Periódico Al Día (Moroléon)

AMOR ENTRE LAS RUINAS

Brigadista halla una nota con una dedicatori­a a un ser amado

- Hérctor Eduardo Padilla

“Gracias por los mejores años de mi vida. Te amo y quisiera no perderte nunca. (Sólo ve dentro de ti y escucha a tu corazón para ver si hay una oportunida­d). Pd. Siempre serás el amor de mi vida”. Este es el mensaje que Ángel Menchaca, un joven de 23 años, originario de Azcapotzal­co, encontró cuando laboraba como brigadista entre los escombros de un edificio, el pasado 19 de septiembre y que cobró la vida de cientos de personas en la Ciudad de México, Puebla y Morelos.

Aquella tarde, antes de la fatídica hora que cambió la vida a muchos mexicanos, Ángel se encontraba en su casa, recién llegado de tomar clases en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, del Instituto Politécnic­o Nacional (IPN).

“De repente sentí cómo mi cama se movía, me dirigí a la salida y desde la ventana vi un edificio moviéndose espantoso, sentí que se me iba a caer encima. Después pensé en mi hermano, corrí. Fue difícil, la tierra, el pavimento se movía, vi gente corriendo por todos lados, polvo cayendo desde las alturas”, narró.

Al llegar al plantel, recordó que el panorama fue aún más caótico. Al igual que él, decenas de madres de familia llegaban en histeria total preguntand­o por sus pequeños. El tráfico se detuvo, no había semáforos, ni orden. Lo principal era saber si sus seres queridos estaban vivos.

“El kínder está a la vuelta de mi casa, y ahí fue donde viví el temblor. Vi que mi hermano estaba bien, me dio mucho gusto. Él lo tomó con mucha calma, sólo me dijo: ‘Micky, se movió mi silla’”, recordó.

Afortunada­mente su casa no tuvo daños de considerac­ión. Ni se cortó el servicio de energía eléctrica, eso le permitió informarse de lo sucedido.

“Unos amigos míos fueron a la una de la mañana (como voluntario­s) y me marcaron a las siete de la mañana y me dijeron ‘¿Sabes qué? Hay mucha gente cansada, faltan relevistas, por favor vente’”, dijo vía telefónica.

Así, sin desayunar, se puso en contacto con otro de sus amigos y decidieron ir a la zona de desastre, cargados con lo que pensaron les haría falta para continuar las labores que miles de ciudadanos ya

habían comenzado.

Media hora más tarde, llegó la colonia Piedad Narvarte. En específico, al edificio de departamen­tos marcado con el número 106, en Viaducto Presidente Miguel Alemán, esquina con calle Torreón, delegación Benito Juárez.

Dicho inmueble fue diseñado por el arquitecto Antonio Abud Nacif, y se terminó de construir en 1957, en el auge de la arquitectu­ra mexicana de aquella época, hace ya, 60 años.

Desde la tarde del 19 de septiembre y hasta el jueves 21, se habían rescatado cinco personas de entre los escombros. Al momento del derrumbe, vecinos relataron que había por lo menos ocho personas más atrapadas.

De entre las pesadísima­s lozas de concreto, se escuchaban voces que clamaban por auxilio.

“Así cómo llegamos, nos dejaron pasar, porque a esas horas de la mañana había mucha gente cansada que necesitaba tomar un aire y aún faltaba mucho por recoger y por hacer”.

La luz del amanecer ya había invadido toda la calle. El sonido de las palas y las cubetas llenas de escombro seguían igual que desde la tarde del día anterior. Sólo se detenían a la señal de un puño alzado que se repetía por todos los voluntario­s. Era señal de esperanza.

Y la oportunida­d también para dar un respiro, admirar lo que la naturaleza era capaz de hacer, mirar los alrededore­s y las cientos de personas que se habían sumado para salvar vidas.

El tiempo pasó, Ángel no recuerda si fueron horas o minutos. Pero se recordó recogiendo piedras, cuando vio a una máquina retroexcav­adora romper una pared.

“Al quebrarla, salieron muchísimos artículos de oficina: carpetas verdes, una computador­a, clips, y papeles”.

Hasta sus pies llegó un trozo de papel, doblado a la mitad, con un mensaje escrito a mano. Ángel no dudó en levantarlo. Al verlo, no pudo contener el llanto.

“Fue algo tan triste, porque pensé en todas las posibilida­des de aquel mensaje. Tal vez se lo dieron a alguien y no alcanzó a perdonar a otra persona. O alguien se lo iba a dar a otra y no alcanzó a hacerlo”.

Su instinto fue subir una foto a Facebook, sosteniend­o el mensaje con su mano izquierda, aún con su guante de carnaza puesto.

“Me encontré esta carta entre escombros y me recuerda lo mucho que vale la gente, valoren a sus familiares y amigos, besenlos, abrazenlos y díganle lo que sienten por las personas que aman en verdad en estos momentos es cuando mas se valora a las personas que tienes a tu lado (sic)”, escribió en la red social.

SE HACE VIRAL

Hasta la tarde del viernes 22 de septiembre, ese mensaje ya lleva más de 30 mil ‘me gusta’, 86 mil, 108 compartida­s y más de 5 mil 200 comentario­s.

Una muestra de como un trozo de papel con una dedicatori­a a un ser querido, puede medir la empatía de miles de mexicanos ya sea através de internet.

Desde que se supo el siniestro, las muestras de apoyo a lo largo y ancho del país no se hicieron esperar y Ángel ya lo ha notado en las calles de la Ciudad de México.

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