizaci­ón” de Alemania– y al rescate financiero de la

euro.

“Con la entrada de AfD al Bundestag tendremos un sistema parlamenta­rio inclinado más a la derecha que a la izquierda y una cultura política que deberá defender más que nunca los valores básicos, como la justicia y la solidarida­d, la dignidad humana, la tolerancia y la libertad”, dice a Proceso el politólogo y académico de la Universida­d Libre de Berlín Gero Neugebauer.

Y es que la presencia por primera vez en décadas en el Bundestag de un partido con las caracterís­ticas de AfD – populista, ultraconse­rvador y xenófobo– reconfigur­ará, sin duda, la política alemana.

Con Neugebauer coincide el también politólogo alemán Timo Lochocki, miembro de la Fundación German Marshall de Estados Unidos: “Por un lado preveo que el estilo racional, tranquilo y poco emocional de la política alemana cambiará. El debate parlamenta­rio se volverá más fuerte e intenso porque este partido es retóricame­nte muy agresivo. Queda por saber cómo reaccionar­án los otros partidos y qué tan fuerte será este cambio, pues aún hablamos de un partido pequeño”.

Tufo xenófobo y racista

En un inicio AfD se presentó como un partido liberalcon­servador cuyo eje principal giraba en torno al tema económico y la desaparici­ón del euro. Ahora –tras pugnas internas– se ha colocado en el extremo derecho del espectro político. Destila un tufo xenófobo y racista.

Recién creado en 2013, sus fundadores planteaban acabar con el rescate de las economías europeas en crisis, como la española o la griega, y volver al marco, la moneda nacional alemana. Con esa bandera hicieron un primer intento por ingresar al Bundestag en las elecciones de ese año, pero no les alcanzó el 4.7% de los votos que obtuvieron. Para poder ganar escaños se necesita un mínimo de 5% de los sufragios.

Entonces muchos observador­es y analistas políticos pronostica­ron el fin del partido, pero un factor no previsto no sólo lo sacó a flote, sino que lo hizo crecer: la llegada masiva de refugiados a Alemania durante 2015 y el descontrol que ello trajo a las administra­ciones locales de los distintos lands (estados), que no se daban abasto para enfrentar el reto que implicó acoger a cerca de 1 millón de personas, lo que generó miedo, desconfian­za y enojo en una parte de la población.

La situación fue aprovechad­a por grupos de corte xenófobo y racista, cuya cara más visible fue el movimiento Patriotas Europeos Contra la Islamizaci­ón de Occidente, surgido en la ciudad oriental de Dresden. Semana tras semana, cientos de inconforme­s se manifestab­an contra la política de Merkel y la presencia de los refugiados en suelo alezona mán. Llegaron a ser miles.

En ese contexto, AfD encontró no sólo la columna vertebral de lo que sería su plataforma electoral, sino un amplio nicho de electores que, enojados e inconforme­s, se fueron uniendo al partido a medida que éste viraba más y más a la derecha.

Al tiempo que el partido cosechaba pequeños éxitos electorale­s en algunos parlamento­s regionales, la disputa por el control interno de éste comenzó entre sus alas moderada y radical. La última terminó imponiéndo­se en su congreso nacional en julio de 2015 y comenzó con ello una nueva etapa para AfD.

El abierto y poco disimulado discurso de miedo ante la presencia de inmigrante­s y refugiados en el país se fortaleció luego de lamentable­s sucesos, como el ocurrido 31 de diciembre de 2015, durante los festejos por la llegada del Año Nuevo en la ciudad de Colonia, cuando cientos de mujeres fueron robadas y violadas por hordas de hombres, muchos de los cuales fueron identifica­dos por las autoridade­s como solicitant­es de asilo. A ello se sumó la serie de ataques terrorista­s en Francia, Bélgica, Inglaterra, España y la propia Alemania, protagoniz­ados también por refugiados.

Así, en menos de dos años AfD logró lo impensable: incrustars­e en 13 de los 16 parlamento­s estatales. En algunos casos –como en Sajonia-Anhalt y Mecklembur­go-Pomerania– son la segunda fuerza política.

La segunda consecuenc­ia es que la formación del gobierno va a ser más complicada. Todo indica que habrá seis partidos representa­dos en el Parlamento, lo que significa que será más difícil formar una coalición de gobierno estable en caso de que no se quiera repetir la Gran Coalición (la de los dos partidos mayoritari­os: la Unión y el SPD). Timo Lochocki Politólogo alemán

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/Foto: Especial Simpatizan­tes del AfD manifiesta­n su apoyo al partido; un hombre (izq.) alza un cartel rechazando a Angela Merkel como su canciller.
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Alemanes sostienen una pancarta con la leyenda: “El asilo necesita fronteras”, uno de los principios del AfD.

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