Lo esconden 30 horas y obtiene amparo
Después de 30 horas de atrincherarse en la Cámara de Diputados, el priísta Antonio Enrique Tarín García (de barba negra y sin corbata) abandonó ayer por la tarde el recinto legislativo con una suspensión provisional que impidió su detención. El ex director de Adquisiciones del ex Gobernador de Chihuahua César Duarte, enfrenta acusaciones por peculado. El martes intentó asumir funciones como legislador federal, pero no pudo hacerlo tras revelarse que existía una orden de aprehensión en su contra.
Su abogada llegó hasta su mesa con el amparo.
Enrique Tarín García, ex funcionario del gobierno de César Duarte, en Chihuahua, acusado de peculado, se limpió la frente con la mano.
Pasaron seis horas desde que entró al restaurante de San Lázaro; 28, desde que se atrincheró en la Cámara baja. Ahora recogía sus cosas, se disponía a salir, a salvo.
“Ya estuvo”, le dijo a un guardia de la Cámara, camino a la salida del restaurante donde había comido sandwichitos de jamón y queso. Su último obstáculo, un muro de reporteros en la entrada.
“Me retiro, ahorita ya tenemos un amparo. Espero estar muy pronto aquí con ustedes de nuevo para la toma de protesta, agradecer a todos los diputados, la verdad es que soy muy respetuoso de las formas”, dijo.
Ex director de Adquisiciones de Chihuahua, Tarín solicitó el lunes un amparo contra la orden de aprehensión por peculado, y el martes, como si nada, llegó a la Cámara a rendir protesta para suplir al diputado Carlos Hermosillo, fallecido el 20 de marzo. Se quedó en la raya.
El Gobierno del panista Javier Corral notificó el mismo martes la orden de aprehensión a la Mesa Directiva.
La presidenta Guadalupe Murguía, también panista, dio aviso al jefe de la bancada del partido, Marko Cortés. Fuera estaba la Policía Ministerial, impedida de entrar al refugio de los diputados.
Con 207 de las 500 curules, el PRI no sufre por refugios. Descubierto en el salón de plenos, pero todavía sin fuero, Tarín fue protegido en la oficina del vicecoordinador, Jorge Carlos Ramírez Marín, y luego metido a la de la zacatecana Claudia Anaya. Y más tarde a la de Fernando Uriarte, coordinador de los diputados priístas de Chihuahua. A las 19:00 horas del martes ya estaba en la oficina que aún tenía el nom- bre de Hermosillo.
Tarín salió la mañana de ayer. Que se la había pasado estudiando su caso, dijo. La tarde anterior, el PRI desistió de impulsar su toma de posesión. Su ayuda fue darle tiempo al amparo de llegar.
Abrió la oficina, a un lado de la Junta de Coordinación Política, desmañanado. Sin prisa. ¿Que si le interesaba tomar el cargo de diputado para agarrar el fuero?
“Pues creo que a usted también le interesa”, respondió.
Bajó entonces al restaurante. La Policía afuera. El personal de resguardo de San Lázaro protegiéndolo. La Cámara de Diputados convertida en refugio de prófugos.
Tarín pidió un club sandwich con jugo y café de 179 pesos, acompañado por las diputadas priistas Jasmine Bugarín y Brenda Borunda.
Lucía despreocupado, aunque sus acompañantes se acercaron dos veces al personal de seguridad, bajaron la voz, susurraron: “¿Oiga, usted es de la ministerial?”.
Pasó adentro seis horas, sin pedir más que café y jugo. Hasta que llegó su abogada con el amparo. Tomaron sus cosas y salieron. Bajó al estacionamiento subterráneo, se subió a una camioneta. Ya afuera de San Lázaro un auto de la Policía le cerró el paso y su abogada les mostró el amparo.
Diez minutos más de trámite y el plan de los priístas había dado resultado.
En redes, un meme resumió el día. La cara Tarín, acusado de desviar 300 millones de pesos, sonriente, como cualquier priísta, y una frase: “Me la pelan”.