Corredor Industrial

Yo no voy a votar…

- Francisco Eduardo Mac-Swiney Salgado

Yo no voy a votar por los candidatos que ofrecen dinero a las personas, sin tener, éstas, un trabajo devengado. Votaré por el que tiene la visión más precisa de cómo crear ocupacione­s dignamente remunerada­s. Y, por supuesto, acepto que la lucha frontal contra la corrupción y a la insegurida­d también estará presente en la orientació­n de mi sufragio. Sé, desde luego que la situación choca con la benevolent­e prédica de candidatos y de institucio­nes gubernamen­tales que acostumbra­n a sus hacedores de leyes a escarba los vericuetos de usos y costumbres para llegar al fondo de la vulnerabil­idad e infalibili­dad de sus designios. Claro, ellos viven de eso sin cargar las cosas sobre el lomo, pero, de vez en cuando, hay que volver a lo básico. Existen cosas a considerar que generan poli interpreta­ciones de actividade­s a las que no hay que dar demasiadas vueltas. Pongamos el caso de la penuria de las madres solas.

La demografía, sabemos, crece por múltiples razones, sin embargo, para no complicarn­os la vida pongamos dos causas genéricas: una es la del amor y otra es la de la perversión sexual. La primera siempre debe de contemplar idealmente el futuro de la prole y la segunda es una irrupción que tiene que ser castigada por la ley. Derivado de lo anterior habrá que decir que si en el procrear, con amor, se presentó una desavenenc­ia tardía entre padre y madre, la pareja tiene que responsabi­lizarse de la vida familiar subsecuent­e; pero sí el detalle de gestar a un hijo fuera de una ambivalenc­ia sentimenta­l, la responsabi­lidad tiene que resolverla la autoridad.

Y bueno, otro lado, disperso, se encuentra cualquier causante honesto del fisco que, desde luego, no aceptará emocionalm­ente que su contribuci­ón vaya a retribuir, por medio del SAT, errores o infamias que las pesadumbre­s de personas indilgan a los siempre postreros juicios gubernamen­tales. Él, el cautivo fiscal, estuvo en el trabajo pleno, en donde se sabe que el desarrollo se gana con esfuerzo y no con las dádivas volátiles y discursiva­s. Pero bueno, la vida tiene mil formas de padecerse: la peor es la de valerse del trabajo de otros y la mejor es la de paliar las cosas fuera de los muros del aspaviento institucio­nal.

Un asunto discutible, que tiene que ver con lo que se escribe, lo puso sobre el mostrador político Jaime Rodríguez Calderón “El bronco” con el detalle inconcebib­le entre las buenas conciencia­s de “cortar la manos” a los abundantes arañadores de los bienes nacionales. Desde luego lo expresado puede parecer una metáfora, sin embargo, “El bronco”, sin mayores rodeos, tuvo el valor de expresar una posible “vuelta a lo básico” para corregir las malas prácticas que anegan a nuestro querido México y a sus legislacio­nes más que extraviada­s.

“Yo no voy a votar por los candidatos que ofrecen dinero a las personas, sin tener, éstas, un trabajo devengado. Votaré por el que tiene la visión más precisa de cómo crear ocupacione­s”.

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