Vive feliz la ‘generación Merkel’
A sus 21 años, Alexander Jorde se ha convertido en una pequeña celebridad en Alemania. No muchos chicos de su edad son recibidos a tres días de las elecciones por el candidato socialdemócrata, Martin Schulz, para una charla de tú a tú. Y en su email se amontonan las peticiones de periodistas. La fama momentánea le llegó tras intervenir en un programa en el que ciudadanos interrogaban a Angela Merkel.
Este enfermero en prácticas puso contra las cuerdas a la veterana canciller con una pregunta-puñal sobre el estado de los hospitales, protagonizando uno de los momentos más vibrantes de esta monótona campaña y, de paso, dejando en evidencia a periodistas y políticos profesionales que no han sabido suscitar debates de interés.
“¿Cómo pretende lograr más personal sanitario? Los enfermeros no caen del cielo”, espetó a la canciller con cara de enfado mientras la proclamada por The New York Timescomo “líder del mundo libre” balbuceaba unas confusas e inconcretas mejoras. “Su respuesta fue típica de Merkel: hablar mucho, pero sin comprometerse a nada”, aseguraba el viernes Jorde en un parque cercano a su casa en Hildesheim, una ciudad perfectamente intercambiable con cualquier otra de tamaño medio de Alemania.
Hoy es un día especial para Jorde. Es uno de los tres millones de alemanes llamados a votar por primera vez en unas elecciones federales. Él lo hará por el Partido Socialdemócrata (SPD), aunque también simpatiza con Los Verdes. Tiene sus motivos para no apoyar a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel: “La economía va bien. Pero los salarios reales son más bajos ahora que hace 15 años. Y la Klaus Hurrelmann Profesor de Hertie School of Governance de Berlín pobreza infantil y la desigualdad no dejan de crecer”.
Las críticas a Merkel de este joven enfermero no parecen ser la norma entre los chicos y chicas de su edad. Según insisten encuestas y sociólogos, los jóvenes alemanes están razonablemente satisfechos con la situación de su país. “Experimentos no, gracias”, parecen querer decir.
“Es una generación pragmática y poco ideologizada. Son convencionales, porque no buscan grandes cambios sociales. Pero también son abiertos y tolerantes”, sintetiza Klaus Hurrelmann, profesor en la Hertie School of Governance de Berlín especializado en estudios de la juventud.
Aquellos que voten hoy por primera vez prácticamente no recuerdan otra canciller que la mujer de frases firmes y chaquetas de colores que ven a todas horas en la televisión. Pero tenerla al mando desde hace 12 años no ha generado ansias de cambio. Las encuestas señalan que los jóvenes son más merkelistas que sus padres.
Ni rastro de Corbyn
En Alemania, no hay rastro de los Corbyns, Sanders, Mélenchons o Iglesias que mueven masas en los países del entorteoría no. A estas figuras se le podría acercar la popular dirigente de Die Linke (La Izquierda), Sahra Wagenknecht, pero el discurso duro de esta marxista clásica no termina de cuajar entre las nuevas generaciones. Como dice el propio Jorde: “Sahra me cae bien, pero su partido me parece de una izquierda demasiado radical”. La rabia que invade los jóvenes del mundo occidental no ha llegado a Alemania. Aquí, el extremismo no está de moda entre las nuevas generaciones.
Según los pronósticos del instituto Forsa, un 74% de los que tienen entre 18 y 21 años votarán a CDU, SPD o Verdes, los tres partidos que recorren el espectro del centro-derecha al centro-izquierda. Si se pregunta a todos los alemanes, sin distinción de edades, este porcentaje cae ocho puntos. Más datos que abundan la del flechazo de los jóvenes con su eterna gobernanta: un 51% dice estar satisfecho con Merkel. En el conjunto de la sociedad, sólo el 48% dice lo mismo.
“Son pragmáticos, y se encuentran con una líder que también lo es”, explica Hurrelmann. Este sociólogo se adentra incluso en el psicoanálisis para explicar esta satisfacción con el status quo: “Las madres son su gran referente. Y ellos encuentran en Merkel cualidades parecidas a las de sus progenitoras, como una gestión prudente del presupuesto o templanza ante los problemas”, asegura.
Serán moderados y poco dados a sorpresas, pero las nuevas generaciones alemanas son más tolerantes y abiertas a la inmigración que sus mayores. Solo así se explica que mientras el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que basa su discurso en el rechazo a los refugiados, sobre todo si son musulmanes, tenga entre los jóvenes una intención de voto del 4%, frente a más del 10% en toda la sociedad.
Por último, Jorde es consciente de que muchos amigos de su edad van a votar por Merkel. Lo entiende, porque a ellos les va bien y no encuentran grandes dificultades en la vida. Pero a él este argumento no le basta. “Habría que mirar más allá. Y recordar que, con esta canciller, mucha gente se ha quedado fuera del bienestar que nosotros disfrutamos”, concluye.
Las nuevas generaciones son más optimistas y menos temerosas que sus padres. Y el voto de AfD se define básicamente por el miedo, ya sea al euro o a los refugiados.