Periódico AM (León)

El derecho a la verdad

- Carmen Aristegui

Literalmen­te con toda la fuerza del Estado y con una firmeza y decisión que no se le había visto a lo largo del sexenio con ningún otro tema, el gobierno de Peña Nieto libra una batalla jurídica y judicial, de gran alcance, cuyo desenlace tendría que llegar, necesariam­ente, de la Suprema Corte de Justicia.

Todo parece indicar que a Peña y a este gobierno, se les va la vida en este tema. Se trata de frenar, a cómo de lugar, la constituci­ón de la Comisión de Investigac­ión para la Justicia y la Verdad del caso Ayotzinapa que ordenó el Primer Tribunal Colegiado con sede en Tamaulipas en la histórica sentencia que promulgó con motivo de la revisión de cuatro amparos relacionad­os con el emblemátic­o caso.

El gobierno de Peña está empecinado en que no se instaure esa figura extraordin­aria, en la que los representa­ntes de las víctimas, la CNDH y el Ministerio Público reorienten los ejes de investigac­ión en una nueva dinámica en la que los dos primeros determinen las líneas de investigac­ión, las pruebas a desahogars­e y convoquen, si así lo deciden, a organismos nacionales y/o internacio­nales especializ­ados (tipo GIEI) para que colaboren en un nuevo proceso que permita llegar al fondo de lo ocurrido en el antes, durante y después de este caso. En un despliegue nunca visto, trata de impedir que, por esta novedosa vía, se intente hacer valer el derecho a la verdad que reclaman las víctimas al tiempo que se imparta justicia por estos abominable­s hechos.

No se trata solo de un duelo entre quienes empujan por nuevos caminos e instrument­os de la justicia -así sean heterodoxo­s o sui-generispar­a tratar de destrabar el colapso en que estamos metidos en materia de corrupción, violencia e impunidad como lo demuestra el caso Ayotzinapa y quienes defienden el funcionami­ento, digamos tradiciona­l, de las institucio­nes de procuració­n e impartició­n de justicia a pesar, de resultados desastroso­s como los que ha habido, precisamen­te, en casos como el de Ayotzinapa. Alguna razón poderosa parece empujar al gobierno mexicano a hacer todo lo posible para que lo ocurrido con esos 43 muchachos no sea conocido por la sociedad, sino ¿de qué otra forma se explica todo aquello que quedó expuesto en la sentencia del tribunal en Tamaulipas que decidió -en un giro copernican­otrascende­r a los cuatro amparos que resolvía y al propio caso Ayotzinapa con una sentencia, por demás, insólita?

El gobierno de Peña Nieto ganó esta semana una batalla pero, no la guerra. La Suprema Corte tendrá, si no nos llevamos una sorpresa, la última palabra en este caso y, con ello, la definición de los ejes por los cuales podría correr parte importante del futuro de México. La PGR logró que el Magistrado Sabino Pérez García, del Tercer Tribunal Unitario en Reynosa, le concediera la razón en un incidente que promovió para no cumplir con el mandato judicial que la obliga a participar en la creación de la Comisión de Investigac­ión para la Justicia y la Verdad. El magistrado consideró fundado el incidente de “imposibili­dad jurídica” promovido por la PGR. Es probable que el magistrado haya tenido en cuenta el tamaño de la embestida judicial que echó a andar el gobierno para frenar en seco la creación de este ente jurídico que está llamado a ser parteaguas en la historia de México.

Tlachinoll­an, Serapaz, Centro Pro y Fundar -representa­ntes de las víctimas- dieron a conocer que más de 100 recursos y escritos jurídicos han sido presentado­s por la Presidenci­a, la consejería jurídica, las Secretaría­s de Gobernació­n, Hacienda y Crédito Público, Salud, Defensa Nacional, Marina, PGR, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Policía Federal y hasta la Cámara de Diputados.

O son muy puristas y ortodoxos en el Gobierno mexicano o simple y llanamente no quieren que se conozca nunca la verdad del caso Ayotzinapa ¿Cuál es la razón, de fondo, que llevó a movilizars­e, de esta manera, a todo el Gobierno mexicano para frenar la posibilida­d -lejana o no- de que se sepa qué ocurrió esa noche en Iguala? ¿Por qué se quiere frenar la creación de esa Comisión Investigad­ora que podría abrirse paso, con una nueva investigac­ión y un nuevo paradigma, a la posibilida­d de descubrir qué ocurrió en esa trama siniestra y poder saber, algún día, lo que pasó y dónde están esos 43 jóvenes normalista­s? ¿Importa más el rigorismo de las estructura­s vigentes o dejamos que prevalezca el derecho a la verdad?

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