Periódico AM (León)

¿Por qué la llama del fuego va para arriba?

- Flor Rodríguez Prieto Madrid

En un fuego se produce un proceso en el que el oxígeno que hay en el aire reacciona con un combustibl­e.

Las materias originales se transforma­n en otras, sobre todo gases como el dióxido de carbono y el vapor de agua, aunque también pueden formarse sólidos muy finos (las cenizas, el humo, el hollín). No es magia, es química.

La caracterís­tica principal de una combustión es que desprende una gran cantidad de calor. Ese calor procede de la energía almacenada en los enlaces químicos de los combustibl­es. Por ejemplo, en la madera o en los combustibl­es fósiles como el carbón, el petróleo o el gas natural esos enlaces químicos se formaron en las plantas de las que proceden gracias a la intervenci­ón de la luz solar, lo que conocemos como fotosíntes­is. La combustión es el proceso inverso: en él se destruye la materia orgánica para regenerar el dióxido de carbono y el agua que utilizaron las plantas. En este proceso se rompen aquellos enlaces creados por fotosíntes­is y en los que, durante decenas y hasta millones de años, las plantas habían almacenado la energía del sol. Esa energía ahora liberada se desprende en forma de calor.

La gran cantidad de calor liberado hace que la temperatur­a de los gases que se producen en la combustión sea altísima, normalment­e entre 1,000 y 2,000 grados centígrado­s. Cuando un gas se calienta, se expande, ocupa mayor volumen y se hace menos denso, lo que provoca que se eleve en la atmósfera. Es decir, que según el principio de Arquímedes “flota” en el aire.

Esa es la respuesta a por qué la llama va para arriba, porque está formada por gases producto de la combustión que al calentarse se expanden y suben. Y eso es así siempre, en las condicione­s normales de la Tierra. Pero si provocáram­os una combustión en ausencia de gravedad, las cosas serían distintas. En experiment­os realizados en la Estación Espacial Internacio­nal, se ha visto que las llamas no van para arriba. Las especiales condicione­s de movimiento de la Estación Espacial hacen que en ella exista una situación de micrograve­dad, y por esa razón allí las llamas son redondas. Nuestro planeta ejerce una fuerza de atracción gravitator­ia que es mayor sobre los gases fríos, más densos, que sobre los gases calientes, menos densos. Eso, como vimos al principio, hace que los gases de la combustión se vayan hacia arriba, y que la llama tenga su típica forma ahusada. En la Estación Espacial, en sus condicione­s de micrograve­dad, esa diferencia no existe, así que los gases calientes se expanden hacia todas las direccione­s de igual forma, no solamente hacia arriba. Y el resultado es una llama esférica.

En cuanto a la luz de la llama, también se debe a que está caliente. Toda la materia emite radiación, excepto si estuviera a la temperatur­a teórica más baja que se puede alcanzar: -273,15 ºC. Pero una buena parte de esa radiación no es luz visible, es decir, detectable por el ojo humano. Por ejemplo, nuestros cuerpos también emiten radiación, pero no es luz visible sino que está en la frecuencia infrarroja.

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Comparació­n de una llama en la Tierra y en micrograve­dad.

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