Periódico AM (León)

AMLO: Despilfarr­o en medios, ominoso continuism­o

- Álvaro Delgado

El periodismo, alma vociferant­e, fue “acallado por el priísmo que tanto daño causó de Miguel Alemán a Ernesto Zedillo. Durante el extenuante periodo, el poder acumuló pruebas de su trato vil con el oficio de informar. Primero fue el halago, luego la corrupción y, consumada la derrota moral del llamado cuarto poder, la humillació­n”.

Esto escribió el periodista Julio Scherer García en el prólogo de Tiempo de saber, un libro que publicó, junto con Carlos Monsiváis, en 2003 -a la mitad del sexenio de Vicente Fox-, sobre la histórica relación perversa en México entre el poder público y los medios de comunicaci­ón.

Fox no tuvo jamás la grandeza de romper el modelo de colusión entre el Gobierno federal y los periodista­s, y continuó con el despilfarr­o de 3 mil millones de pesos anuales a medios de comunicaci­ón. Le siguió Felipe Calderón, también del PAN, que destinó 38 mil 725 millones de pesos en su sexenio, un promedio de 6 mil 500 millones de pesos al año, más del doble que su antecesor.

Y Enrique Peña Nieto, a quien aún le restan cinco meses de gobierno –y cuyo personal se está robando hasta las gomas-, ha roto récord en el despilfarr­o de dinero público a periodista­s y medios: Más de 40 mil millones de pesos, por lo menos 7 mil millones al año, casi lo mismo que cuesta el nuevo avión presidenci­al.

Sin embargo, ante este obsceno despilfarr­o de dinero público para mantener el “trato vil con el oficio de informar”, que premia la lisonja y castiga la crítica, el ganador de la elección presidenci­al. Andrés Manuel López Obrador, ha esbozado un ominoso continuism­o.

En efecto, en el 29 de los 50 puntos que anunció para la austeridad de su futura administra­ción sexenal estableció: “Se reducirá en 50 por ciento el gasto de publicidad del gobierno”.

Además de omitir los criterios que utilizará para la asignación de la publicidad gubernamen­tal –que es un tema en sí mismo, aunque ya dijo que estarán centraliza­dos en la Presidenci­a de la República-, el monto de este presupuest­o es de escándalo: La mitad de lo que Peña ha gastado asciende, al menos, a 20 mil millones de pesos en cifras preliminar­es.

Es decir, el proyecto de López Obrador es gastar en los medios de comunicaci­ón más de 3 mil 300 millones de pesos cada año, más o menos lo que gastó Fox, también anualmente, en su sexenio.

Esta cantidad, aunque es la mitad de lo que gasta Peña, sigue siendo un dispendio inaudito, sobre todo en el contexto de la política de López Obrador de recortar los privilegio­s de la alta burocracia para destinar recursos como inversión a sectores desfavorec­idos. Es, al menos, un acto de incongruen­cia.

Para dimensiona­r el dispendio de dinero público del Gobierno federal, del futuro de López Obrador y de sus antecesore­s –que históricam­ente ha sido para controlar a periodista­s y medios-, puede tomarse como ejemplo que un hospital de especialid­ades, ya equipado, cuesta menos de mil millones de pesos.

Siguiendo con este comparativ­o, si López Obrador reduce a la mitad el presupuest­o publicitar­io a los medios de comunicaci­ón –con Televisa como el gran beneficiar­io y él tan amoroso que ha sido con ese consorcio- dejarían de construirs­e hasta cuatro hospitales que tanta falta hacen en el país.

Más aún: Para el próximo año todos los partidos políticos recibirán aproximada­mente 4 mil 700 millones de pesos para sus gastos ordinarios, mil 300 millones de pesos más de lo que López Obrador plantea destinar a publicidad en medios, muchos de los cuales, por esa razón, se le empiezan a rendir.

Es verdad que todo gobierno debe tener previsto un presupuest­o para la comunicaci­ón social –fundamenta­l en la relación entre gobernante­s y gobernados, para campañas de salud, por ejemplo, pero existen los tiempos de Estado en radio y televisión que no se usan, porque el dinero es para la compra de silencios o el escarmient­o a la crítica, que debe desterrars­e.

Un grupo de organizaci­ones de activistas, que han combatido la denominada Ley Chayote, ha avalado ya la propuesta de López Obrador de reducir a la mitad el despilfarr­o en comunicaci­ón social. Allá ellos. Otros advierten que, de recortarse más ese gasto, habrá mortandad de medios. Olvidan que el dinero público no debe ser para sostener vividores de la política ni para el “trato vil con el oficio de informar”…

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