Drama en la frontera sur
Decenas de indocumentados centroamericanos esperan que el Gobierno les autorice entrar al País Mientras Washington insiste que se debe detener la caravana que pretende llegar a su frontera próximamente
México está entre la espada y la pared. Mientras siguen las presiones del Gobierno de Donald Trump, miles de migrantes centroamericanos esperaban anoche, hacinados en un puente entre la frontera de México con Guatemala, que les permitan entrar al País para seguir su camino. Otros lo hicieron a la fuerza, en medio de escenas desgarradoras.
Miles de migrantes centroamericanos esperaban anoche, hacinados en un puente entre la frontera de México con Guatemala, que autoridades mexicanas les permitieran entrar al País y continuar su travesía hacia Estados Unidos.
Al mismo tiempo, el presidente estadounidense, Donald Trump, insistió en que México debía detener la caravana, integrada por entre 4 y 5 mil personas, que en su mayoría salieron el sábado pasado de San Pedro Sula, en la costa atlántica hondureña.
“Por el momento, agradezco a México. Pero si eso no funciona, llamaremos a los militares, no a la Guardia (Nacional)”, señaló Trump desde Estados Unidos.
A media tarde, migrantes rompieron un cerco impuesto por la Policía guatemalteca y rompieron vallas y una puerta de fierro instalada por las autoridades del país centroamericano. Decenas entraron en estampida, pero fueron contenidos ahora por policías federales mexicanos.
Después de un enfrentamiento en el que los migrantes lanzaron piedras a los agentes mexicanos, quienes respondieron con gas lacrimógeno, los centroamericanos no pudieron romper este cerco, y acordaron cruzar de manera ordenada, como habían insistido autoridades mexicanas durante toda la jornada.
El Gobierno mexicano permitió la entrada primero de mujeres y niños que, tras cruzar la puerta de acceso sobre el Puente Internacional Ro- dolfo Robles, fueron transportados en camiones y llevados a un albergue en Tapachula.
“Estamos en la mejor disposición de atenderlos, van a entrar de manera ordenada”, expresó el Embajador de México en Guatemala, Luis López Moreno.
Manelich Castilla, comisionado de la PF, defendió la intervención de seguridad para evitar, dijo, la vulneración de la frontera.
Marta Onelia fue una de las primeras mujeres en entrar al País junto con su bebé en brazos.
Madre soltera de seis niños, la mujer, originaria de El Progreso, en el Departamento Yoro, pidió a las autoridades permitirle pasar porque a Honduras, de donde salió huyendo de la violencia y la pobreza, no piensa regresar.
Los integrantes de la Caminata Migrante se levantaron ayer a primera hora con una sola idea en la cabeza, cruzar a México para llegar a los Estados Unidos.
Los organizadores fijaron el medio día para enfilarse del parque de esta localidad, donde pasaron tres días en espera de toda la caravana, hacia el puente internacional entre México y Guatemala.
Al frente de la caravana, mujeres y niños.
Del lado guatemalteco se encontraron con un primer cerco de elementos del Ejército, dos tanquetas y medio centenar de elementos la Policía Nacional Civil.
Los migrantes advirtieron que si en media hora no les abrían el paso romperían el primer filtro guatemalteco, lo que no sucedió, y llegaron a una reja.
“Nos vamos a pasar, sea como sea, pasaremos”, gritó David López, uno de los líderes de la caminata.
Atrás de una puerta amarilla, autoridades migratorias mexicanas ofrecieron a los hondureños ingreso ordenado. Primero las mujeres y los niños.
“Acabo de recibir las instrucciones de comunicarles que vamos a recibir a todos en el Instituto Nacional de Migración (INM) en el puente. De forma ordenada y cuidando la seguridad de las personas para recibir sus solicitudes”, dijo un funcionario a través de un megáfono.
“No van a ser detenidos y serán llevados a un albergue”, agregó.
Los migrantes aceptaron e intentaron ordenarse para que les abrieran la puerta.
Luego de varios minutos y un calor sofocante de 31 grados y humedad de 80%, la situación se descontroló cuando un grupo rompió una reja lateral.
Las puertas cayeron y la multitud corrió hacia lado mexicano.
“¡Vámonos, vámonos!”, gritaron eufóricos.
Sin embargo, en el lado mexicano se toparon con un portón más firme y unos 300 elementos de la Policía Federal.
Hubo poco intercambio de palabras antes que los hondureños tiraran también una parte de la puerta.
Los migrantes llegaron con los elementos federales. Adelante, mujeres y niños comenzaron a caer y sofocarse por el forcejeo.
Comenzó la desesperación; hubo gritos, llantos y lesionados. En el enfrentamiento hubo intercambio de proyectiles. Los migrantes recogieron piedras y en respuesta recibieron gases lacrimógenos.
Una periodista recibió una pedrada que le causó una herida; un policía federal también sintió el impacto en el rostro.
Los migrantes reportaron alrededor de 50 integrantes de la caravana afectados por el gas.
Frena PF caravana
El Comisionado de la Policía Federal, Manelich Castilla, destacó que no se permitió que se vulnerara la frontera.
Afirmó que los elementos no hicieron uso de la fuerza debido a que en el grupo de migrantes había menores de edad y adultos mayores.
Por su parte, el Secretario de Gobernación Alfonso Navarrete denunció que la caravana ingresó por “la fuerza”, además de lesionar a elementos federales.
El INM comenzó el ingreso ordenado de los hondureños en grupos de 40 para llevarlos en autobuses a un albergue en Tapachula.
Siete horas después del enfrentamiento, los migrantes seguían esperando sobre el puente, pues el acceso fue lento, además que los centroamericanos insisten en entrar en caravana.
Otros optaron por lanzarse del puente internacional Rodolfo Robles al río Suchiate donde otros los auxiliaron a cruzar en balsas.
No les duele, hermanos mexicanos ustedes tienen hijos, somos iguales, déjenos pasar .‹‹
Migrante hondureño.